Hacía un frío espeluznante. La mañana se levantaba perezosa en el horizonte. Miré el reloj, internamente molesta conmigo misma por haberme desvelado. Pocas veces el insomnio me atacaba. Pero había estado un poco nerviosa luego de los eventos de la noche anterior.
Luego de la repentina llegada de Elizabeth no había vuelto a hablar con Valdés. Juliana se fue con la otra castaña a la habitación y solo salió horas más tarde. Estaba cambiada; vestía un traje bastante cortó color plata que le quedaba como tejido al cuerpo. Me dedicó una sonrisa y sin decir nada supe que iríamos al casino.
Seguimos la rutina de siempre. La mujer de la noche anterior no estaba así que no había necesidad de espectáculos. Juliana no parecía muy fan de andar besándose por el casino. La pelinegra se había adueñado de una mesa y coqueteaba sutilmente con la camarera de turno. Me percaté de que preguntaba por alguien, pero no logré capturar el nombre.
-¿Hoy no juegas?- pregunté confundida mientras pasaban las horas.
-No, hoy no. - susurró ella.
Había cambiado por completo. Estaba tensa y con gesto serio. No era la Juliana de la cita. Esta ojicafé inspiraba temor y el aura a su alrededor casi exigía reverencia. Era sexy, pero no era la mujer que hacía que mi corazón se acelerase. No era la mujer que me inspiraba curiosidad y que me hacía olvidar mi misión. Esta Valdés delante de mí se parecía a la imagen que mis padres me habían mostrado sobre los villanos.
-¿Juliana? ¿Eres tú, krasivyy (preciosa)?- cuestionó el hombre con extraño acento, evidentemente ruso. Tenía el cabello gris y la piel pálida con muchas pecas sobre su nariz. El traje de diseñador negro escondía lo que parecía un cuerpo atlético.
-Oleg, tanto tiempo. - habló Juliana, había sorpresa fingida en su voz.
-Pero si mírate, eres una hermosura. ¿Hace cuánto no nos vemos, diez años? - cuestionó el hombre, claramente tenía unos quince años más que Valdés.
-Oh si, la última vez fue en el cumpleaños diez y seis de Elizabeth. - comentó la pelinegra, había algo oscuro en aquellas palabras. Algo en la mirada café de Juliana que provocó un escalofrío en mi cuerpo. Aquella mirada podría haber sido confundida con deseo, pero no lo era, lo pude distinguir de inmediato.
-Cierto...la pequeña y traviesa, Elizabeth. ¿Cómo está ella? - preguntó el hombre con media sonrisa ubicándose a la derecha de Juliana, estaba obviando mi presencia con total intención.
-Muy bien. Está aquí, se sentía cansada y por eso no me acompañó hoy. - respondió Juliana tomando de su copa de su vino blanco.
-Espero poder verla entonces. Seguramente...ha de estar hermosa, como tú. - habló Oleg con una sonrisa, una que no me gustó.
-Ella seguro se alegrará de verte, eras como nuestro tío preferido. - comentó Valdés.
-Tampoco era para tanto, no somos familia ni nada. Solo era como un gran amigo. - habló él con una sonrisa.
Juliana se movió, echando su asiento un poco hacia atrás y cruzándose de piernas. El desgraciado traje color plata se subió mostrando sus cremosos muslos. Levanté la mirada de inmediato, el hombre delante de mí también había bajado la vista. El descarado tenía sus ojos fijos en las piernas de la pelinegra. Cuando la miré para indicarle que debería cambiar su posición comprendí que el movimiento había sido intencional.
Ella quería provocarlo. Fruncí el ceño sintiendo un extraño sentimiento en el cuerpo. Juliana era coqueta por naturaleza, pero jamás había hecho algo así. Además, hace algunas horas prácticamente me había dicho que deseaba intentar algo conmigo. ¿Pensaba seguir coqueteando con todos?
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Mimetismo (Juliantina AU)- Adaptación
Fiksi PenggemarValentina Carvajal es policía en San Antonio. Un día le asignan la misión de infiltrarse en la mansión de los Valdés: una familia de mafiosos a los cuales jamás se les ha podido encontrar motivos para apresarles. Valentina encontrará el amor en la...