15. Guardián

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Las voces en eco retumbaban en la mente de Timothée una y otra vez, no podía ni enfocar la luz de las velas, lo único que escuchaba era el zumbido en su cráneo rebotando en cada célula de su ser. Cesaron una vez más, pero era muy fuerte y no se rendiría.

—¡Dinos dónde está tu padre!— gritó Morgana con mucha fuerza.
—¡Ya dije que no se dónde demonios está!— gritó aferrado al suelo tratando de levantarse —¡Se fue de Lancaster hace meses y no lo volví a ver!—
—Quizás si le decimos hable— añadió uno de ellos.
—No— dijo Morgana.
—Escucha, si le decimos todo puede que hable— reiteró.
—Si le decimos puede reaccionar de manera estúpida, recuerda quién es su padre, así que cállate. Todavía tenemos un recurso— Morgana caminó molesta hacía el cajón del mueble a su costado, sacó un cuadro envuelto en tela.
—¿Y esto?—
Jadeó molesto —¿Qué con eso?—
—Esto es sangre, ¿Quién es K.W?—
—Una vieja amiga, pero no tiene nada que ver con esto—
—¿Tu vieja amiga sabrá dónde está tu padre?—
—¡No! Ella no sabe nada, ella es normal, es una mortal— se retractó segundos después.
Se voltearon a ver entre ellos con una mirada de sed y satisfacción que provocó asco y pánico en Timothée.
—Mejor aún, si no nos dices dónde está tu padre, iremos por ella— en ese instante se marcharon dejando a Timothée agitado mentalmente, no tenía idea de donde estaría su padre pero si podía cuidar de Katherine y evitar que algo terrible le ocurriera.
Con las fuerzas que pudo reunir se preparó para regresar a Lancaster. Se había ido para no arriesgarla y ahora tenía que volver por la misma razón.

No podía pensar mucho, las lágrimas de desesperación corrían por sus mejillas enrojeciendo su nariz, trataba de ser fuerte pero a veces era demasiado, tampoco entendía todo la rivalidad que tenía aquel clan de sanguijuelas con su padre.
Su vida había sido tranquila, hasta que su madre murió cuando era muy pequeño. Varias veces habían intentado eliminar a su padre pero no lo lograban, era uno de los bebedores de sangre más poderosos de todo el reino y suponía un gran riesgo para el resto. Y ahora que su padre había desaparecido temía por él, porque era muy viejo para defenderse pero lo suficientemente peligroso para cualquier mortal que se atravesara en su camino. Tenía que encontrarlo y mantenerlo a salvo, hablar con él y resolver todas su dudas. Pero primero tenía que asegurarse del bienestar del ser más frágil involucrado en esto, Katherine Wood.

El viaje fue largo y angustiante, pero a pesar de todo estaba muy ilusionado de poder ver a la chica que lo llenaba de emociones cada que lo miraba. Quería ser sigiloso para que no comenzaran los rumores de que había vuelto, ya era noche así que aprovechó la oscuridad para ir directamente a casa de los Wood. Todo lucía tranquilo al primer vistazo así que relajó más los músculos tensos de su mandíbula y tocó la puerta.
—Buenas noches, Kenneth ¿Está Katherine en casa?—
—¡Señor Timothée! No, ella ya no vive aquí—
—¿Qué? ¿Qué ocurrió?—
—Ahora vive en casa de los Smith—
—¿Los Smith? ¿Ella está...—
—Bennet pidió su mano—
—Entiendo. Será mejor que me vaya entonces, gracias, que tengas buena noche— acarició la cabeza del pequeño y antes de que cerrara la puerta volvió a hablar —Espera ¿tu tía tampoco está?—
—Está trabajando—
—Oh ya veo... cuídate, asegura toda la casa— dijo desconfiado —Y no le digas a tu tía que vine, por favor, lo más probable es que me vaya pronto—
—De acuerdo—

Se dirigió a su casa para revisar rápidamente, todo estaba justo como lo había dejado a excepción del polvo y la telaraña. Luce bello, pensó. Tomó algunas cosas y comenzó a caminar por el bosque sin rumbo, algo que siempre hacía, ahora se sentía triste, un vacío invadió su pecho e incluso su sed desapareció, la noche era más oscura y el frío comenzaba a calar más.


—Mañana vendrá mi abuela, se que te encantará conocerla, ella también pintaba—
—Será un gusto conocerla—- suspiró.
—Descansa, prometida mía— Bennet se marchó cerrando la puerta, allí estaba Katherine, en medio de su nueva habitación, tan fastuosa como bella, recargó su cabeza en el marco de la ventana mirando la noche, cerró los ojos para procesar todo lo que había pasado en los últimos días pero a su mente solo llegaron las imágenes de aquel beso con el chico rizado, sacudió la cabeza en un intento de olvidarlo pero sus ojos se plantaron en un sobre que estaba fuera de la ventana, en el parque balcón. Salió y lo tomó con cautela.

"Dulce Katherine:
He venido porque tuve un mal presentimiento pero me tranquiliza saber que estás a salvo, te pido que nadie sepa que estuve aquí en el pueblo. Te estaré cuidando mientras me sea posible. Ya no envíes la correspondencia a Francia porque ya no estoy allí. Claro, si es que pensabas hacerlo. Y si es posible deshazte de esta carta.
Te quiere, Timothée C.
P.D Felicitaciones por tu compromiso."

Volteó a todos lados pero no vió ni escuchó nada, solo la gran casa vacía y los grillos entre los arbustos ¿Cómo había llegado allí? ¿Los había visto? Deseaba tanto verle pero también tenía miedo de lo que pudiera provocar en ella. Esperó unos minutos con la esperanza de verlo, pero no vió a nadie, finalmente cerró la puerta del balcón y fue a dormir con aquella carta entre sus manos.

🌕

Sempiterno • Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora