CAPITULO 18°

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Jeanne

El tiempo es algo crucial y más cuando te das cuenta que has crecido, ya no te gustan los juguetes, empiezas a preocuparte por tu apariencia, lo que usas, cada mínimo detalle.

—Esa eres tú y tu hermano en su cumpleaños número tres —recalco mi abuela señalando una de las fotos del álbum que sostenía entre sus manos—. Jason, este eras tu cuando te bañamos por primera vez.

Yo me reí al ver la reacción de mi hermano al verse desnudo de pequeño.

—Recuerdo bien que te hiciste pis en la bañera —dijo mi abuela.

—Tenía tan solo un mes. —Se quejó y ocultó la vergüenza en sus ojos.

—Y ahora tienes dieciocho, que rápido pasa el tiempo.

Todos nos giramos al escuchar el timbre de la casa, me puse de pie y al abrir la puerta sonreí al ver a Félix.

—Hola. —Le saludé.

—Hola.

Entró a la casa y se sentó junto con mi abuela a la cual le dio un beso y un abrazo muy fuerte.

—Querido ¿Cómo has estado?

—Bien Merry ¿y usted?

—De maravilla hijo, aquí mirando el álbum de cuando eran chicos.

—¿Enserio? Yo quiero mirar de seguro que salgo yo en alguna —Puso mucha atención a las fotos que iba señalando.

—Mira Jeanne cuando no pudiste aguantarte y te comiste el pastel con tus propias manos.

Mire la foto detallando un poco, era una Jeanne pequeña con dos moñitos, cara pequeña y mi rostro estaba lleno de pastel.

Seguimos mirando algunas no tan importantes vagamente y sonreía al ver cualquier foto donde salía con mi madre. Por otro lado Jason no estaba nada orgulloso con sus fotos, la mayoría que tenía eran vergonzosas.

—¡Ah mira Jeanne son tu y Félix!

Parpadeó varias veces mirando bien la imagen, estaba yo en un pequeño sillón y Félix junto a mi dándome un pequeño beso en la mejilla.

—Fue en la casa del campo, recuerdo que el día de tu cumpleaños Félix se animó a darte un pequeño beso.

Mi cuerpo se tenso de los nervios al recordar que pasó la noche de mi cumpleaños.

—Que atrevido que yo era, pero creo que valió la pena.

—Félix, tu siempre tan encantador. Recuerdo muy bien cuando tú y Jeanne fueron a mi casa y cerca de allí había un parque, ambos llegaron llenos de lodo que pena que no tengo fotos de eso.

Mi abuela estaba encantada con Félix, yo seguía recalcando la foto y mi hermano se cubría el rostro de la pena aún sin superar lo de la bañera.

—¿Quieren un poco de café?

—Para mi estaría bien, gracias —Félix le sonrió a mi abuela que le devolvió la sonrisa.

—Yo estoy bien abue.

—¿Jason no quieres?

—Paso abuelita.

—Entonces seremos los únicos en tomar un buen café. —Se dirigió a Félix con una gran sonrisa y fue a la cocina.

Yo seguí divagando en el pequeño álbum.

El resto de la tarde nos la pasamos repasando algunos proyectos al acabar de ver las fotos. Ya estaban muy encima los exámenes finales y la graduación se aproximaba cada día más.

Amor sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora