CAPITULO 27°

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Jeanne

El frío de la noche me abraza mientras camino por las transitadas calles de California.

La noche se sentía vacía, me sentía triste y cansada, lo único que quería era que ese sentimiento desapareciera, ¿pero como? Todo era un desastre, lo de Félix, lo que pasa con Ethan, mis clases, siento que no puedo controlar nada.

Entre a un pequeño bar bastante llamativo, me senté en una mesa vacía y ordené una cerveza. Antes me preocupaba por el resultado de mis exámenes, leía libros y miraba películas y series románticas, me divertía pero ahora me encuentro sola, bebiendo una cerveza y lamentándome de cada cosa.

El vacío que sentía era toda una tortura. ¿Cómo lograría ser feliz? Antes creía que lo era pero no fue así, esa felicidad no duró para siempre.

Mi primer vaso me lo termine rápido, lo único que hacía era sumergirme en mis pensamientos, escuchar la música que ponían y ver a las personas que entraban y salían.

—Ahora en deportes. —La voz proveniente de una televisión hizo que alzara la mirada—. El jugador Félix Brown viajará a Nueva York para un partido importante contra los Tigres. Se espera que viaje con su equipo y que ganen.

Bebí de nuevo. No sabía exactamente cuántas bebidas llevaba pero al escuchar su nombre se hizo un sabor amargo en mi garganta.

—Félix Brown ¿Crees que tu y tu equipo lograran ganar contra los Tigres?

—No lo creo, lo sé, y no es por ser modesto. Espero que ganemos.

Mirarlo sudado, luego de su entrenamiento, con su traje y con su cabello mojado hizo que mi corazón diera un vuelco.

Salí del bar a las doce directo a la residencia. Decidí caminar, quería hacerlo, las calles seguían un poco llenas por las discotecas abiertas.

Al llegar me puse mi pijama y me acosté. Traté de dormir pero era imposible, me acostumbre a la presencia de Charlie pero no estaba y sería egoísta pedirle a Ethan que viniera, así que no tenía de otra que quedarme sola.

***

Estaba sentada en mi escritorio terminando un proyecto pendiente. Comencé a tomar calmantes para dormir, estaba cansada pero las pastillas habían hecho un efecto para estabilizarme.

Se escuchó que una llave entraba en la cerradura de la habitación, me puse de pie y mire la hora, eran casi la una de la mañana.

Ethan estaba aquí. Me acerque y lo abrace y él me recibió cálido, su olor natural hizo sentirme cómoda.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a recargarme y a descansar.

Cerro la puerta y miro mi escritorio lleno de papeles regados por todos lados.

—¿Estás muy ocupada?

—No, ya termine un proyecto ya me iba a dormir.

—En hora buena que llegue.

Él comenzó a destender mi cama. Nos acostamos abrazados y gracias a eso lograba escuchar los latidos de su corazón, eran un poco agitados pero conforme se iba relajando iban disminuyendo su velocidad.

Pronto me quedé dormida, estaba tranquila sabiendo que alguien estaba junto a mí acompañándome.

Me levanté en una habitación totalmente oscura, no había una puerta, no había nada, no estaba Ethan, comencé a caminar buscando una salida, pero no la había. Mi corazón comenzó a latir rápido cuando escuche que alguien lloraba, su llanto resonaba por toda la habitación.

Amor sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora