Capítulo 23 Bautizo

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EREN

Tras el desayuno decidimos dar un recorrido por la ciudad. Parte de la compensación que Melia tiene preparada, es un almuerzo solo para nosotros dos.

El restaurante al que entramos está oscuro y prácticamente vacío; como casi toda la ciudad. Aparentemente todos son devotos religiosos que no se pierden la misa de los domingos.

El olor dentro es increíble, mi boca se hace agua al imaginarme degustando la comida. Y eso que nunca antes he consumido comida asiática.

Nos sentamos en un reservado en la esquina e inmediatamente una camarera morena bastante bonita se nos acercó para ofrecernos el Menú.

¿Honestamente? No tengo la menor idea de lo que estoy leyendo. Mientras más reviso más me confundo.

Melia me observa divertida y decide por los dos. Lo cual es un gran alivio y, confío en que haya escogido algo delicioso al paladar.

Miro mis dedos entrelazados sobre la mesa y espero. A mi lado ella sonríe divertida y le miro.

- ¿Realmente nunca has estado en un restaurante chino antes?

- ¿Acaso no es más que obvio? - respondo con otra pregunta - Allá en casa no hay ninguno que quede relativamente cerca y nunca me ha dado curiosidad. No sabía que te gustara la comida china.

- A mí me gusta la comida en general. - simplifica - Pero la asiática... - deja la palabra suspendida en el aire unos minutos - Tiene su cosa. No sabría decirte qué específicamente, pero creo que eso es lo que me atrae.

Sonríe y se le ilumina el rostro. Joder. Es tan hermosa. Recorro con la mirada el sencillo vestido azul marino de tirantes que lleva, piernas kilométricas desnudas asoman por debajo del dobladillo y sólo por encima de las rodillas. Esa piel blanca y perfecta que sé, se sonroja con un leve toque mío.

Muerdo mi labio inferior ante una idea. Río mentalmente y deslizo un dedo suavemente desde su hombro hasta su muñeca, poniendo toda su piel de gallina. Lo que me gana una confusa mirada de censura.

- ¿Qué haces?

Ignoro su pregunta desapareciendo la mano bajo la mesa y tocando la suave piel de su muslo.

- Eren...

Cortando la queja que sé va a exponer, deslizo mi mano bajo su ropa interior y muevo los dedos hasta donde se unen sus muslos, justo donde está húmeda.

- ¡Joder Melia! - expongo sorprendido - Muero de ganas de devorarte. - en respuesta ella jadea con fuerza, apretando el dedo que tengo en su interior - ¿Crees que pueda hacer que te corras antes de que llegue nuestro pedido?

- Eren por favor...

- Tomaré eso como un sí. - me burlo bien bajito junto a su oído -

Comienzo a mover mis dedos en círculos pequeños, frotando y presionado como sé que le gusta.

Coloco mis ojos en ella, su cara es un poema hermoso y sensual que yo solo sé leer.

Cada suspiro y gemido contenido me dan ganas de tocarla aún más. La manera en que sus dientes perfectos muerden con fuerza su labio inferior, poniéndolo todo rojo y sus pestañas aletean sobre sus mejillas, sorprendiéndose ante las sensaciones a las que estoy sometiendo su cuerpo.

La perfecta y estricta docente universitaria buscando el contacto de los dedos de su estudiante, ahogando los jadeos, con las mejillas sonrosadas y la respiración errática.

Aprieta con fuerza los muslos y sé que está lista para dejarse ir. Hundo mis dedos más en ella y froto con el pulgar, rápido, más rápido, cada vez más rápido. Melia vuelve su rostro contra mí cuello, ocultándose tras la cortina de sus cabellos negros y obedientes al tiempo que explota su clímax.

Justo cuando un camarero aparece con una bandeja enorme con nuestro pedido.

- Cerdito Teriyaki con su guarnición de arroz cantonés, Dumplings de Res, Kaburamaki Griego, Yakisoba, Maripositas Chinas y dos cervezas.

Anuncia con una sonrisa. Yo llevo la mano que tenía bajo la mesa a mis labios y me lamo los dedos, robándole una expresión de sorpresa a mi novia. Lo cual coloca una sonrisa de satisfacción en mis labios.

- ¿Puede empaquetarlo todo para llevar? - pregunto inocentemente - Es que nos ha surgido un imprevisto.

***

AMELIA

Apenas si logro cerrar la puerta del dormitorio en lo que se inclina hacia delante y hunde su lengua dentro de mi boca mientras enreda sus dedos en mi pelo, aprisionándome entre su cuerpo y la pared.

Sube con rapidez la tela del vestido por mis muslos y gimo en su boca cuando sus largos y firmes dedos encuentran el borde de la tela (más que húmeda) de mis bragas para bajarlas de un fuerte tirón.

Le ayudo a quitarse el cinturón, los pantalones y los calzoncillos; y él me recompensa levantándome a pulso y hundiéndose en mí interior en un solo movimiento que me hace sentir liviana como una pluma.

Jadeo con fuerza ante la sensación. Nunca jamás en toda mi vida me voy a cansar de sentir a Eren entre mis piernas.

Comienza a moverse rápido y brusco desde el inicio, lo cual demuestra lo mucho que me desea y joder, sería una terrible hipócrita si dijera que no echaba en falta esto.

Mi habitación, en la que he pasado prácticamente toda mi adolescencia, se ve inundada de gemidos, gruñidos y un golpeteo constante.

Los labios de Eren están en toda la piel posible entre mi cuello y pechos. Las intensas sensaciones me tienen tan saturada y mareada.

Muerde mi clavícula con fuerza y dejo caer la cabeza hacia atrás contra la puerta mientras percibo el inminente orgasmo creciendo en mi vientre, el cual, con tres fuertes estocadas más entre mis piernas termina explotando tan fuerte que me arranca un grito.

-¡Joder Melia!

Me muele con sus caderas en un ritmo errático para después correrse con un gemido bajo, con los dedos presionando con fuerza sobre mis caderas.

Permanecemos así unos segundos (o minutos), yo con mis piernas enrollando sus caderas y él apoyando su peso contra mí, con su respiración irregular contra mí cuello.

-Joder, joder, joder... - hunde sus ojos verdes eléctricos en mí - Nunca voy a cansarme de perderme en ti.

-Ni yo de que lo hagas.

Con una sonrisa de suficiencia sale de mi interior y me siento tan vacía que casi se me escapa un mohín de protesta.

Regresa con un paquete de toallitas húmedas y saca una.

-Vamos a limpiarte y celebrar con comida china que oficialmente, hemos bautizado tu habitación.

-Señor, sí señor.

Expongo sonriendo tan ampliamente que me duele las mejillas.

*
*
*

¡Holliwis!

Creo que nos merecíamos un capítulo de cariñito y piel expuesta.

Bueno, igual solo tenía ganas de escribir alguna cochipuercada. Sorry.

Ojalá les haya gustado.

Déjenme un like y un comentario con sus opiniones.

~ (〃゚3) ~ 💛

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⏰ Última actualización: Sep 20 ⏰

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