Capítulo 07 Un poco de mimos

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AMELIA

Antes de entrar al salón lo sé, sin necesidad de que alguien me lo diga. Lo siento en mis huesos.

En cuanto me siento a mi buro y elevo los ojos le veo, él está al final del aula rodeado del resto de sus compañeros. Vistiendo una de sus acostumbradas camisas a cuadros, con ese cabello rubio que parece nunca ser peinado que tan bien le queda y la musicalidad de su sonrisa haciendo eco contra las ventanas y paredes del lugar.

Eren está de vuelta.

Voltea su rostro en mi dirección y hacemos contacto visual. Me tenso al verle abandonar su puesto y caminar en mi dirección. Por puro instinto me pongo en pie y camino hasta el pizarrón donde, por supuesto, está el corazón de tiza.

- Buenos días profesora. - escucho a mis espaldas - ¿Me echo de menos?

Todo cuanto puedo ver son sus ojos entrecerrados y su rostro contraído mientras deja escapar un gemido de placer, y el tamaño y dureza de lo que había sostenido cuando...

- ¿Profesora? – insiste -

Recuesto mi frente en la pizarra y cierro los ojos de golpe. De repente siento vértigos y deseos de vomitar. El poco aire que llega hasta mis pulmones está saturado del delicioso y varonil perfume que emana de él.

- No... no me estoy sintiendo bien. - balbuceo -

- Se ha puesto muy pálida.

Nota una de mis estudiantes, provocando que todos se me acerquen en tropel.

- ¿Le está doliendo la cabeza?

- ¿Padece de la presión?

- ¿Profesora?

Demasiadas preguntas al mismo tiempo. No logro concentrarme. Mientras más me preguntan peor me siento, más fatiga me da y...

- Me voy a desvanecer... – susurro mirando en su dirección – Eren...

Pierdo el conocimiento justo en los brazos de él.

***

Espero pacientemente que la enfermera termine de tomarme la presión por segunda vez.

- ¿Has estado bajo estrés últimamente?

- Solo un poco. – minimizo – No fue nada, solo no tuve tiempo de desayunar.

- Amelia, no eres una niña pequeña. – me regaña – Estás trabajando más de lo que deberías...necesitas alimentarte correctamente, necesitas descansar.

- Lo haré en cuanto llegue a casa.

- ¡No hay casa que valga! – protesta – Tengo la certeza de que en cuanto salgas por esa puerta vas a dirigirte al próximo salón de clases.

- Maura...

- ¡Maura nada! Eres una profesional sumamente responsable, pero cuando se trata de ti te vuelves muy negligente. No eres capaz de responsabilizarte por ti misma, por lo que...

- ¿Y si me responsabilizo por ella?

Ambas miramos hacia la puerta donde un rubio vestido de blanco y una camisa de cuadros azules con una bolsita de compras está entrando.

Un escalofrío recorre mi espalda.

Camina hasta la cama donde estoy tendida y me ofrece un jugo de manzana y un bocadillo de jamón y queso. Estoy a segundos de rechazarlo, pero ante la severa mirada de la enfermera solo me limito a sonreír amablemente.

- Cómelo...ahora.

Ordena la enfermera y, muy en contra de mi voluntad, comienzo a beber el jugo.

- ¿Eres su chico dorado? – le pregunta la enfermera –

Amor entre letras [PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora