11. The way I loved you.

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Sentí el escalofrío recorrer mi cuerpo cuando sus labios empezaron a acariciar todas mis piernas. Sentirle me hacía estar segura. Sus dedos rozaban mi abdomen y comenzaba a jugar con el elástico de mis bragas.

Abrió mis piernas lentamente, mientras sus labios besaban mi abdomen y sus dedos jugueteaban cerca de mi zona intima.

Su lengua comenzó a subir de arriba abajo en mi clítoris mientras sus dedos se abrían paso entre mis labios vaginales y los empezaba a mover.

Aquella noche sus labios me besaron con delicadeza, sus manos acariciaban mi piel con miedo a lastimarme. Sentí la respiración caliente en mi cuello mientras sus piernas abrían las mías. Bajó su mano a su pene para acomodarlo en mi entrada.

-Si te duele, me detengo. -Susurró mirándome a los ojos. Asentí.

La presión que su pene ejercía en mi entrada era mayor que las veces anteriores. Cerré mis ojos y la presión se detuvo.

-Lo siento, lo sacaré.

-No. -Le corté. -Solo espera. -Solté mientras intentaba relajar mis caderas. Asentí lentamente y la presión volvió, pero esta vez mucho más soportable.

Sus labios acariciaban los míos lentamente mientras que mis manos acariciaban su espalda. Sus embestidas eran lentas, intentando hacer el menor daño posible.

-Te quiero. -Soltó. -No es necesario que digas nada. -Su mano quitó un cabello de mi rostro.

Las embestidas eran cada vez más rápidas, y los gemidos cada vez más fuertes.

Sus cabellos despeinados, aquella espalda marcada, el tatuaje de sus costillas; me encantaba levantarme y tener aquella vista. Su torso giró a mí, aún tenía sus ojos cerrados. Su mano buscó a tientas mi cuerpo y una vez encontrado se pegó a mí. Mis dedos acariciaban su perfil, aquella nariz respingada, besé su mejilla y quité con cuidado su brazo de mi abdomen.

-Buenos días. -Saludó desde el lumbral de la cocina.

-¿Te he despertado? -Pregunté tranquila.

-Me ha llegado el olor a hotcakes. -Me sonrió. -Tengo que apurarme, necesito irme al estadio.

-Desayuna algo, antes de que te vayas. -Le tendí un plato con tres piezas.

Le veía comer mientras yo intentaba siquiera pasar un pedazo de masa por mis labios.

-¿Iras, cierto? -Preguntó mientras lavaba su plato y el mío.

-Sí. -Me levanté de la mesa y caminé unos cuantos pasos a él.

-¿Te parece usar mi abono? Para que estés en palco. -Le miré secarse las manos. -Después vengo a dejarte al departamento.

-Sí. -Solté.

-¿Todo bien? -Se acercó a mí para tomarme de las mejillas. Asentí. Sus labios besaron los míos lentamente.

Tal como le había prometido; estaba en su palco viéndole calentar para el juego vs Mazatlán. Hacía pases con Luis Chávez y de vez en cuando volteaba a saludarme. Vestía por primera vez un jersey del Pachuca con su nombre. El juego comenzó con un gol tempranero por parte de Chávez. Era el medio tiempo, las animaciones constaban de gente corriendo por el campo tratando de conseguir un jersey original, sin embargo, nada podía sacarme una sonrisa.

"Anoche no te contesté de la manera que debí hacerlo. Kevin, gracias por todo lo que hemos vivido. Gracias por estar conmigo cuando más lo necesitaba. Esto que estoy haciendo es de cobardes, pero no puedo despedirme de ti después de lo que pasó anoche. No tengo el valor para decirte "adiós" a la cara. Lamento que esto sea así, lamento tener que irme así. No puedo continuar en esta ciudad. Me fui antes de que el partido se terminara. No me busques, no me esperes. Me hubiera gustado que tú y yo termináramos de diferente manera, pero me quedo con todo lo bueno que vivimos. 
Te quiero, Kevin."

DaylightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora