VII

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—De cierta forma, pensé que tendríamos un poco más de tiempo en esa casa

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—De cierta forma, pensé que tendríamos un poco más de tiempo en esa casa.

—¿Una semana no te pareció suficiente? Y para terminar, ¿Por qué carajo dejamos que Shigaraki viniera con nosotros?

El par de ojos se centran en el cenizo que está caminando al frente, todos tienen sus mochilas van en silencio, con protecciones en las extremidades, el albino por su parte, va de último. Apenas y le había quedado una camisa que el pelirrojo le prestó por ser el más fornido de los tres menores.

—Porque dijeron que podía acompañarlos, al menos hasta algún otro escondite.

—Luego te irás a la mierda, bastardo.

La sonrisa en los labios del mayor le saca un ligero escalofríos al pelirrojo que miro de reojo el como mira a su mejor amigo, no le gusta, le genera una sensación pesada en el pecho y sabe de antemano, que eso no significa nada bueno. La última vez que Katsuki sintió eso la UA terminó en fuego y cadáveres, si, ciertamente no era alentador cuando a alguno le comenzaba a doler el pecho, la paranoia se apoderaba de ellos.

—¿Crees que los demás estén cerca? —Pregunta Sero, se detienen justo antes de cruzar a la calle principal de esa vereda residencial, es él cenizo quien les hace callar.

—Cierren la boca, creo que escuché algo.

Lentamente parte del rostro del cenizo se asoma por entre algunos escombros y la pared que aún se mantiene en pie, siente la sangre esfumarse de su cuerpo y es, en ese momento. Dónde mira a sus compañeros con pánico creciente.

—Retrocedan lentamente, sin ruidos.

Dice bajo, alejándose lentamente de la pared mientras los demás retroceden, el cenizo intenta seguir al pendiente, aún sin ver.

Del otro lado del muro, se puede ver a un grupo de errantes comer lo que en su momento fueron sus hijos u mascotas, no sabe identificarlo a ciencia cierta y no es como que tenga muchas ganas de ello del saber el porque o el que.

Nuevamente estaban frente a aquella residencia, los cuatro lucen frustrados por presumen estar rodeados por las dos únicas vías viables para llegar a otro vecindario o la carretera y por ende, la autopista. Permanecen en silencio mientras el cenizo lo medita un poco, quedarse significaría soportar el hambre, irse, significaba correr el riesgo de morir comido y eso claramente no lo quiere.

—Mierda.

Bufa bajo, rayando la tierra con un trozo de rama, por un momento se detiene, levantando bruscamente el rostro.

—Tengo una idea.

Los demás se fijan en él esperando que diga algo que les sea útil, este toma su mochila y casi como reflejo los demás también, incluído Shigaraki.

—Pelos de mierda, necesito que te endurezcas, cintas, intenta hacer una pequeña catapulta.

—¿Eh? ¿En qué diablos piensas?

𝚅𝚒𝚛𝚞𝚜 | 𝙱𝚊𝚔𝚞𝚐𝚘𝚞 𝙺𝚊𝚝𝚜𝚞𝚔𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora