Ese martes Jeon Jungkook no tenía que ir al jardín debido a que el establecimiento permanecería cerrado todo el día por arreglos. La calefacción a gas se había averiado y los niños no podían estar pasando frío en medio del campo, lejos de sus casas. Es por eso que la dirección, consistente de una directora y la inspectora, había hecho demandas y enviado cartas documento con insistencia a la municipalidad de Daegu. Finalmente ese martes un equipo de gasistas matriculados había viajado para hacer los arreglos que el jardín necesitaba.
Para Jungkook era una maravillosa noticia, muchos niños habían enfermado e incluso él se sentía resfriado trabajando en esas condiciones. Podría pasar el día entero con su mejor amigo en casa. Sin embargo, ese día al despertar, no imaginó que la situación en su cocina estuviera de ese modo.
Particularmente caótico.
—Jimin-ssi, ¿qué demonios haces? —exclamó apenas puso en pie en la cocina—. Dios sabe sólo qué te pasa por la cabeza. Tal vez te picó una avispa del jardín, creo que hay algunas especies venenosas —concluyó, aunque su amigo no estaba escuchándolo realmente.
Jimin estaba cocinando desde temprano en la mañana, aparentemente un almuerzo. Cabe destacar que jamás había visto a su mejor amigo cocinar algo que no fuera dulce en los veintiún años de amistad que llevaban. Sabía que en Seúl la situación no era ciertamente otra. Por lo que su amigo le comentaba, se alimentaba básicamente de fideos instantáneos y comida pre-elaborada en los supermercados. A duras penas, llegaba a hacer un gimbap casero si se sentía aburrido en casa, pero siempre ponía demasiada verdura o mucho arroz y terminaba desarmándose antes de siquiera apoyar el cuchillo para cortarlo en rodajas.
Verlo ahora rajantemente concentrado, con la cocina hecha un desastre y la raíz milimétrica negra que apenas empezaba asomarse en sus sedosos cabellos rubios era algo sumamente conmovedor.
—Dios, ¿¡por qué es tan difícil ser un citadino!? —bramó, viéndose únicamente trastornado para los ojos de su amigo.
—Hyung, ¿tienes fiebre o algo? Podría llevarte al-
—¡Podrías ayudarme en lugar de ver! —completó enmarañado.
Estaba cocinando arroz, salchichas y gimbap. Nada complicado en realidad.
—¿Por qué te esmeras tanto si estás haciendo un simple almuerzo para mí? Como te salga, seguro será comestible.
—Porque no es para ti, Jungkook. Es para alguien más.
Oh. Eso tenía sentido.
Jungkook ignoró el hecho de que se haya sentido como una patada baja.
—Primero mi budín, luego mi almuerzo... ¡No me digas que es por ese mecánico! —aclamó, señalándolo sin creerlo.
La respuesta que recibió fue el silencio, totalmente suficiente. Jimin continuó intentando enrollar el gimbap sin grandes resultados, pero él no lo ayudaría. No luego de verse humillado de ese modo. Además, si quería cortejar a un hombre, él no era quién para meterse en medio de eso.
—Jimin, respóndeme algo. ¿Ese número telefónico que está en la nevera, con el papel mugroso y amarillo, es de él? —se cruzó de brazos. Eso ya era tema serio.
Su amigo lo miró con ojos cansados.
—Sí, es de él. Nunca está mal tener el número de un buen mecánico por si algo sucede —razonó, volviendo su atención inmediata al gimbap.
De pronto exclamó un grito y corroboró que las salchichas con forma de pulpo no estuvieran quemándose. También debía lavar algunos tomates cherry para decorar el puñado de arroz.
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𝗘𝗹 𝗺𝗲𝗰𝗮𝗻𝗶𝗰𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗮𝗿𝗿𝗲𝗴𝗹𝗮 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇𝗼𝗻𝗲𝘀 (𝗬.𝗠)
FanfictionLuego de una serie de desafortunados eventos, e inmerso en un pueblo que ya no conoce, Park Jimin se ve obligado a ir al taller del viejo Gyu a arreglar su citadino coche. Una herramienta que se cae al suelo y entonces levanta la vista. El taller pa...