2. Hogar

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-Adelante, pase- Timothée abrió la reja principal de su casa, Katherine observó todo con detenimiento, era enorme, de las más grandes en todo Lancaster, tenía tres pisos, grandes ventanales, un amplio y verde jardín con una fuente al centro, todo estaba hecho de piedra y se sentía pacifico. Rodearon aquella fuente y se acercaron a la puerta de entrada a la casa, era una puerta grande de madera con muchos cerrojos.

-Escuche- Se detuvo frente a Katherine antes de abrir la puerta. -Mi padre... independientemente de su edad y enfermedad, es un poco complicado. Ahora mismo por el medicamento casi no habla, pero tiene un gran carácter-

-Entiendo... ¿Qué es lo que padece?-

-Tiene demencia y parálisis temporal de sus extremidades. Pero estará bien, el doctor dice que puede tomar hasta 4 meses.

Katherine se quedó pensativa, a decir verdad le ponía nerviosa, no solo porque jamás había cuidado a un adulto mayor con demencia, sino porque no lo conocía y aunque aquel joven era amable, le imponía, no se imaginaba como sería su padre. 

-No hay problema-

Timothée sonrió y abrió la puerta. La casa tenía un techo muy alto, lucía bastante oscura, solo la iluminaba un candelabro con luz amarilla, caminaron hacia la primer puerta a lado del pasillo.

-Aquí está la cocina, tome todo lo que necesite, las llaves de los muebles están en este cajón. Abrió otra puerta que conducía al comedor, era el comedor de madera más grande que había visto.

-Aquí puede comer, luce solitaria pero espero poder acompañarla de vez en cuando- Volvió a abrir la puerta a la izquierda, esta los llevaba de regreso a la sala. -Subamos-

Katherine lo siguió, las escaleras eran muy amplias y producían eco por todo el sitio con cada pisada.

-La habitación de mi padre está por allá- señaló la última puerta al fondo.

Timothée golpeó la puerta -Padre, ya llegó Katherine, la joven que me ayudará a cuidarte- abrió la puerta dandole paso a la invitada. Ella asintió nerviosa y entró.

-Un gusto señor Chalamet. Soy Katherine Wood-

El anciano la observó indiferente por unos segundos, después señaló su mesita de noche.

-Oh, ya es hora de su medicina, acérquese, le explicaré- el muchacho tomó los goteros que tenía.

-Tiene que tomar 3 gotas de esto después de cada comida, solo puede comer comida blanda, nada de carne y es importante que no beba más de un vaso de agua al día- dijo señalando un vaso pequeño que estaba a un lado de toda la medicina.

-¿Solo un vaso?- replicó sorprendida.

-Así tiene que ser- 

-Entendido.

-Estas pastillas son tranquilizantes, con una diaria antes de dormir basta. Nunca abra las cortinas de su habitación, le da migraña con la luz y se pone peor.

-Bien, no se preocupe estará a salvo.

-Gracias. Ya le di un desayuno ligero hace un rato y al mediodía iré al centro a cobrar a unos comerciantes, siéntase como en su casa-

-Le agradezco la confianza- dijo dirigiendose a la puerta de salida con él. -Será mejor que vaya preparando la comida de al rato.

-Claro ¿No gusta comer algo primero?-

Katherine aceptó emocionada, no podía negar que el sitio era diferente, tan excéntrico como el mundo decía que eran los Chalamet, pero el joven Timothée le parecía agradable y la relación que tenía con su padre lucía un tanto entrañable, al parecer antes de que ella llegara a ayudar solo él se hacía cargo de su padre.

Se dispusieron a probar lo que Timothée había preparado, huevos con tocino, queso y jugo de fresa. -Que delicioso, amo tanto las fresas. 

