Cruel casualidad.

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Es de mi agrado decir que me encuentro feliz con el destino, el cual me ha escogido como su peón, decidido a jugar conmigo, sea correcto o no el movimiento sobre aquel tablero de ajedrez conocido como vida.

De un lado a otro, me tiene girando, me encierra en callejones sin salida, me deja sin aliento, sin esperanza, casi sin vida. Pierdo el apetito, mi voluntad e incluso, he perdido mi tristeza, pero no le importa, aun así, cree que conmigo de una u otro forma, conseguirá la victoria.

Curioso como bailo entre las fichas que se atraviesan en mi camino hacia la cima, o el otro extremo de este juego, es como si nadie quisiera que sea yo quien los venza.

Cruel es ver como mis propios amigos, alguna vez muy queridos, me dieron la espalda cuando más necesitaba de ellos, pero, aun así, el culpable de todos sus males, delirios y lamentos soy yo. ¡Un aplauso para ellos!

Cínico por parte de aquel hombre al que admiré siempre mirándolo hacia arriba, pensé sería el rey de corazones, me equivoqué de juego, mala mía. Pero en mi defensa, el sol brillaba tanto detrás de él que me cegó por un momento, o tal vez fue por varios meses, ya perdí la cuenta... continuemos, a lo que venía.

Tal vez dejé que se impusiera mucho sobre mí, o tal vez, solo me gustaba que estuviera sobre mí cuán vigilante hace guardia a media noche o como lobo acechando a su presa en luna llena.

Solo sé que caí, me rendí, me atrapó, pero eso sí, jamás me comió, en muchos sentidos, o tal vez solo en dos, quien sabe, esa noche está un poco borrosa, a pesar de un par de murmullos y gemidos que entre risas suspiré en su oído.

Casualidades las que me suceden, pareciera todo planeado pues, si te lo cuento no te lo crees hasta que me ves llorando en el suelo del baño de la universidad donde él jugó conmigo, y yo, culpablemente enamorado, lo dejé.

Quisiera poder agregar más a este capítulo, pues hay mucho que contar, como su aullido, sus gruñidos, sus ojos brillantes a través de la pantalla en la que permanecía estática su figura prominente e imponente, temerario, pero en la oscuridad un lobo domesticado.

Como lo aborrezco ahora, aunque pareciera todo lo contrario, después de leer tantos halagos, pero no se crean, solo es mi mente delirando y pues, su gusto por la criatura mítica que le aúlla a la luna cada que está llena me da cuerda para que yo, siga hablando y escribiendo más poesía de la buena. Diría, cruel casualidad la que me puso en tu camino, pero, yo sí supe aprovechar dodo el daño recibido. Cruel casualidad la tuya por tu estúpido impulso de llamar al único chico que por más tierno que parezca, acabará con tu vida y tu carrera una vez que todos lo lean.

entre lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora