Capítulo 15 Resfriado

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EREN

Dejo escapar otra maldición mientras el teléfono de ella me envía al buzón de voz por cuarta vez, después de haberme colgado dos veces.

¿Dónde está ella?

Pasan las nueve de la noche, está lloviendo a cántaros y no está en casa. Estoy de pie frente a la puerta de su apartamento, llevo aquí alrededor de quince minutos y no he podido localizarle.

Opto por enviarle un mensaje de texto. Justo cuando comienzo a teclear le veo doblar por el corredor.

Está absolutamente empapada, su cabello negro es una maraña húmeda por toda su cabeza, rostro, cuello, brazos...Con todo la ropa pegada al...

Recorro su cuerpo con la mirada y me detiene en las piernas desnudas. Nunca le había visto con una falda tan corta, enseñando tanta piel.

Es un deleite a los ojos, pero el pensar que otros le miren justo como yo lo estoy haciendo hace surgir sentimientos encontrados.

La confesión de Manuel me tiene paranoico y celoso. Bastante celoso. ¡Qué frustrante!

- Perdón. - se disculpa ella besándome superficialmente - ¿Eras tú quién me llamaba? - asiento con la cabeza - No podía contestarte bajo esta lluvia. - agrega -

- ¿Desde dónde vienes caminando?

- Más o menos tres cuadras. - responde mientras busca las llaves en un bolso pequeño de correa -

- ¡Amelia! - protesto -

- Estuve alrededor de media hora esperando que escampara bajo el portal de una tienda. - explica abriendo la puerta - No escampó. No iba a quedarme a esperar que lo hiciera así que decidí venir andando.

Le veo descalzar las sandalias, dejándoles sobre un tapete junto a la puerta; hago lo mismo con mis converse y el paraguas que traigo consigo.

- Voy a regalarte un paraguas.

-Te lo agradeceré, pero no me durará mucho. - alega ella - ¿Sabes cómo me llaman mis abuelos? - niego - El terror de las sombrillas.

Sonrío divertido.

- Me gusta tu falda.

- A mí también. - sonríe descaradamente - Ven.

Le sigo hasta la cocina, evitando al pasar el agua que escurre de la ropa de ella, mojando todo el lugar. Le veo tomar una Vitamina C de un frasco que hay sobre el frigorífico, reduce la pastilla a fino polvo que disuelve en medio vaso de agua. Se la toma.

Río al verle realizar una mueca.

Me quedo en la puerta de la cocina viéndole moverse por el lugar haciendo preparativos de comida. Se ve estupenda con esa ropa ligera haciendo cosas comunes y domésticas.

Se detiene de golpe y estornuda.

Sonrío bien bajito ante el sonido tan agudo y peculiar del estornudo que se le escapa. Ella gira y me amonesta con la mirada.

- Tu manera de estornudar es... - ella enarca una ceja - Muy refinada. - continúo para después recobrar la seriedad forzadamente -

- ¿Te bañaste ya? - pregunta de la nada -

- Sí. - responde sorprendido por el cambio repentino de la conversación -

- Báñate conmigo. - ordena ella como si yo hubiese dicho no -

Pero no me quejo, le sigo obediente al baño. Una vez dentro ella abre la ducha. Se voltea en mi dirección y deja caer la falda hasta el suelo, mostrando unas bragas de color rosa tenue, se deshace de estas; saca la blusa por encima de la cabeza junto con el top de hacer ejercicios, dejando sus senos expuestos.

Amor entre letras [PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora