No me dejes solo, Coco.

657 64 37
                                    


-------------------

Hoy era un día particular, los ositos tenían como misión practicar en una zona del bosque que correspondía al pueblo, el objetivo era acostumbrarse al territorio enemigo y aplicar técnicas de camuflaje, además de supervivencia.

Azulin estaba un poco menos enojado que otros días, al menos ahora comenzaba la adrenalina.

Caminaron en fila adentrándose al lugar siendo guiados por el Sargento quien vigilaría que no se dañaran o serían inútiles.

- MUY BIEN SOLDADOS! HOY DEJARÁN DE CHUPAROS EL DEDO Y APRENDERÁN COSAS DE VERDAD! Evaluare su adaptación, dentro de este lugar hay trampas y unicornios de madera, ahora, IROS!- Los ositos se dispersaron, al inicio Gordi caminaba con su hermano, pero después de un tiempo comenzó a caminar con Achuchones y Sonrisas, que al igual de Gordi, no eran muy adaptativos en el bosque.

Pero Azulin era todo lo contrario.

Saltaba de rama en rama, cortaba hojas y frutas, se balanceaba y usaba los arbustos para esconderse y dispararle a las trampas, le encantaba poder lucir su destreza física.

Coco por el otro lado solo caminaba tranquilamente, si bien quizás su oído no era tan agudo como el del peli azul, tenía unos buenos reflejos, además, ese día no estaba de humor. En la mañana, como era su costumbre, olfateaba los mechones de su esposa y miraba su foto, siendo su inspiración a levantarse, más hoy era distinto, no lo había hecho, simplemente se había despertado un poco melancólico, esos últimos días había estado distraído, y la imagen de su esposa se mantenía en su mente pero, su dulce aroma a vainilla ya no era tan emocionante, más bien, pensaba más en el olor de los arándanos, del café, del río.

Sin darse cuenta había llegado a los límites del territorio, ya llevaba al menos 18 disparos perfectos en distintos unicornios, asique se puso a reposar en el tronco de un árbol frondoso, lleno de arándanos y manzanas a su al rededor, quizás no le haría mal un lugar Pacífico y lindo por un momento. Cerraba lentamente sus ojos, hasta que mientras intentaba dormir, sintió un ruido extraño, o más bien, una mirada. Mantuvo los ojos cerrados fingiendo que dormía, quería averiguar quién era, aunque era sigiloso, le había sido difícil detectarlo, hasta que, como a unos 20 centímetros de su cuerpo, sintió ese aroma a frutos y avellanas.

En un movimiento increíblemente rápido, tomó las muñecas del contrario y las colocó arriba de su cabeza, mientras que separaba las piernas y alejaba las armas con los pies. Abrió los ojos, y descubrió quién era, quien ya suponía.

- DIOS! QUÉ CARAJO?! FUISTE CRIADO POR ALGÚN DIOS OSITO DE LA GUERRA?! Ya sueltame!- gritaba el más bajo, que solo quería molestar al contrario, no terminar así.

- Haz silencio y baja la voz, tengo una jaqueca de la ostia- soltó al más bajo y volvió a recostarse en el tronco- Qué quieres? Te perdiste? Quieres pelear?

- Vaya que andas de humor, GRACIAS POR LASTIMAR MIS MUÑECAS PERFECTAS- Sobaba sus manos y arreglaba sus ropas mientras hablaba. - No estoy aquí por ti, solo ya recorrí este mierdero.

- Bien, pues siéntate y haz lo que yo- Se movió hacia un lado para que el otro se sentara.

- Vete a la mierda, no soy un perezoso como tu, además la tierra puede ensuciar mi pelaje-

- Dios cállate ya- Jaló al menor desde su camisa y lo movió hasta su lado sin golpear su cabeza con la madera.- Preocúpate menos y disfruta más.

Esas palabras, recordó al padre con su charla, si, debía disfrutar su vida. Suspiró y se sacó su casco mientras se acomodaba.

Era divertida la vista, muchos ositos asustados con las figuras de unicornios, otros solo comiendo, algunas que ya no sabían cómo bajar de los árboles, si, eran tan inferiores.

ೄྀAmo cuando dices mi nombre desesperadoೄྀ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora