Me tienes harto, muere maldita sea.

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De nuevo perdón por las faltas.

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Narra-Normal

Azulin había estado tan silencioso que era preocupante, durante toda la práctica de los siguientes 3 días no había pasado nada. Coco por su lado se arrepentía en parte por las heridas que le hizo al más pequeño, sintió que fue demasiado lejos. Por otro lado hace mucho que Coco no pensaba en Muffin, quedaba muy poco para ir al combate y esperaba poder verla, pero la emoción que tenía los primeros días no era la misma que la que tenía ahora.

Estaba fumando de pie mirando hacia el pueblo ya que su práctica había terminado, pero de repente cuando iba a tomar su cigarrillo para expulsar el aire su mano repentinamente se dirigió al final de la colilla, quemándose los dedos.

Soltó un quejido más de sorpresa que de dolor, quizás estaba demasiado inmerso en sus pensamientos, no le habría dado importacia sino fuera porque al rato ocurrió lo mismo, y cuando iba a pisar lo que quedaba su pie no respondió a la orden y fue su mano la que rápidamente golpeó su propia cara con un puño.

Estaba extremadamente confundido, pues su cuerpo no estaba siguiendo las órdenes que daba, eso era extraño de cojones.

A su compañía llegó el sargento, quien se puso a platicar con él sobre temas clasificados, mientras que a lo lejos se observaba a Azulin, leyendo el extraño libro que le dió el padre.

- Azulin, ¿Qué haces?
- Nada interesante Gordi, dónde está tu noviecita de pelo verde?- Cerró el libro que tenía imágenes cuestionables y miró a su hermano.
- No es mi novio! No le digas así, además no sé dónde puede estar.
- Mm, una lástima, quería golpearlo- Se levantó del suelo y caminó hasta las habitaciones junto con el peli Rosa.

En el camino los hermanos hablaban con cierta tensidad, pues Azulin no había dejado de ser cruel con él, pero ya no era el primero en molestarlo.

Estaban a punto de llegar a las habitaciones hasta que Azulin chocó con alguien que iba pasando.

- Tsk! Oye imbécil! Quién te crees para estar chocandome?! Estás ciego?! Mueve tu maldito cuerpo fuera de mi pasada!-
- A-ah lo siento, lo siento mucho!
- Así?! Pues lo lamentarás más!- Azulin tomó la camisa del contrario pero se dió cuenta de que era levemente más alto que él, aunque no tan alto como Coco.

Al voltear a verlo se dió cuenta de que era un chico de cabellos castaños claro, con una boina fuxia y unos preciosos ojos morados, tan claros y brillantes, y su mirada tierna y sumisa. El peli azul se sintió atrapado, fascinado con aquel chico, que estaba tan nervioso y pidiendo disculpas frenéticamente mientras Gordi le imploraba que lo soltara.

Azulin reaccionó y soltó al chico, quien parecía llevar más tiempo que él, más nunca lo había visto.

- Tu am.. Tu solo aléjate, me estorbas..
- A-ah Si! Si por supuesto! Lo siento mucho! Señor...
- Azulin, me llamo Azulin.
- Azulin... - El contrario también se quedó pensando, mientras se miraban fijamente el uno al otro- A-ah no sucederá de nuevo Azulin! Lo siento!- Y sin más, el contrario se fue caminando apresurado.

Sin más los contrarios también siguieron su camino, ahora en un silencio aún más tranquilo del menor, pues algo había sucedido. Y a lo lejos la escena la observó Coco, que le pareció muy extraño que el chico con olor a arándanos no golpeara al otro, que tampoco nunca antes lo había visto, y él si que llevaba tiempo.

Continuamente el día transcurrió normal, a la hora del almuerzo, Coco fue sorprendido con un pequeño postre adicional a sus horrendas Gachas; Era un pastelillo que se veía apetitoso, con un olor claramente de frutos variados. Lo ocultó rápidamente pues sabía que los ositos pelearían por un pequeño trozo, y él hace mucho no probaba algo con sabor.

Cuando todos desocupaban el lugar del almuerzo sacó su pequeño postre, le reitró el papel característico que lo acompaña y lo devoró lentamente, disfrutando su glaceado de merengue, sus arándanos sabrosos, su pequeño toque amargo para no ser sofocante, y la base del pastelillo que era suave y esponjosa. Una vez terminado miró el envoltorio que tenía una pequeña carta doblada, la cual decía:

"P̻a̻r̻a̻ m̻i̻ d̻u̻l̻c̻e̻ C̻o̻c̻o̻;̻

E̻s̻p̻e̻r̻o̻ q̻u̻e̻ t̻e̻ g̻u̻s̻t̻e̻ m̻i̻ p̻e̻q̻u̻e̻ñ̻o̻ o̻b̻s̻e̻q̻u̻i̻o̻,̻ p̻u̻e̻s̻ l̻a̻ v̻e̻r̻d̻a̻d̻ s̻i̻e̻n̻t̻o̻ m̻u̻c̻h̻a̻s̻ c̻o̻s̻a̻s̻ p̻o̻r̻ t̻i̻,̻ p̻e̻r̻o̻ a̻ú̻n̻ n̻o̻ m̻e̻ a̻t̻r̻e̻v̻o̻ a̻ d̻e̻c̻i̻r̻t̻e̻l̻a̻s̻.̻

T̻a̻m̻b̻i̻é̻n̻ e̻s̻p̻e̻r̻o̻ q̻u̻e̻ d̻i̻s̻f̻r̻u̻t̻e̻s̻ m̻i̻ i̻n̻g̻r̻e̻d̻i̻e̻n̻t̻e̻ s̻e̻c̻r̻e̻t̻o̻ ♡.̻

A̻t̻t̻e̻:̻ U̻n̻ a̻d̻m̻i̻r̻a̻d̻o̻r̻.̻"

La letra parecía hecha desarreglada a propósito, sin duda no quería que se supiera su identidad, sea como fuere agradeció bastante el gesto y guardó la carta, terminando por salir de aquel lugar.

Dentro de la cocina, quedaba aún un par de cocineros, quienes al oír el cierre de la puerta descubrieron sus rostros.

- Cree que funcione, padre?.
- Hijo mío, lo he probado un montón de veces, no te preocupes, tendrá su merecido.

(...)

Cayó la noche y Coco no podía dormir, respiraba agitadamente y sudaba frío, no entendía qué le pasaba, no sabía si era algo que había comido o si estaba enfermando.

Escuchó la puerta de las habitaciones abrirse, miró levemente y vió unas pequeñas orejas azules. Su mente estaba tan distorsionada que no le importaba quién era, le iba a pedir ayuda.

Apresurado salió persiguiendolo silenciomente pues no podía hablar, su garganta estaba cerrada y su cuerpo temblaba más y más.

Cuando tuvo un pequeño momento de lucidez observó al osito parado en la colina, estaba encapuchado y con un libro en sus manos. Como podía se arrastró hasta estar a solo poco metros de distancia. Y entonces al estar casi a punto de tocarle el hombro al osito, el fuerte olor a arándanos llegó a su nariz, ahora siendo intenso y reconfortante.

Coco se desmayó, cayendo en los brazos del contrario, teniendo como último en mente, ese adictivo olor.

ೄྀAmo cuando dices mi nombre desesperadoೄྀ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora