AMELIA
En cuanto pongo un pie en el salón de clases sé que no está. Giro hacia el pizarrón y tampoco encuentro el ya acostumbrado dibujo. Me inquieto.
Espero pacientemente. ¿Pacientemente? No me engaño ni a mí misma. Creo que he acomodado y alineado los papales más de cinco veces. Ufffff. No puedo creerlo.
El timbre que anuncia el comienzo de la lección se escucha y él todavía no llega. Supongo que es hora de comenzar.
Diez minutos han pasado. Diez minutos durante los cuales he quebrado como siete tizas. Estoy molesta. Muy molesta.
Un movimiento rápido en la puerta capta mi atención. David y Eren llegan sudados y jadeando. No puedo creerlo.
Miro mi reloj de pulsera, luego a ellos. Arrugo la nariz. No me gusta para nada la impuntualidad.
- Estamos cerrando el semestre. - jadea David - Es una clase sumamente importante. – insiste – Usted lo dijo. Necesitamos las notas. Por favor...déjenos pasar profesora Amelia.
- Bien. – cedo forzadamente – Pero tienen la ausencia.
EREN
Camino hacia mi asiento con todo el peso de su mirada puesta sobre mí. Tengo el pecho apretado con todas las emociones que estoy siento justo ahora.
Ella no va a perdonar esta impuntualidad. Han sido demasiadas. Sé que no tengo derecho a hacer el examen de la especialidad, pero es algo por lo que no tengo que preocuparme, mi acumulado académico es excelente y obtendré la nota máxima cuando discuta la Tesis. Tan claro como el agua.
El tap tap del lapicero de David me comienza a poner nervioso. Es la primera falta que recae sobre él desde que empezamos la Universidad, y es mi culpa.
Le miro de reojo y se le ve bastante incómodo. El estudiante modelo está sufriendo, lo cual me hace sentirme más culpable. Dejo escapar todo el aire que tengo en un suspiro.
- Permiso. – pido poniéndome en pie y caminando hacia ella –
Por cada paso que doy me voy desangrando mentalmente. La mirada que está dedicando podría fácilmente poner fin a mi vida.
Una vez frente a ella me atrevo a sonreír. En respuesta me gano una mueca y un ceño bien arrugado.
-¿Podría... podría no sancionar a David? - pido - Su llegada tarde fue absolutamente mi responsabilidad. Me hubiese distraído de igual manera en la Biblioteca si él no hubiese ido en mi búsqueda, precisamente para que no llegara tarde a su clase. - digo atropelladamente - Veníamos en tiempo, pero el profesor Petterson me interceptó en el camino y me retuvo. – ella me mira impasible – Explicado el asunto, puede apreciar que fue absolutamente mi responsabilidad.
-¿Te responsabilizas de la sanción que determine?
- Sí, lo hago.
- Bien. – asiente – Ninguno de los dos está ausente a clase. – dice mirándome directamente a los ojos, respiro aliviado – Eres mi alumno asistente, con efecto inmediato.
***
Pensé que la sanción iba a ser como mínimo, molesta, pero resultó ser toda una experiencia gratificante estar del otro lado de la línea. Ser profesor es estupendo.
Acabo de terminar una lección y estoy saliendo al pasillo acompañado de algunas estudiantes de primero cuando le veo venir de frente.
- ¿Cómo fue la clase? – pregunta acercándose –
-¡Estupenda! – chillan ellas a coro –
Él es tan bueno que apenas le extrañamos durante la clase. – Amelia arquea una ceja en respuesta – Es que...usted seleccionó muy bien a la persona que podría dar una clase tan buena como solo usted podría. – trata de corregirse – Nosotras nos vamos ya. – agrega buscando un poco de apoyo entre sus compañeras, que asienten con la cabeza – Nos vemos profesora Amelia, profesor Mesa. – sonríe coqueta –
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Amor entre letras [PGP2023]
RomanceDos almas en busca de amor con una misma pasión en común. ¿Será la diferencia de edad una ventaja o un inconveniente? (de momento no se me ocurre una descripción mejor, así que mejor lean el contenido de la historia, por favor y gracias)