Capítulo 14

636 73 0
                                    

19 de abril, 2022

Natasha:

Apenas corto la llamada con Axel, siento que alguien abre la puerta. Y como estaba con llave, doy por hecho que es Ammbar.

Sigo haciendo un par de dibujos para distraerme mientras espero que llegue Axel.

—¿Cómo estás, nena? —le pregunto cuando entra dejando su bolso en el sofá a mi lado.

—Cansada por enseñar a este nuevo grupo.

Ahora le está enseñando a un nuevo grupo de niños ya que los anteriores ya habían avanzado mucho y debían subir el nivel, la despedida fue triste para ella, pero estaba orgullosa de ellos.

—¿Muy alterados? —pregunto dejando el dibujo y concentrándome en ella.

—No tanto por eso, aprendí a manejarlo. Pero por ahí se hacen amigos y ahí sí son complicados de manejar porque se molestan entre ellos y no prestan atención.

—¿Extorsión? —pregunta viéndola ir a su habitación y la escucho reír.

—Debería implementarla —dice desde el cuarto.

—Nunca falla con niños —vuelve riendo suavemente con unos libros en la mano que se había olvidado.

—Qué raro que no estés pintando.

—Hoy por la mañana estuve en la oficina arreglando unos papeles por una pintura, pero no pinté nada porque tuve varias recuperaciones de otras obras.

—¿El piso quedó bien? —pregunta divertida recordando el error que cometí.

—Sí —digo entrecerrándole los ojos—. No perfecto, pero quedó —ríe y asiente—. ¿Cómo está Enzo por lo del abuelo? —me mira con esos ojos dulces y sonríe tranquila.

—Todos están bien al saber que se fue feliz con su vida, por lo que están tranquilos. Enzo lloro un poco y quedo dolido unos días, pero luego se aferró a que se fue tranquilo y se calmó.

Asiento, satisfecha, ya que me preocupaba que alguno siga demasiado triste.

—¿Sigue bien la convivencia? —suspira y asiente sentándose en el sofá.

—Sí, a veces tenemos algunas peleas porque nos manejamos diferente, pero vamos bien.

—¿Sigue queriendo que no hagas nada? —digo riendo y asiente volteando los ojos.

—No quiere que cocine, que limpie, que ordene, nada —ríe ya que sé que a ella le gusta hacer esas cosas—. Él está acostumbrado a tener a alguien que lo haga y no entiende que a mí no me molesta hacerlo.

—¿Lo obligaste a limpiar algo alguna vez? —asiente riendo.

—Hace unos días me enojé porque le dije que iba a ordenar la habitación y cuando llegue le había dicho a Rosa que lo haga. Entonces me molesté y le dije que si volvía a hacer eso me volvía aquí.

—¿Y qué dijo? —pregunto riendo al conocer a Enzo.

—Primero no me creyó y en cuando agarre un bolso me dijo que no iba a volver a pasar —largo una carcajada y ella ríe—. Lo miré enojada y le dije que a partir de ahora a Rosa le iba a dejar más tiempo libre y que él iba a aprender a hacer cosas de la casa.

—No me imagino a Enzo barriendo ni lavando los platos, la verdad —digo divertida.

—Debías verlo tratando de entender el lavarropa —dice riendo—. Apretaba los botones y no andaba —hace una pausa y me mira fijamente—, no lo había enchufado.

Intencional (#2 Trilogía Tratos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora