Cansados empezaron a salir uno por uno todos los empleados del club, Caroline que era de las últimas en salir casi siempre, miraba su teléfono mientras esperaba el taxi que la llevaría a su apartamento, sin percatarse que a lo lejos alguien la observaba.
William que había salido hacía poco más de 30 minutos del club, esperaba afuera lejos de la vista de todos, cubierto entre las sombras de la noche observando como todos se iban de uno en uno, pero a él no le importaban los demás, de hecho, ni siquiera sabía si le importaba ella, pero si causaba una gran curiosidad en él, nadie se percató de su presencia ya que estaba algo retirado y en la oscuridad de una esquina.
Al verla tomar un taxi, casi por inercia decidió seguirla, las miradas de aquella chica había causado gran impacto en su mente, sus pensamientos en ese momento no eran muy razonables y no tenía nada que ver con el alcohol que había ingerido esa noche, su tolerancia al licor era bastante muy superior a la de una persona promedio, así que aún conservaba sus 5 sentidos intactos, pero su comportamiento parecía indicar lo contrario.
Caroline vivía un poco retirada de su trabajo, por lo que tardó cerca de 40 minutos en llegar a su lugar de destino, normalmente era un poco más contando el tráfico, pero en la madrugada era más rápido ya que las calles estaban desiertas a esa hora, el taxi se detuvo frente a un edificio gris que se veía viejo pero bien cuidado, el sector, aunque era bonito le pareció algo modesto a él.
William se quedó sentado observando en silencio cada paso de ella, mientras el conductor del taxi en el que iba, lo miraba con cierto recelo y preocupación, quizá imaginándose que sería un acosador, un ladrón o peor aún, un violador que quería atacar a la pobre chica que entraba en el edificio; no se imaginaba siquiera que William podía ser algo más peligroso que eso...
En cuanto ella entró al lugar, él dio indicaciones al conductor de ponerse en marcha hacia un nuevo destino al otro lado de la ciudad, prácticamente era regresar a donde lo había recogido inicialmente, el conductor estaba nervioso pero no dijo nada y se limitó a conducir en silencio; al llegar a la dirección indicada podía apreciarse 8 casa de 2 pisos, se notaba en su arquitectura que era reciente, lujosa y muy bien ubicada, William veía como el conductor lo mirada por el espejo retrovisor con cierta cara de desconcierto pero no le importó, bajó del auto y dio la vuelta hasta la ventana del taxista y abriendo su billetera cargada con un fajo de billetes sacó algunos y se los entregó al conductor dándole las gracias y tal como hizo antes con Caroline le dejó una generosa propina y se retiró entrando a la casa.
El conductor un poco desconcertado no arrancó de inmediato, observó con detenimiento a aquel hombre mientras entraba, era bien parecido y vestía muy bien, con lo que parecía ropa de marca, además mostraba muy buena educación y vivía en una casa lujosa como esa, seguro era alguien respetable pero aun así no podía entender porque había seguido antes a la chica, no se atrevió a preguntar porque tampoco era de su incumbencia, pero había quedado un tanto extrañado por la rareza de la situación.
William solía trabajar siempre de noche, sus horarios estaban alineados con la Bolsa de Australia y aun si no lo estuvieran igual su vida era completamente nocturna, no era muy sociable, siempre trataba de no llamar mucho la atención, así que sus salidas eran más por negocios que por diversión.
Se dirigió a su despacho y se sentó en su escritorio intentando concentrarse en su trabajo pero no lo logró, tecleaba en su computadora, pero aquellos ojos marrones seguían en su mente, tenía que volver a verla sin lugar a duda; aunque no fuera una buena idea, más bien era la peor idea de todas...
Al día siguiente regresó al club, parecía más lleno que la noche anterior pero singularmente la mesa en la que se había sentado antes estaba desocupada, seguramente era como lo había comentado ella el día antes, era una mala ubicación para quienes querían ver el espectáculo, cosa que no le importaba en lo más mínimo así que se sentó y esperó a ser atendido, para su decepción, no fue Caroline quien lo hizo, la buscó con la mirada varias veces por todas las mesas pero no la encontró, tampoco quiso preguntar para no llamar la atención; pasada más de una hora y media se aburrió y pidió la cuenta a la mesera que lo estaba atendiendo, solo había tomado 2 o 3 copas, ya estaba harto de la música y las insinuaciones de la chica ¿Cómo pude haber aguantado tanto ayer? Se preguntó a sí mismo.
Tan pronto como llegó a su casa, visiblemente molesto arrojó su saco en el sofá y se dirigió a la cocina, tomó un vaso de cristal de la alacena, abrió la nevera sacando un frasco y vertiendo su contenido en el vaso, lo bebió hasta dejarlo completamente vacío y sin darse cuenta apretó tan fuerte que lo rompió en mil pedazos incrustándose algunos fragmentos de cristal en su mano.
Miró malhumorado su mano herida y sacó uno a uno los cristales que se habían enterrado sin darle mayor importancia, sabía que era un simple rasguño y se curaría de inmediato, lo que realmente le molestaba era no haber podido ver a Caroline, pensar en esa mujer sin duda le provocaba mal humor, pero al mismo tiempo un raro sentimiento de anhelo o curiosidad, no sabía cómo definirlo exactamente y por eso quería verla de nuevo para aclarar sus pensamientos y despejar sus dudas.
Después de meditar un poco la situación se sintió un poco más tranquilo, recogió los pedazos de cristal que se habían esparcido por el suelo y limpió la sangre, finalmente tenía todo el tiempo del mundo para volver a verla, literalmente nadie tenía más tiempo que él, sino era hoy podría ser cualquier otro día; ese pensamiento lo tranquilizó aún más y lo dejó trabajar sin problemas esa noche, quizá mañana tendría mejor suerte con su recién iniciada misión...
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AMOR NOCTURNO
RomanceLa gente se pregunta todo el tiempo si lo sobrenatural existe, si somos los únicos seres pensantes en el universo... y que tal si te enamoras de alguien que es tan diferente hasta en su misma especie... ¿Acaso puede ganar el amor a pesar de todas l...