3. Libros

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—Los cuerpos estaban apilados, parecían papel, completamente pálidos sin una gota de sangre corriendo por sus venas susurró la tía Anna mientras cerraba el periódico y Katherine la escuchaba atenta.

—¿Por qué los habrán encontrado así?—

—No se... dice que los familiares de las víctimas coinciden en que todos desaparecieron de noche—

Kenneth bajó corriendo las escaleras, se había podido inscribir a la escuela y aquel sería su primer día, claramente estaban preocupadas de que él saliera pero no podían contarle a detalle lo que había pasado.

—Ven Ken, siéntate... Te preparé de desayunar—

—Gracias Kat, amo los panes con fresa—

—Escucha, la tía Anna te llevará y traerá de la escuela, es peligroso salir solo—

—¿Aún no encuentran a las personas?—

—Aún no...—

Kenneth continuó comiendo. Conocía a su hermana, probablemente había pasado algo peor, era pequeño, sí, pero a los 9 años se puede saber cuan cruel puede ser el mundo, o al menos a un nivel de lo que él conocía.

El ambiente estaba tenso, a cualquier hora en cualquier sitio de Lancaster se podía sentir la angustia ante la situación que se estaba viviendo. De forma irónica, para estar a salvó todo estaba vacío, había poca gente fuera, lo que lo hacía más solitario y peligroso.
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—Buen día joven Chalamet—

—Buen día señorita Wood, pase—

—Gracias. Traje panes con fresa—

—Que delicia, gracias. Mi padre ya está despierto—

Entraron a la casa, ella comenzó a sacar la comida de su cesto, observó como Timothée daba algunas vueltas alrededor del sitio mientras fruncía el ceño tratando de organizar sus pensamientos.

—¿Todo bien señor Chalamet?—

El joven se detuvo al escuchar su nombre, parecía que lo habían despertado de sus pensamientos.

—Uhm, escuche, quería preguntarle... si puede quedarse a cuidar a mi padre de forma continua por unos días—

—Oh, ¿quedarme aquí?—

—Si, debo hacer un viaje a Francia y me tomará algunos días—

—Claro, no hay problema—

—Le agradezco... aumentaré su pago, por supuesto—

—Está bien— sonrió.

Katherine continuó preparando el desayuno. Tenía mucha curiosidad de conocer el trabajo de aquella familia, hasta donde su tía le había dicho, eran comerciantes que traían productos desde su natal Francia para comercializar aquí.
Y era evidente, tenían incluso hermosas piezas de decoración en su casa con leyendas grabadas en francés, que por supuesto no entendía, pero hacían lucir todo más elegante.

Después de hacerse tantas preguntas mentalmente terminó el desayuno y fue camino a la habitación del anciano.
Yacía en la cama con la mirada perdida.

—Buenos días señor Chalamet, le preparé avena e hice mermelada, me encantaría que la pudiera probar, son las fresas que tiene en su huerto, su hijo me obsequió algunas— acomodó los platos en la mesa de noche y procedió a limpiar la cara del señor con un trapo húmedo.

—Ha sido una calurosa noche ¿verdad? Me encanta la primavera— Comenzó a alimentarlo, el hombre hacia contacto visual de vez en cuando, solo asentía con la cabeza y movía los brazos. Pocas veces había intentado hablar pero era como si su cuerpo estuviera tan débil y cansado que no podía formular una palabra, si bien ya comía más, seguía sin salir de la cama.
—Perfecto, se terminó todo— abrió el cajón del buró buscando la medicina, había 2 frasquitos de esta. —Muy bien, ahora tome—
El hombre hizo un gesto señalando el otro frasco, quería más medicina.
—No puedo darle más señor, pronto estará mejor—

Bajó a la cocina a lavar todo, al pasar por el pasillo se percató de que el muchacho aún no se iba.

—¿Todo bien?— le preguntó a la joven con una sonrisa.

—Si, comió muy bien- devolvió el gesto—

—¿Hoy no irá al pueblo joven Chalamet?—

—No, hoy debo organizar el viaje a Francia, partiré en dos noches—

—Oh muy bien— Una sensación de miedo recorrió su cuerpo —No quiero ser entrometida pero... No es muy seguro salir de noche ahora, ¿No cree?—

—Estaré bien— sonrió con un poco de ternura para luego subir las escaleras rápidamente.

Después de un rato Katherine escuchó que el joven la llamaba desde arriba —¡Señorita Katherine! ¿Puede venir por favor?—

La muchacha se dirigió hacia la voz que lo llamaba y se percató de que provenían de las escaleras que subían al tercer piso

—Disculpe, puedo? ...—

—Claro, suba por favor— bajó hacia donde estaba ella para guiarla. —Quiero mostrarle algo que probablemente le gustará—

Subieron, había un largo pasillo con vitrales oscuros que dejaban entrar una débil y opaca luz, del otro lado, había dos puertas.

—Venga, por aquí—

Entraron a la primera. Katherine se quedó perpleja al ver semejante biblioteca, estantes gigantes atiborrados de libros, una mesa y dos sofás.

—Tengo libros muy antiguos, novelas, ficción, historia... Pero aquí tengo lo que le podría interesar— hizo un gesto con su mano y se acercó a uno de los estantes.

—Historia del arte, los grandes del renacentismo, Da Vinci ...— tomó uno acariciando con delicadeza su portada, lo pasó a las manos de la joven que se había quedado sin palabras. —Vealo, ¿Ha oído sobre Leonardo Da Vinci?—

—Si, algunas veces—

—Este libro es una recopilación de sus bocetos anatómicos y de algunos inventos—

Katherine comenzó a pasar las hojas con atención y cuidado, sus pupilas dilatadas y el silencio evidenciaban lo encantada que estaba y a Timothée parecía darle orgullo que pudiera compartir aquello con ella. —No tenga prisa, puede venir cuando quiera, si se quedará aquí los próximos días lo necesitará— rió. —Le dejaré la llave en la maceta de afuera—

—Le agradezco mucho la confianza en verdad, esto es... Es hermoso, me encanta—

—Espero que le sirva un poco para sus pinturas, aunque estoy seguro de que ya es bastante talentosa—

Katherine se sonrojó —Gracias— devolvió el libro rozando sus manos con las del muchacho, aunque esto la ruborizó más, le distrajo un poco el notar lo fría que se sentía su piel, como un hielo, aún así, era muy suave. —Lo siento—

—Está bien— dijo el joven divertido mientras la veía a los ojos atentamente, como tratando de descifrar a la jovencita.

Un golpe en la puerta principal los interrumpió.

—Oh, atenderé la puerta— dijo apresurada, pero Timothée un poco consternado se adelantó.

—No se preocupe, yo voy—

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Sempiterno • Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora