Capítulo 11 Yo siempre tengo ganas de verte

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AMELIA

Sonrío complacida al colocar otra calificación de cinco puntos en el extremo superior derecho de un examen. La clase 1ro-2 de Literatura Clásica Alemana había mejorado notablemente desde que Eren les estaba asistiendo.

No me equivoqué al seleccionarlo, él es sin lugar a dudas el estudiante más maravilloso al que he tenido el placer de enseñar.

Dejo de escribir tendiéndome sobre la superficie de la cama. Pienso. La relación alumno-profesor entre Eren y yo ha tomado un giro enormemente radical. Él es tan...

Me vuelve de golpe el recuerdo del rostro de él mientras se corría en el interior de mi boca. Llevo las manos mi rostro, cubriendo mis mejillas sonrojadas al tiempo que pataleteo sobre el colchón.

Todavía no me creo que haya hecho semejante cosa en un aula de la Universidad, y con un estudiante. Ufffff...hacia tanto tiempo que no me sentía así de salvaje.

Aunque, fue genial tener el control absoluto sobre el placer de una persona. Nunca me voy a cansar de ver su mandíbula tensa, su rostro contraído y sus ojos verdes encendidos.

Jadeo mientras muerdo uno de mis labios y me vuelvo líquida entre las piernas.

Extiendo una mano y tomo mi móvil. Compruebo la hora: 12:17 de la mañana. Es demasiado tarde para aparecerme en su casa. Muevo la cabeza de un lado a otro intentando alejar ese pensamiento tan precipitado. Amelia concéntrate.

El eco del timbre llega hasta la habitación, débil y apagado. Me incorporo esperando la repetición, que sucede instantáneamente. Y una vez más y otra vez.

¡Qué irritante!

Pienso mientras camino hasta la salida y abro la puerta de un tirón.

- ¡¿Qué?! - grito irritada -

Eren es quien está de pie delante de la puerta, con la mano en el interior de los bolsillos de una parca roja. Eleva sus ojos a los míos y todo mi cuerpo entran en ebullición, estoy taaan excitada.

Sin que le conceda el paso, él entra, cierra la puerta tras de sí y camina en mi dirección. Retrocedo por instinto, con los labios temblorosos y las manos unidas detrás de la espalda. Él se ve totalmente intimidador. Me sonríe y casi se derrito porque... está aquí, en mi casa.

¡Gracias a quién sea que haya enviado este regalo!

Sonrío ante la osadía de mis pensamientos. En respuesta el suspira, captando toda mi atención. Ahora es él el ruborizado, con la respiración entrecortada y un bulto prometedor bajo los pantalones de mezclilla.

Recuerdo lo que me dijera sobre mi sonrisa, y le dedico otra aún más grande mientras muerdo mi labio inferior seductoramente. En respuesta, él se abalanza sobre mí empujándome contra el estante de libros, que golpea con fuerza contra la pared, provocando la caída de varios ejemplares al suelo.

Apenas si nos besamos. Estamos demasiado ocupados tratando de quitarnos la ropa. Rayos, ¿Por qué tengo tanta ropa encima? Necesito sentirle como que... ¡Ya!

Me voltea de cara a los libros y baja con una mano los pantaloncillos cortos junto con las bragas mientras con la otra va haciendo lo mismo con sus pantalones y bóxer. Palmea suavemente mi trasero con una mano, que asciende poco a poco hasta la coleta que tengo, se sujeta de ella y tira mientras se hunde en mi interior.
Invadiéndome implacablemente.

Esta vez se siente más profundo, delicioso. Gimo mientras él comienza con un ritmo muy lento, traza círculos con las caderas y retrocede, se detiene un momento y vuelve a empujar. Repite el movimiento una y otra vez. Provocando que jadee cada vez más alto, lo cual parece gustarle.

Amor entre letras [PGP2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora