Capítulo 22

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La muerte es algo extraño, hay gente que le asusta, otra que le fascina, a mi ni una ni la otra. La muerte es algo frío y repentino, mayoritariamente triste que te deja echo polvo, ya que perder a un ser querido es algo que, siempre siempre que ves desde fuera deseas que a ti no te pase pero, al final, siempre termina llegando ese momento.

La mayor pregunta de la humanidad es posible que sea, que hay más allá de la muerte, pero no creo que estemos cerca de hallar la respuesta, aunque yo si que lo estuve.

No recuerdo muy bien como ocurrió, pero ahí estaba, en una camilla de hospital, con alguna máquina conectada a mi. Me costo abrir un poco los ojos, y mas acostumbrarme a la luz, ya que cuando lo trataba un fuerte dolor de cabeza llegaba. Cuando logre adaptarme lo máximo posible comencé a mirar a mi alrededor. Había un jarrón con flores, una mesilla, un sillón, Gabi dormido en el borde de mi cama, un... Espera... ¿GABI? ¿Porque estaba allí Gabi? ¿No estaba enfadado conmigo? Y aún con todo, ahí estaba, como mi mejor amigo que era, estaba en mi camilla del hospital, supongo que esperando a que despertara. Y ahí estaba, confuso en la camilla de hospital, hasta que escuché unos pasos hacia mi, y al girarme a ver a la puerta entro Victor.

-Ricardo- dijo abalanzándose hacia mí.- Ricardo, que bien que hallas despertado.

-¿Que ha pasado?- trate de decir.

-El día de la fiesta, fuiste a hablar con Gabi ¿Te acuerdas?-Yo asentí- después de eso resulta que fuiste a aquel barranco que descubrimos el primer día y te cayó una avalancha de nieve encima. Gabi te encontró por suerte, al rato de comenzar la fiesta, y como ninguno te veíamos por allí, te comenzamos a buscar. No sabes el miedo que pase, en ese momento se me pasaban absolutamente todas las locuras que podrían habérsete pasado por la cabeza. Pero al final te encontramos desmayado y llamamos a una ambulancia lo antes que pudimos.

-¿Cuánto tiempo llevo así?

-Una semana- le mire sorprendido, y él a mi sorpresa solo asintió.

-¿Y desde entonces está aquí?

-Puede que parezca raro- comenzó a explicar Victor- pero él en verdad te aprecia, por mucho que estuvieseis enfadados, no se ha querido mover de aquí, para asegurarse de que estaba aquí cuando despertarás.

Y ahí comenzó a despertarse, y Víctor decidió irse para dejarnos privacidad.

-Ricardo- de alegró al verme y así como Víctor, se abalanzó sobre mi, pero él con más fuerza aún- no sabes lo feliz que estoy por ver que estás bien.

-Gabi yo... yo lo siento mucho - me disculpe.- no te mereces nada de lo que te he hecho pasar, no te merezco, no me puedo imaginar lo que...

-No, que va, tranquilo- me interrumpió con esa inocente sonrisa que me encanta- los dos cometimos errores, ahora que ya está solucionando ¿No pasa nada no? Podemos seguir siendo amigos- concluyo con una sonrisa algo triste.

-Ya si amigos - añadí en un tono notoriamente triste.

-¿Pasa algo Ricardo?

-Es que, llevó un tiempo pensándolo sabes y te quiero Gabi, no solo como amigos, sino...

En ese momento Gabi se abalanzó sobre mi, fundiéndonos en un tierno beso, el cual recordaría durante el resto de mis días. Ahí lo comprendí, el sabor de las nubes, ahí estaba frente a mi, el dulce y suave tacto de los labios de mi mejor amigo, los cuales sin ninguna duda sabían a nubes.

-Yo también te quiero Ricardo, desde el día en el que te vi en ese parque, como el llorica que eres, hasta que mis días terminen, te quiero y siempre te querré- finalizo con una dulce sonrisa, yo ya no sabia que decir ya que solo él tenía el poder de decir eso sin que suene cursi. Así que me limite a acercarle a mi y fundirnos otro dulce beso.

Y así, es como, una vez más queda demostrado, que las tormentas no son eternas, que por mucho que las cosas no vallan como quieres que vallan, siempre habrá algo mejor, y aquel chico de coletas rosas y dulce sonrisa me lo demostró el resto de mis días.

FIN

El viaje que lo cambió todo | Inazuma elevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora