Cap. 4 - La cena

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-Win-

Me di cuenta de que olvidó su mochila por salir apresuradamente, era la excusa perfecta para ir a visitarlo a su casa por la tarde.

Casi al anochecer llegué y toqué a la puerta. Atendió su mamá, como de costumbre me puse algo nervioso. Siempre me pasaba lo mismo con la mamá de Bright. Creo que era mucha mi preocupación por dejarle siempre una buena impresión de mí a pesar de ya tener bastante de conocerla y tratar con ella.

Y ahora la presión era aún más grande ya que tenía que justificar el hecho de que yo, siendo mucho mayor que su hijo, quisiera acercarme a él.

- "Hola, trabajo en la tienda de instrumentos... su hijo dejó su mochila"- Dije nervioso.

-"Debes der Win"- me dijo tranquilamente con una sonrisa.

Me tranquilizó bastante lo amable que fue conmigo a pesar de no conocerme. Era igual que siempre.

Esa amabilidad era tan normal en ella siempre que se dirigía conmigo. Realmente no había razones para preocuparme, eran solo inseguridades en mi cabeza, solo eso. - "Gracias por traerla." - Continuó. - "Pasa, le diré que estás aquí." -

Entré. Todo en la casa se veía muy acogedor. La habitación de Bright se encontraba en el segundo piso. Su mamá fue a buscarlo y me dijo que bajaría enseguida.

-"Iré a seguir preparando la cena, por favor quédate a cenar" - Me pidió amablemente. Yo asentí y le di las gracias por ese gesto de su parte.

Unos momentos después bajó Bright.

-"Hola...olvidaste tu mochila" - Le dije mientras la levantaba con una mano y la señalaba con la otra.

-"Oh, gracias por traerla"-

-"Por nada" - Le dije con una sonrisa. Entonces, por un instante se me quedó viendo detenidamente. Su expresión era muy serena, una pequeña curvatura en sus labios dejaba ver una ligera sonrisa. Al parecer desde siempre había tenido esa expresión. Su versión mayor suele hacerla muy seguido.

-"Lo invité a cenar con nosotros"- dijo su mamá desde la cocina.

-"Esta bien" - Le contestó Bright.

Vi que en la sala estaba un balón de basquetbol y recordé que había visto que en la cochera tenían una canasta.

-"Hey, ¿te gusta jugar?"- Le dije mientras señalaba el balón. Lo invité a que saliéramos a tirar en la canasta. Asintió entusiasmado.

Jugamos durante un rato uno contra uno. Era realmente bueno, no me extrañaba. Su versión mayor y yo estábamos muy a la par en todo lo que tuviera que ver con deportes. Realmente era el único que podía seguirme el paso. Durante toda mi vida siempre dejaba a todos atrás ya fuera en la cancha de futbol, haciendo un tiro durante una partida de basquetbol o en pruebas de velocidad. En todos los deportes, para mí siempre fue fácil separarme de los demás sin mayor esfuerzo y ganar cualquier partida. Hasta que conocí a Bright. Entonces ya no estaba solo para realizar aquel tiro, llegar al final de la cancha o alcanzar aquella meta.

Fue como por primera vez no sentirme solo en ese aspecto. Ahora había alguien corriendo a la par de mí, haciéndome romper mis propios límites al saber que ya no sería tan fácil ganar como lo era antes.

En esta ocasión yo tenía la ventaja solo por mi tamaño, aun así trataba de no aprovecharme pues no quería abusar de esa sola ventaja. Solo quería que se la pasara bien y se sintiera cómodo conmigo.

Mi plan funcionó. Cayó al suelo sentado con una gran sonrisa luego de quedar agotado debido al ejercicio. Hice lo mismo, me senté a su lado.

-"¡Hace mucho que no quedaba tan cansado!" - Dijo felizmente.

Entonces su mamá nos llamó para la cena. Todo fue tan agradable. No eran muy diferentes a sus versiones del futuro. Siempre me recordaban a mi propia familia. Su tío y su mamá contando historias con las que todos reíamos, hacíamos bromas entre nosotros, una comida deliciosa nos calmaba el hambre y una sensación de seguridad, alegría y calma llenaba el ambiente.

Llegó el momento de despedirme. La mamá de Bright no me dejó irme con las manos vacías pues me dio un recipiente con bastante de aquella deliciosa comida alegando que había sobrado mucho de la cena.

Me despedí de Bright pensando que se quedaría dormido tranquilamente toda la noche en su habitación. Estaba equivocado.

De camino al lugar donde me estaba quedando decidí detenerme y sentarme un rato en uno de los columpios donde había encontrado por primera vez al Bright de este tiempo.

Fue entonces cuando lo vi pasar. Él no se dio cuenta de que lo vi. Quizás creyó que me había ido directamente al albergue.

El pequeño Bright iba vestido con ropa oscura, una gorra negra y cubrebocas. Era algo muy extraño pues aún no había sido la pandemia y el uso de cubrebocas no era común en estos tiempos, solo lo usaban las personas muy vulnerables por alguna enfermedad o también como un medio para cubrirse el rostro y no ser reconocido.

Para mí no era problema reconocerlo usara lo que usara. Conocía tan bien a Bright que podía reconocerlo aún si llevara puesto un traje de astronauta, por lo que inmediatamente supe que se trataba de su versión pequeña quien acababa de pasar justo frente a mí.

Decidí seguirlo sin que se diera cuenta. Varias calles más adelante entró a una bodega que se veía abandonada. Nada de esto tenía buena pinta.

Al llegar me pude dar cuenta que se reunió con varios chicos que también usaban atuendos bastante sospechosos.

¿En qué estaba metido este pequeño Bright?

-Continua-

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