CAPITULO 7°

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Jeanne

Cuando estuve en la planta baja de mi casa, casi me da un paro cardiaco. Y no es para exagerar, de verdad, la casa estaba hecha un desastre y sabía que debía limpiar. Sabía que eso despejaría mi mente de lo que paso anoche.

Toda la mañana me sentí miserable, con ojeras notables, mi cabello hecho un desastre igual que mi habitación.

Cuando terminé de limpiar la casa me sentí satisfecha de haberlo hecho. Pocas horas después mi padre llegó, y al parecer no notó nada fuera de lo normal en casa.

—¿A qué hora salen mañana? —preguntó mi padre.

—Creemos que en la mañana —respondió mi hermano.

—¿Quién irá? —Mi padre dejó el periódico que leía enzima de la mesa y miró a Jason esperando una respuesta.

—Félix, Lorel, Andre, Max, Sophie y Triz —respondió Jason.

Me excuse ya que el tema de la casa de campo no quería escucharla.

Esa noche traté de escribirle a Félix, pero mi dedo se detuvo en el botón de enviar.

Creo que es una mala idea que lo hagas.

Mi conciencia tenía razón así que borré el texto.

—Jeanne, ¿irás a la casa del campo? —Mi hermano se apoyó contra el marco de la puerta con las manos en los bolsillos.

—¿Debería?

—Claro que deberías, este domingo es nuestro cumpleaños y sería increíble celebrarlo en la casa, como en los viejos tiempos.

—No estoy segura, no voy desde que mamá...

—Lo sé, pero por favor también es mi cumpleaños celebrémoslo como mamá lo hacía.

Mi madre nos festejaba nuestro cumpleaños en la casa de campo desde que tengo memoria y desde que falleció no he pisado esa casa, y no estaba en mis planes hacerlo.

—Está bien, iré. Pero en la noche podemos ir al campo. Ya sabes lo que hacía mamá. Lo de sentarnos en el pasto, con el cielo despejado y quedarnos en silencio mirando las estrellas.

—Claro que podemos, es una promesa.

No tengo una buena memoria desde la última vez que tuvimos nuestra última promesa con nuestras manos, nuestro pacto especial.

—¿Podemos...? —Me miró con desvelo, lo podía ver con la luz tenue de la habitación.

—Seguro, ¿qué hace cuando no hacemos esto?

—Bastante tiempo —afirmé.

Puso su mano encima de la mía, las deslizamos y luego hicimos una cadena con nuestro dedo índice.

—Prometido —dijo para cerrar.

—Gracias Jason.

Me derrumbé en mi cama cuando mi hermano se fue y quedé sola con mis pensamientos y haciendo desvela toda la noche.

***

La alarma sonó y me organice rápido. Baje las escaleras y todos los chicos estaban en la sala con una taza que de seguro era café.

—Por fin, casi nos vamos sin ti —comentó mi hermano.

—Es un tonto, te esperaríamos todo lo que fuera necesario —dijo Triz regalándome una gran sonrisa.

Mire a la dirección de Félix el cual evitaba mi mirada.

—Bueno, ya podemos irnos —dijo mi hermano emocionado.

Amor sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora