13. Lejos

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Paris, Francia.

—Tenemos que buscarlo en América——-¿Y qué hay de su hijo? ¿Él sabe?—
—No sabemos si él lo sabe pero él apoya a su padre—
—Ya no están en América, regresaron... al menos su hijo lo hizo— Interfirió la voz femenina del fondo, se miraron los unos a los otros tratando de descifrar lo que seguía.
—Pero quiere venganza. Así no se puede negociar—
—Si eso quiere, entonces quiere venganza de las personas equivocadas—

Lancaster, Pensylvania

—Y me obsequió una gran caja con todos los libros de arte de su biblioteca—
Charlotte estaba sentada escuchándola atentamente, su mente iba a una velocidad que apenas y podía poner en palabras sus ideas.
—Creo que se fue a Francia para evadir su culpa— tragó el nudo de su garganta interrumpiendo a Katherine.
Katherine la observó con dolor, la casa estaba sucia, vacía y su amiga lucía muy mal, olía a alcohol por doquier. —¿En verdad crees que él lo hizo?—
—No lo creo Katherine, ¡Él lo hizo! Por dios, creéme por favor— dejó escapar unas lágrimas mientras bebía más de su copa y continuó —Cuando me pediste que limpiara la alfombra de su padre yo tomé el frasco de medicina que se había roto y se lo mostré a mi padre, cuando la observamos ya seca... Mira, estamos casi seguros de que eso es sangre— guardó silencio esperando a que Katherine hablara pero no lo hacía, solo la observaba —¿Nunca viste la medicina seca?— preguntó esperando que respondiera algo.
—No, siempre le daba la medicina y enseguida lavaba todo—
Charlotte giró los ojos —¿Entonces nunca viste nada raro?—
—No, es decir ellos son raros, pero nada de ese tipo de cosas—
—Y en su biblioteca ¿Qué tipo de libros hay?—
—De todo, historia, arte, filosofía, biología, es muy grande pero nada de que me hiciera pensar algo malo— Charlotte dio el último trago de alcohol y asintió.
—Bien, gracias Katherine—
—Charlotte, en verdad quiero ayudarte—
—No parece, dime ¿Realmente estás investigando o estás buscando desposarlo?—
—¿Qué? ¡No!—
—Pues no te creo, tú no me crees entonces yo a ti tampoco—
—Es la verdad—
—¿En serio?— respondió sarcástica con un dolor en cada palabra —Visitame cuando te des cuenta de quién es el sujeto al que tanto defiendes— se levantó molesta de la mesa dirigiéndose a la puerta hasta que Katherine se marchó, sin decir nada más.
Sentía su corazón destrozado, por alguna razón se sentía culpable pero no podía mentir, la verdad es que no había nada que pudiera decir en contra de Timothée, y si lo hubiera probablemente buscaría algo razonable a qué atribuirlo.

Durante las primeras semanas caminaba frente a la casa de los Chalamet imaginando que de nuevo lo vería salir de casa y la invitaría a cenar, por supuesto que eso jamás pasó. Su mente logró distraerse de aquellas ilusiones cuando Bennet Smith la invitó a su casa a pintar, cada mañana iba por ella a que pintara los cuadros que sus familiares le habían encargado y platicaban mucho, Bennet era mucho más interesante de lo que parecía, su apariencia ostentosa y pretenciosa eran solo la superficie que vestía a un inteligente joven amante de la equitación. Hasta ese punto muchos en Lancaster ya sabían que Bennet la pretendía, y que en cualquier momento podría comprometerse, así como también sabían que ella pintaba, tal como su madre alguna vez lo hizo, solo que ella además de pintar con óleo común también tenía cuadros completamente pintados con lo que parecía ser una mezcla de aceite y grana cochinilla, se estaba convirtiendo en su sello distintivo.

—¿Por qué ya no ha usado su pintura rojiza?— preguntó Bennet al entrar a la habitación donde estaba Katherine pintando a la modelo, que por cierto, era tía del joven.
—Se está terminando, no me alcanza para un cuadro grande—
—¿Le ayudo a comprar más?—
—Me encantaría pero, no se si por aquí se encuentre, fue un regalo de un amigo—
Bennet tocó su barbilla pensativo —Quizás pueda conseguirla— se alejó de la habitación con la ilusión de encontrar los materiales para la chica.

Mientras tanto, en Francia habían estado tratando de rastrear a Timothée con su olfato pero era bastante rápido y no lograban dar con él, los días pasaban y la posibilidad de que él siguiera allí parecía nula, hasta que Morgana, la mujer que antes les había dicho que él estaba en Francia, encontró algo mientras caminaba en el centro de París, un aroma inconfundible que a cualquiera de su especie llamaría la atención, ese aroma a sangre provenía de una tienda de arte, mientras más se acercaba más podía percibir el aroma de Timothée, pero al llegar no estaba allí, entró de forma discreta y el vendedor la saludó, ella respondió y caminó un poco hasta llegar a la zona exacta de donde venía el aroma. Un cuadro de una terracería colgado en la pared en espera de ser vendido, con la firma "K.W"
—¿Quién hizo esta pintura?— preguntó la mujer perpleja.
—Uhm, el joven que la trajo dijo que una jovencita americana— respondió el dueño del lugar.
—¿Cuánto quiere por la pintura?— sacó de entre su ropa una bolsa de tela llena de francos y se la mostró al vendedor, sorprendido la tomó y sin más, la dejó llevársela.
—¿Cuándo vino el muchacho que se la trajo?—
—Ayer por la noche—
Cerró la puerta y se fue rápidamente, no tenía dudas de que era él, por allí seguía y quizás entre todos los demás podrían encontrarlo, ¿Quién era "K.W"? ¿Qué se traía entre manos?

Querida Katherine Wood:

Espero que te esté yendo muy bien en Lancaster, seguramente todo está mucho más tranquilo, me emociona escribirte.
Te envío el dinero de las pinturas que he vendido en Francia, fue bastante fácil venderlas, aquí la gente valora mucho el arte y es fácil que las compren.
A todos les he dicho quien las ha pintado esperando que pueda servir como promoción.
Sin afán de ponerte triste, no puedo ignorar el hecho de que te extraño, te extraño mucho. Cada día que pasa y cada noche me hacen querer regresar, pero no creo que sea posible.
Perdón por ser tan débil pero así me siento y no podía escribirte sin decirlo.

Esperaré tu respuesta.

Con cariño, Timothée Chalamet.

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Sempiterno • Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora