8. La mañana siguiente.

1.1K 52 3
                                    

Durante la noche apenas cerraba los ojos y las imágenes de Max volvían a mí. Los gritos asustaban a aquel cuarteto quienes entraban corriendo a la habitación. Sus intenciones de que durmiera eran en vano. Mis ojos no podían cerrarse sin acordarse de lo sucedido.

-Hola, pequeña. -La voz de Aydee me hizo girar mi mirada a la puerta. -Hemos hecho unos chilaquiles. Rojos, como te gustan.

-No tengo hambre. -Solté sin más.

-Necesitas comer. -Aquella voz que tanto quería oír apareció.

El morocho caminó a Aydee y tomó el plato de sus manos.

-Los dejo solos. -Soltó la rubia para salir de la habitación y cerrar la puerta tras suyo.

-¿Estás bien? -Me senté para verle mejor.

-Tranquila, no ha pasado nada. -Se sentó a mi lado en la cama. -Necesitas comer.

-No tengo hambre.

Estiró el plato a la mesa de noche y me miró tranquilo.

-Mi niña, sé que lo que pasó ayer fue horrible. Que se tiene que hacer justicia, pero necesito que estes fuerte para todo lo que se viene. -Sus manos llenas de golpes tomaron las mías.

-Pero no tengo hambre. -Sus dedos acariciaban mis manos.

-Me dijeron que no has dormido y tampoco has comido, Yv. Necesito que hagas un esfuerzo. -Me miró suplicante. -Por favor, por mí. -Asentí levemente mientras él tomaba el plato.

Mis manos no tenían la fuerza para tomar el plato ni levantar el tenedor por lo que el menor daba pedazos de comida a mi boca, me sentía inútil pero mis manos no podían dejar de temblar.

-Ya no quiero. -Solté cuando llevaba poco más de la mitad.

-Bueno, has comido algo, al menos. -Colocó el plato en la mesita.

-¿Te puedes quedar conmigo? -Pregunté mientras tomaba su mano libre.

-Claro. Dame espacio. -Levantó su cuerpo de la cama para volver a acostarse a mí lado. -Ven.

Estiró su brazo para acomodarme en su pecho, sentía sus manos acariciar mi espalda y parte de mi cabello. Todo se volvió negro, no sé por cuánto tiempo, pero entonces aquellas imágenes volvieron a mis sueños. Los gritos volvieron y en cuestión de segundos Kevin estaba frente a mí.

-Aquí estoy, Yv. -Soltó mientras se sentaba en la cama. -Solo fui al baño.

La respiración agitada aumentó al ver a mis amigos entrar de golpe.

-Todo bien. Otra pesadilla. -Solté cuando recuperé la respiración.

-Hemos pedido de cenar, vengan. -Nos miró Noah. -¿O lo quieres aquí?

-¿De cenar? ¿Qué hora es?

-Cerca de las 9pm, dormiste casi 7 horas, Yv. -El morocho me veía. -¿Vamos a cenar?

La cena constaba de sushi, tacos y pizza. Tomé asiento en una de las sillas mientras veía a mis amigos acomodar la mesa. Todos comían de todo un poco, mientras que yo seguía batallando con un simple taco. El morocho estaba a mi lado y me miraba con preocupación.

-¿Podrías comerte el taco? -Me susurró. Negué. -Necesito que comas, mi niña. -Sus ojos veían mi perfil y me giré a él.

Siempre me habían gustado aquellos ojos, su nariz respingada, así como su cabello negro. Asentí.

Comencé a comer de aquel taco mientras veía a mis amigos platicar y contar alguna anécdota de Noah y uno de sus miles de ligues.

-¿Quieres probar este rollito? -Preguntó Alex. -Es de salmón, pero siento que podría gustarte.

DaylightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora