XVII

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La ciudad quedó reducida a edificios en decadencia donde las plantas tomaban todo a su antojo, vidrios rotos por todos lados, autos destruidos o llevados por el olvido, definitivamente no era la imagen de motivación que querrías ver todos los días...

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La ciudad quedó reducida a edificios en decadencia donde las plantas tomaban todo a su antojo, vidrios rotos por todos lados, autos destruidos o llevados por el olvido, definitivamente no era la imagen de motivación que querrías ver todos los días, pero para él, era casi un territorio conocido, salir en el día le garantizaba más seguridad que las noches dónde los infectados parecen deambular más por la ciudad buscando algún pobre diablo que comer o que animal tomar desprevenido, el olor no era lo mejor, pero en cuestión de seis meses logro acostumbrarse al hedor de la carne podrida y sangre.

—Esto es un asco. —Gruño bajo cuando vio a un grupo de errantes perseguir a alguien, no se metió, no era su deber, quienes debían estar al pendiente de esas personas les abandonaron o murieron. —Ninguno de ellos era un verdadero héroe... —Murmuro con molestia.

El sol del mediodía era el más irritable, su piel se quema bajo su luz y no hay muchos lugares para esconderse, no sabe cómo, pero termino por llegar a una zona de suburbios, las casas, en su mayoría. Estaban destruidas, a excepción de algunas cuantas.

—Esto no es justo. —Escucho a lo lejos y sus cejas se fruncen, empezando a caminar en aquella dirección. —¿Que se supone que hagamos ahora? El profesor Aizawa fue mordido. —Tras unos cuantos escombros ve a lo que parece una chica.

—Se que no es justo joven Uraraka, pero ya escuchaste a Eraserhead. —Siente como su respiración se entrecorta al ver aquellos mechones rubios. —Debemos empacar lo poco que tenemos y debemos irnos.

—¡¿Y que pasará con Eri?! —Otra chica, de cabello negro apareció, con una niña tomada de su mano. —Ella dijo que podía intentar rebobinar lo hasta antes de ser mordido.

—Podriamos dejar que lo intente, pero es arriesgado. —Suspiro un poco, frotando el puente de su nariz.

Los pies de Stain se mueven casi de forma mecánica en dirección a quien alguna vez fue el número uno, la respiración le pesa y finalmente siente el peso de su cansancio sobre sus hombros, traga saliva en busca de algo que lo hidrate y cuando está a unos cuantos metros de las adolescentes y el hombre termina desmayandose.

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𝚅𝚒𝚛𝚞𝚜 | 𝙱𝚊𝚔𝚞𝚐𝚘𝚞 𝙺𝚊𝚝𝚜𝚞𝚔𝚒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora