4. Inquieto

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—¿Qué hay arriba?—

—Una biblioteca y el estudio de mi padre, adelante, suba—

El detective subió las escaleras con precaución, ligeramente desconfiado estudiando cada centímetro de la casa.

—¿Cuántas personas viven aquí?—

—Solo mi padre y yo—

El hombre continuó escribiendo en su cuaderno, dió un vistazo al pasillo, a las paredes dañadas y volteó a ver al muchacho.

—¿Puedo ver la habitación de su padre?—

—Claro, está en el segundo piso— bajaron de nuevo las escaleras, una vez en la habitación el hombre comenzó a merodear alrededor de la cama y todo su alrededor.

—No abra las ventanas, le hace daño—

El detective asintió con una mirada molesta.

—Señorita Wood, ¿podría traer un vaso de agua para mi padre?—

—Pero le...—

—Por favor— interrumpió con una sonrisa dura.

Katherine bajó obedeciendo.

El detective se acercó a la mesa de noche junto a la cama, abrió el primer cajón, vio unos pequeños frascos rellenos de un líquido oscuro, volteó para preguntarle al joven —¿Qué es esto?—

—Medicina homeópata—

El sujeto escuchaba atento al muchacho detrás de él, su expresión de sorpresa lo hizo cuestionar de inmediato.
—¿Quién se la prescribe?—

—Un médico francés. Es excelente—

Dudoso giró de nuevo para abrir el frasco, el corcho de este voló dejando al descubierto aquel espeso líquido, en ese momento comenzó a sentir un magnetismo en su cabeza, una voz en eco inundando sus pensamientos, su vista se nubló y perdió la noción del tiempo, lo único que escuchaba era una voz masculina murmurando una y otra vez palabras que no lograba distinguir.

De pronto regresó, como si nada hubiera pasado, ni siquiera era consciente de aquel trance, no recordaba nada de ese breve momento, fue como si esos segundos que perdió nunca hubiesen pasado para él.

—Muy bien señor, lo acompaño a la puerta— Timothée lo tomó gentilmente de la espalda y lo encaminó a la salida.

—Gracias señor Chalamet, buen día— dijo el detective despidiéndose con su sombrero mientras salía por la puerta.

—¿Qué ocurrió?— dijo Katherine una vez que el detective se había ido.

—Nada, investigan por los crímenes— tranquilo subió de vuelta a su habitación, dejando a Katherine confundida y con el vaso de agua en la mano, quizás el detective había hecho algo que le molestó a Timothée, él era un chico muy respetuoso y propio, pensó.

Más tarde preparó un té de menta, había notado a Timothée algo extraño, y aunque llevaban poco tiempo de ser vecinos lo estimaba por el recibimiento que le había dado, así que no pudo ignorar lo preocupado que se veía, y no sería de extrañarse dada la situación que estaba pasando en ese momento.

Tomó una taza de té caliente y la puso sobre la mesa, no quería interrumpir en su habitación porque sería de mal gusto, además ella sabía que Chalamet siempre salía a caminar antes del anochecer, pero esta vez, no fue así, lo que que activo su alerta. Pasaron 20 minutos, luego 30, luego una hora y no se iba. Decidida a ver qué ocurría, tomó el té, que ya estaba frío, y subió las escaleras, en ese instante escucho a Timothée salir de la habitación y él la vio a la distancia.

—Señorita Katherine que oportuno que vaya subiendo— tomó aire con la boca abierta como si tuviera muchos pensamientos y palabras que decir, pero solo dijo —Me iré a Francia esta misma noche—

Esto la tomó por sorpresa —Bien, entonces... hoy me quedaré aquí—

El muchacho sonrió y vió la taza de té.

—Mi padre aún no puede beber té. Lo de hace rato...—

—Lo sé de hecho... Era para usted, lo noté preocupado y quise ayudar—

—Gracias— sonrió con un toque de sorpresa, tomó el té con cuidado y sorbió. —Delicioso—

—Es de menta—

—Lo noté—rió pero su rostro serio volvió de inmediato —Escuche... si durante mi ausencia vuelve a venir algún detective... No abra, no salga y finja que no hay nadie—

—Entendido— respondió obediente y un poco temerosa —Pero si insisten...—

—No lo harán, no pueden obligarla—

—Está bien—

—Trataré de no tardar, no puedo tardar, mi padre ya casi no tiene medicina—

—El estará bien—

—Le agradezco mucho—

Aquella noche se fue rumbo a Francia, con solo un maletín y el saco que usaba en cada viaje, preocupado de dejar a aquella amable joven a cargo de su peligroso pero moribundo padre, con detectives acechando el pueblo y él tratando de mantener vivo a su progenitor a costa de otros humanos. Pero no podía seguir obteniendo su medicina en Lancaster, al menos hasta que todo en el pueblo se calmara, además, quería iniciar su venganza, cerrar negocios y entender su pasado, para esto, tendría que volver a Francia, poco a poco.

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Sempiterno • Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora