AQUÍ ESTOY

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GENTE PERDÓN POR HACERLOS ESPERAR DE VDD LO SIENTO TANTO

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Narra-normal

Parecía que llevaba horas, nisiquiera estaba pensando, estaba seco, agotado, sudado, deshidratado, pero no podía parar de jalar su pene frenéticamente, intentando sentir ese gran orgasmo.

Primero empezó en la cama, luego se tiró al suelo, arqueando su espalda, sacando la lengua, después se tiró a la pared, y ahora había caído de rodillas. Dios, para ese punto nisiquiera le interesaba pensar por qué tan de la nada tuvo ese sentimiento y ganas incontrolables de pajearse.

Pensó en todo lo que le excitaba, desde su esposa vestida con sus mejores telas y prendas hasta cualquier osa que le haya parecido mínimamente atractiva, pero nada, nada paraba su evidente placer, ese caliente, pegajoso, ardiente placer. Apesar de todo el líquido pre-seminal que había soltado, le era imposible sentir ese gran clímax, no podía pensar, no podía hablar, y si no fuera por su arduo entrenamiento, sus piernas ya no daban más.

Entonces se tiró nuevamente en la cama, ya descansando sus manos adoloridas de no haber soltado a su amiguito. Pero de repente miró a la derecha, viendo el envoltorio, absorbiendo los olores de un perfume que no conocía, y entonces recordó al peli azul, al enojado e iracundo Azulin, cuando se pone a golpear cosas, cuando se maquilla, cuando se cambia de ropa, oh Dios! Qué guapo que es cuando mira enojado.

Y de repente su falo se puso inmensamente erecto, levantado y duro, como si haberlo jalado por tanto tiempo no hubiera sido nada. Asique tomó su miembro una vez más, y ahora comenzaba a menearlo de forma suave y lenta. Entonces pensaba en el primer día que lo vió, en su lindura, en su tierno pelaje, en su linda cara de ojos enormes y oji marina, le parecía tan bello, cada parte de él, sus garras, su cuerpo tan pequeño en comparación al suyo. Aceleró los movimientos, jugaba con su punta, rasguñaba la cama, y jadeaba con más fuerza.

Después su mente fue más pecaminosa, fue más allá de lo que había visto en el osito, ahora imaginaba al osito en la ducha, desnudo, en distintas posiciones, incluso su rostro con distintas expresiones, desde su principal cuando estaba enojado, hasta riendo, gimiendo, pidiendo, rogando, suplicando, hasta atragantado.

Ya le faltaba poco, necesitaba un poco más de estimulación. Estaba ahora en el piso, sostenido por su mano izquierda mientras que con la otra jugaba con su erección intentando acabar, mientras sus rodillas, que estaban puestas en el suelo, tocaban la fría cerámica de la habitación, mientras su brazo temblaba y su vista estaba hacia abajo. Respiraba como podía, intentaba tomar bocanadas de aire a la par de arquear su espalda. Sentía cómo llegaba a su glande la gran descarga que necesitaba salir y ser liberada de una vez por todas. Jadeó y jadeó, ya no le quedaban cuerdas para hacer sonidos, y su mente estaba tan nublada que nisiquiera se había percatado de el osito en la ventana. Entonces jaló su falo una vez más, y sintió el fluido salir por su pene venoso y grueso como una cascada seguido de espasmos y un gran gemido que señalaba la liberación de todo aquello que le costó tanto sacar.

Estaba mareado, no veía bien, sentía su mano con aquel líquido caliente y viscoso, que generalmente salía en pequeños chorros, pero esta vez había sido inmensamente diferente. Se sentó sobre sus rodillas admirando algunas gotas que habían caído al piso, con su mano libre movía su pelo hacia atrás junto con el sudor y los soplidos gruesos y feroces. Entonces levantó la vista, y encontró a un osito peli celeste con los ojos abiertos como platos, y su cara roja a más no poder.

Era Azulin, quien había ido hasta allá por medicinas para los golpes que había recibido, y sin embargo encontró aquella escena tan... Exótica.

Inmediatamente cuando se percató no sólo intentó aclarar la confusión, sino además de que su miembro muy a duras penas, se había puesto erecto una vez más gracias a la presencia del más pequeño. Azulin salió corriendo de ahí mientras que Coco se limpiaba y subía los pantalones para salir en busca del contrario. Apesar de tener que estar en recuperación se sentía excelente, como una máquina que no sufría ningún tipo de dolor. No encontraba explicación a su mejora, pensó que podía haber sido el pastel, o quizás su descomunal paja levantó todos sus sentidos, no lo sabía, pero tendría tiempo para imaginarlo después.

Buscó al oji marina por todos lados; la iglesia, que sabía era su escondite favorito; las habitaciones, donde lo único que encontró fue a un Achuchones en una situación incómoda con Gordi; luego fue al río, donde tampoco encontró rastro alguno. Pero no importaba cuánto lo buscara, no había rastro de Azulin. Derrotado y avergonzado, se fue a la enfermería, intentando pensar qué le diría al soldado frente a aquella penosa situación.

Mientras tanto, aquel pequeño osito revoltoso se encontraba escondido en el lugar para almorzar, específicamente en la cocina, donde estaba debajo de las mesas, acurrucado y hecho una bolita, esperando que no lo encontrara aquel oso tan molesto para él.

Pero mientras lo pensaba, menos pena sentía frente a lo que había visto, ver sudado al mayor, agitado, chorreando semen de su falo erecto, con las garras afuera y el pecho sudado, mientras sus ojos desorbitados lo único que podían mirar con atención era su rostro.

Sintió su cara arder, su pene comenzaba a crecer, y su respiración se agitaba, mientras tapaba su cara en signo de profunda vergüenza por la reacción de su cuerpo. Entonces

- ¿Mm? Qué raro, juré haber dejado la puerta cerrada.










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GENTE lamento tanto la demora, si les dijera todo lo que he hecho, intentaré en serio subir al menos 2 capítulos al mes, pero no tengo fecha ni hora.

Por el momento sólo espero que sirva de compensación y si veo que las vistas se mantienen seguiré avanzando y metiendo más salseo.

ೄྀAmo cuando dices mi nombre desesperadoೄྀ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora