CAPITULO 28°

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Jeanne

Por suerte no tuve pesadillas, pero apenas dormí. Tan pronto me levante Ethan y yo nos alistamos para el funeral.

Ethan rentó un auto y llegamos pronto a mi casa. Mi padre y mi hermano ya estaban listos para irnos. Les di un fuerte abrazo. Salimos hacía la iglesia donde yacía muy llena. Me senté junto con mi hermano en los asientos de adelante y tomé su mano en cada momento.

Ver su tumba en frente del altar me hacía volver al pasado cuando murió mi madre, mi abuela era lo único que me quedaba, su esencia me recordaba a mi madre, pero aquella esencia ya no está, se ha ido.

Cuando la misa terminó junto con mi hermano arrastramos su tumba hacía la salida. Mi hermano se echó a llorar de nuevo y yo traté de no llorar por ser fuerte. Ser fuerte por él, por mí.

Al llegar al cementerio me aleje de Ethan para acompañar a mi hermano y mi tía. Él lo entendía y agradecía que lo hiciera.

Caminamos hacía la carpa que había justo donde iban a enterrarla. Mis ojos cruzaron con los suyos a lo lejos, un vuelco recorrió todo mi cuerpo al verlo.

Me acerqué a mi hermano y a mi tía que estaban junto a la tumba ya lista para ser enterrada. Varias canciones sentimentales sonaron de fondo haciendo que mi hermano rompiera a llorar al igual que mi tía.

Cuando su tumba comenzó a descender mi corazón comenzó a doler más de lo que ya dolía. Comencé a llorar y sentí que mis piernas comenzaron a debilitarse. Sentí como caía al suelo en cámara lenta pero unos brazos fuertes me sostuvieron.

Ambos caímos en el piso y yo comencé a llorar desesperadamente en el hombro de Félix, su olor familiar hizo que supiera quién era. No era tiempo de alejarlo, solo dejé que me abrazara tan fuerte como aquella noche en el hospital.

—Ella me pidió que fuera feliz, pero no lo logré —dije entre un sollozo.

Me separe de él y mire hacia el hueco donde estaban enterrando a mi abuela, comenzaron a echarle tierra. Volvía a aferrarme a Félix. A pesar del dolor tenerlo de nuevo cerca de mi me reconfortaba de una manera que nadie más podía hacer.

—Tengo que acompañar a mi hermano. —Me aleje de él, limpie mis lágrimas y camine hacía Jason que estaba sentado solo en el pasto verde viviente del cementerio.

Me senté junto a él y acaricie su cabello, él dejó caer su cabeza en mi pecho y yo lo rodeé para abrazarlo.

—Ya no está —dijo llorando. Yo no evite romper a llorar.

—Lo sé, pero está con mamá. Están juntas.

—Pero ya no están con nosotros.

Tenía razón, pero esto no era del todo un adiós, era un hasta luego, la vida pasa rápido y sin pensarlo ya estamos a punto de encontrarnos con ellas. Quería decirle eso pero no pude.

Cayó la noche y decidí ir de nuevo al hotel con Ethan. En el camino compramos tres botellas del licor favorito de mi abuela. Cuando llegamos no me preocupe en cambiarme solo me tire en el suelo, me recosté contra la cama mirando directo por la ventana y apreciando la hermosa vista de Boston y comencé a beber directo desde la botella.

—Jeanne no deberías de beber tanto. —Lo último que quería es que Ethan se preocupara.

—No te preocupes ahora por mí. Por favor.

—Te dejaré a solas. Iré al bar del hotel, cualquier cosa llámame.

Asentí y se fue. Miraba las luces titilando de la ciudad, cogí mi teléfono y me di cuenta de todos los mensajes que tenía pero solo me fijé en uno. Era de un número que no había agregado pero sabía claramente de quién era.

Amor sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora