𝚅𝚒𝚛𝚞𝚜 | 𝙱𝚊𝚔𝚞𝚐𝚘𝚞 𝙺𝚊𝚝𝚜𝚞𝚔𝚒

VI

No sabe con exactitud en que momento ocurrió, sin embargo. Ya llevan un buen tiempo escondidos en aquella casa, racionando la comida lo suficiente para que les alcancé con el pasar de los días, el caos no se detuvo, de hecho, apagaron unos cuantos incendios aledaños a la casa donde se resguardan para que el fuego no la alcanzará, ninguno tiene conocimiento alguno de sus compañeros o padres, por lo ocurrido en la UA tienen la sospecha de que muy pocos son los sobrevivientes, del atentado y esperan al menos, algunos de sus compañeros estén vivos.

La interacción con Shigaraki solo se resume a ellos vigilando el cuarto y una que otra ocasión dan pequeñas charlas, cómo el albino mencionó, la soledad puede orillar a la locura y nadie quiere a un jodido criminal totalmente desquiciado que pueda asesinarlos mientras duermen.

¿Por qué no lo han echado? Bueno, no son tan desalmados para tirar a alguien a su muerte, aún cuando esté haya sido en su momento, la amenaza más grande de Japón.

—Oye idiota. —Es turno de Katsuki de vigilar de Shigaraki mientras Kirishima y Hanta se encuentra vigilando por entre los pequeños agujeros de las ventanas. —Te traje esto, la comida se esta acabando, así que es probable que pronto nos vayamos de aquí.

El albino no responde, pero toma la lata que le está siendo ofrecida, tomando un cubierto para empezar a comer su contenido en silencio. Eso mosquea ligeramente al cenizo, que gruñe bajo por la molestia.

—Tch.

—¿Asesinaste a alguien?

—¿Qué?

Son extensos los segundos donde Shigaraki traga lo que tiene en la boca, sonriendo un poco. De forma evidentemente burlona y maliciosa.

—Dije, ¿Que si mataste a alguien? Tu cara muestra arrepentimiento.

Los músculos del menor se tensan un poco, este mira a los lados, aún cuando sabe que solo están ellos en la habitación, más aún, en el pasillo, pues uno de sus amigos está en la ventana al final del pasillo vigilando qué ningún infectado se interese por lo que hay en la casa, o en otras palabras, que no detecten la presencia de los cuatro.

—No mate a nadie... Ellos ya no son personas. —Murmuro algo tenso.

—Pero mataste a alguien antes de que se transformará, ¿Me equivocó?

—No...

El suspiro que sale de los labios del menor le genera cierta curiosidad al albino, quien por primera vez rompe el pequeño espacio que se crea entre ellos y le mira, agachándose un poco.

—¿Quien fué? —Pregunta más que interesado, sus ojos brillan de forma leve y el cenizo da un pequeño paso hacia atrás.

—¿Para que carajos quieres saber eso? —Pregunta, aún más tenso que antes. Pues claramente conoce esa mirada y esa sonrisa, la misma que le dedicó cuando fue secuestrado. —Eso a ti no te importa.