Manto blanco que cubre el marrón del suelo.
Abraza el verde de los árboles
Y cobija el arcoíris floral del bosque nocturno.
Ahí estaba yo, perdido en él.
Sin saber cómo llegué ahí
Ni a donde ir.
Caminé sin rumbo, con la esperanza de hallar una salida
Pero solo encontraba desesperanza y melancolía.
Entre agónicos pasos,
Con cuidado de hacer algún tipo de ruido
Tropecé con una piedra,
Que podría haber estado por casualidad
O tal vez fue el destino,
Solo sé que caí en tu camino.
Escuchaste mis quejidos y acudiste a mí
Observando con cuidado cada faceta, cada rasgo, cada movimiento.
Memorizando cada parte de mi cuerpo,
Aprendiendo cada palabra o cosa que hacía.
Tú me memorizaste por completo.
Tomaste mi mano y solo me guiaste por un sendero estrecho, lleno de baches y pedruscos,
Asegurándonos que al final estaríamos bien,
Y te creí, así que te seguí .
A paso lento pero te seguí.
Y tú, de vez en cuando mirabas hacia atrás solo para sonreír.
Llegué a pensar, vaya casualidad haberte encontrado aquí,
Y quise preguntar qué hacías aquí
Pero en el camino, entre risas y gritos eufóricos
Compartimos algo que jamás habíamos presenciado.
Tú supiste de mí, así como yo supe de ti.
Tú me conociste, así como yo te conocí.
Sin quererlo ni pensarlo, ya no soltabas nunca mi mano,
Y yo en cada paso me aferraba aún más a tu mano,
Creo que ambos teníamos miedo de soltarnos y perdernos entre el vasto bosque.
Creo que ambos habíamos encontrado todo lo que un día buscamos y dejamos de buscar.
Vaya... ¡qué casualidad!
Interesante como la medianoche se volvió aquello que nos cobijó,
Y como el frío entre ambos nos dio el calor que nos calentó.
Sin darme cuenta, era parte de algo que tú llamabas "manada",
Tu manada.
Sin darme cuenta,
Me encontraba corriendo entre lobos en mis sueños más salvajes con la esperanza de algún día despertar a lado de aquel que una noche fría juró ser un alfa.