-¿De verdad? Tengo un pequeño huerto en el jardín trasero, puede ir a verlo y tomar algunas-

-Oh, gracias-  Por momentos Katherine se sentía abrumada, el joven era bastante amable pero a ella le apenaba recibir atenciones, no quería sentirse como una molestia, iba allí a trabajar. Chalamet lo notó al ver que ella simplemente se encorvó y comenzó a comer más rápido -Umm ¿y qué cosas le gusta hacer?-

Una pequeña sonrisa se pinto en su rostro. -Me gusta jugar con mi hermano, cualquier cosa, y pintar, amo mucho pintar-

-¿Pintar? Interesante ¿Qué es lo que pinta?-

-Cualquier cosa que vea y me parezca bonita o simplemente que quiera recordar, sobretodo paisajes, sigo intentando mejorar con los retratos-

-¿Podría ver alguna de sus pinturas después-  Tras escuchar esto el semblante de Katherine cambió de manera brusca, como si una bomba de emociones quisiera estallar dentro de ella, respiró profundo, siempre trataba de que sus emociones no se desbordaran. - Todas mis pinturas y cuadros los vendí cuando mi madre enfermó-

-Lo siento mucho. No tenía idea...-

-Está bien-

-Puede pintar nuevos cuadros, aquí en Lancaster-

-Sí, me gustaría.

Timothée sonrió y siguió comiendo, no era el mejor tratando con las personas pero siempre se distinguía por ser cortés con todo el mundo, estaba apenado. Después del desayuno partió al centro dejando a Katherine a cargo de su padre, honestamente estaba un poco nervioso pero le aliviaba saber que su padre estaba demasiado débil como para causar algún problema, después de todo, ya había hablado seriamente con él, ella los ayudaría, era su empleada y se había ofrecido a ayudarlos sin ningún interés económico, cosa que un humano rara vez haría, sobretodo con ellos.

-Señor Chalamet, dejaré aquí un refrigerio que preparé, son fresas molidas con miel- puso unas almohadas extra bajo la cabeza del anciano y empezó a triturar más la comida. -Abra la boca- le pidió gentilmente, le llamó la atención lo oscuros que lucían sus dientes, no pudo evitar sentir náuseas al percibir el fuerte aroma a hierro que emanaba de su boca. Aunque al mismo tiempo sentía cierto pesar por su estado de salud ¿Cuánto ha tenido que pasar este pobre hombre?.

Una vez terminó de comer escuchó un quejido, como si aquel anciano quisiera hablar, volteó a verlo con atención y este solo hizo un gesto con la mano, apuntando hacia la puerta, Katherine comprendió y salió de la habitación. Era extraño, pero había salido todo bien, y su paga sería muy buena considerando que sería temporal, al menos hasta que aquel extraño hombre se recuperara. 

Ya eran las 5 de la tarde y el ocaso se pintaba de naranja, Katherine esperaba a Timothée desde las escaleras de la entrada, ya había dejado a su padre dormido. A lo lejos pudo ver aquella figura delgada aproximarse, lo reconoció enseguida, su cabello llamaba mucho la atención, era ligeramente rizado, encajaba muy bien con su rostro y personalidad, además su pálida piel era muy llamativa y hasta bella, la cálida luz de la tarde contrastaba con su fría piel.

-He dejado a su padre dormido, ya comió y tomó sus medicinas-

-Gracias señorita Katherine, ya puede irse, hasta mañana-

-Hasta mañana- salió de la casa y caminó unos metros a la suya, estaba cansada y lo que más le apetecía era tomar un baño, por alguna razón su ropa se había impregnado de ese peculiar aroma a hierro y madera.

¡11 cuerpos encontrados en las cuevas! ¡Los 11 desaparecidos han sido hallados sin vida!

Katherine sintió un profundo calambre en su estómago al escuchar al pregonero dando aquella noticia, nadie seguía con vida, no había esperanza, todos los desaparecidos habían sido hallados en las peores circunstancias, tomó aire y caminó más rápido a su casa abriendo la puerta con velocidad, una vez dentro abrazó a su hermano. En ese momento se sentía a salvo.

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Sempiterno • Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora