Una extraña enfermedad desata el caos y la caída de la sociedad creada por los héroes.
𝙵𝚊𝚗𝚍𝚘𝚖 𝙱𝙽𝙷𝙰
𝙻𝚘𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚜𝚘𝚗𝚊𝚓𝚎𝚜 𝚙𝚎𝚛𝚝𝚎𝚗𝚎𝚌𝚎𝚗 𝚊 𝚛𝚎𝚜𝚙𝚎𝚌𝚝𝚒𝚟𝚘 𝚊𝚞𝚝𝚘𝚛
𝙿𝚊𝚛𝚎𝚓𝚊𝚜 𝙻𝙶𝙱𝚃+
𝙻𝚊 𝚑𝚒𝚜𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊 𝚜𝚒 𝚎�...
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La situación es complicada, demasiado si se tiene en cuenta que en ese momento están parados frente a un grupo de sobrevivientes que sostiene armas apuntando les, tienen sus dones, pero la fuerte lluvia lo deja completamente inútil y solo puede defenderse con un machete que tomo de la sección de jardinería antes de abandonar el supermercado. Katsuki suspira, mientras se encuentra parado tras Shigaraki, por alguna razón el albino le sujetó con fuerza y lo dejo a sus espaldas, como si lo intentará cuidar de aquellas personas.
—Ya lo dijimos una vez, así que les daré una última oportunidad. Dejen sus cosas y largo. —Ordena el hombre armado con lo que parece una escopeta de doble cañón, el pelirrojo, quien se encuentra encarando la situación traga saliva.
—N-no es necesario recurrir a la violencia, ya les dijimos de dónde tomamos nuestras cosas, el supermercado no está a más de un kilómetro. —Su piel se encuentra endurecida, de ellos, quien puede aguantar el impacto de una bala es él.
El hombre suspira con cansancio, levantando su arma listo para disparar contra el pelirrojo, aquello los pone alertas, siendo Katsuki quien lentamente se asoma y sale de detrás del albino.
—Ya les dijimos lo que querían oír, nuestras cosas no las tendrán. Malditos imbéciles.
Es solo cuestión de segundos, cuando aquellos hombres acaban prácticamente amordazados por la cinta del pelinegro, el cenizo se acerca, con una sonrisa juguetona apuntando con el objeto afilado al líder de su grupo. Cambiando la expresión en solo cuestión de segundos.
—Pudieron irse cuando se les dió la oportunidad, pero ya que no lo hicieron. —Presiono un poco el filo contra su garganta, sin herirlo realmente. —Pelos de mierda mira en sus cosas y saca lo que creas que nos conviene.
El pelirrojo asiente con rapidez, tomando las mochilas que fueron dejadas aun lado para empezar a sacar algunas armas, cuchillos y navajas, además de algunas botellas de agua y refresco.
—Crei que tenían suficientes provisiones para mínimo dos meses...—Murmura el hombre, aún con el filo del arma en el mentón.
—Y así es, pero no podemos arriesgarnos. —Katsuki da un ligero golpecito con este a su mejilla, alejándose apenas un poco. —Shigaraki, cuida que este imbécil no se mueva ni intente hacerse el listo, aún no terminamos.
—Bien.
El cenizo siente un par de miradas en la nuca, ni siquiera se digna en mirar, solo sube la capucha de la sudadera que tiene y revisa algunas mochilas junto al más alto. Los minutos pasan y cuando escuchan algunos gruñidos saben que es su momento de irse. Tiran las mochilas al suelo, tomando las propias y apenas alcanza a cortar una de las cintas para liberar a esa gente.
Los ve soltarse y tomar sus cosas, corriendo rumbo al supermercado. Apenas logra hacer una morisqueta, sabiendo de antemano que el lugar fue invadido hace una semana y que seguramente de su estructura solo queden escombros.
La lluvia se hace más fuerte, apenas y pueden ver por dónde pisan cuando es prácticamente arrastrado por el pelinegro a una tienda que se ve abierta, al entrar, los cuatro jadean un poco. Hurgando en sus bolsos para tomar las botellas de agua.
—¿Creen que debamos pasar la noche aquí? —Pregunta Shigaraki, está igual de empapado que ellos, con la sudadera grisácea pegada al cuerpo y goteando.
—No sabemos que tan seguro sea este lugar, podemos asegurar la puerta y tapar las ventanas. —Opina Sero, quitándose la sudadera y dejándola tendida sobre el mostrador.
—Hagamos parejas, unos van y miran arriba y otros se quedan aquí asegurando todo. —El cenizo habla bajo, dejando de igual forma su sudadera en el mostrador.
La noche no tardará en llegar, por lo que deben asegurarse que el lugar sea completamente seguro para ellos, no es como que se vayan a quedar días enteros, solo será una noche y cuando los primeros rayos de sol golpeen se irán.
Kirishima asiente, siendo quien armo los grupos, envía a Shigaraki y Sero a la parte superior, quedándose él con el cenizo asegurando todo.
Claro que aquello lo toma como una oportunidad para hablar con su amigo, lo nota extraño desde hace más de un mes y tiene cierta idea del porque, sabe que verlo con la mirada perdida en la nada no significa nada bueno y basándose en su propia experiencia, sabe que el cenizo debe tener un par de fantasmas rondando su mente.
—Con esto es suficiente blasty. —Dice al cerrar la puerta con ayuda del cenizo, atravesaron un estante bastante pesado. Las ventanas ya tenían algunos tablones cubriéndolas, ellos solo terminaron de asegurarlas. —Necesito... Necesito decirte algo.
—Que cosa.
El cenizo luce distraído en ese momento, buscando algo de comer en su bolso. Cada uno tiene una cierta cantidad de comida en las mochilas, no son de forma individual, lo comparten, pero en momentos donde a alguno el hambre lo hacía detenerse, podía tomar alguna cosa, pequeña y que su ausencia no fuera tan notable.
—Te he visto... Hablando solo en algunos momentos, mirando fijo a alguna esquina de la habitación, ¿Te pasa algo? ¿Quieres hablarlo?
El más bajo se tensa unos momentos, mordiendo su labio inferior con molestia que intenta retener.
—Vamos Katsu-chan, dile que pasa por esa jodida mente tuya. —Aun cuando se trate de su imaginación, creyó sentir la mano de Deku golpeando su cabeza. —Dile que la culpa de mi muerte y de Touya no te permite dormir como un maldito bebé.
—Yo no... —Titubea, agitando un poco la cabeza, no está solo, no está solo. —No tengo nada, talvés te estás volviendo loco.
De su mochila saca un empaque de galleta pequeño, sentándose en el suelo a comerla con lentitud. Kirishima no luce contento por su respuesta, sentándose frente al mayor y mirándole con reproche.
—No soy idiota, algo te ocurre, puedes decirme el que, Blasty. —Sonrie, de forma tan extensa que el cenizo creyó que brillo por un momento.
Un suspiro escapa de sus labios, tragando lo que tiene en la boca para mirarle, vacila un poco en sus palabras, mordiendo después su labio inferior.
El pecho le arde, le genera una incomodidad que no sabe explicar del todo.
—Desde hace semanas... Estoy viendo a Deku y Dabi. —Murmuro, mordiendo su labio inferior. —Estan siempre a mis espaldas, susurrando, burlándose de mí, diciéndome asesino.
La galleta queda en su pierna, suspirando un poco cuando los brazos del pelirrojo lo rodean y apoya la frente en su pecho. No llora, ya no hay lágrimas que derramar, sin embargó. Si está la sensación extraña en su cuerpo, junto a la de ser observado todo el tiempo.
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