Un canto

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Un canto.

Tan constante y limpio, como el de un jilguero. Me envuelve y rodea.

Un escenario blanco, el cielo grisáceo pero con ese calor de contraste sobre mis ojos.

Veo el brillo de mis pestañas y una silueta a mi lado, que acaricia mi rostro con una tela beige. Una asta hecha de fierro, con la única bandera siendo una tela rasgada.

Me siento relajado, con la cara húmeda y fría. Podría quedarme ahí sin miedo a lo que pase después, podría quemarme bajo el sol, ahogarme cuando la marea suba, en realidad no me importaría, ese canto es tan hermoso que me cuesta asimilar que estoy vivo.

-Que frío hace- me abrace a mi mismo cuando sentí el escalofrio que me recorrió al sentir el viento helado.

Para cuando abrí los ojos el cielo estaba oscuro, recostado de lado sobre la arena.

Aquel lugar claro y brilloso no fue más que un sueño. Uno muy bonito.

Puedo ver el brillo de la luna en el agua, moviéndose tranquilamente con ese sonido del agua feroz que impacta en las rocas.

Desde hace mucho tengo un apego a esta playa, de pequeño yo venía seguido, despues de que murió aquel niño, aunque es distinta.

Siempre busco algo entre lo profundo del agua, no sé que espero encontrar debajo.

Para cuando me doy cuenta, mis ojos pasan varias veces de arriba a abajo, a lo largo y a lo hancho.

-Es un anillo muy bonito- una voz hablo a mis espaldas, me reincorpore y cuando voltee vi a un chico sentado a mi lado sosteniendo la cajita, con unos impresionantes ojos color amatista, vestido de ropa cómoda holgada, con su cabello semi ondulado y un rostro tan fino que casi no parece humano.

Quede embelesado por su cara, como lo harías al ver una flor de colores vistosos y aroma fuerte.

-Es una pena que no tenga dueño- puso el anillo de compromiso en su dedo. Que extraño, no recuerdo haberlo traído conmigo.

Le sentaba bien y sorprendentemente fue la medida adecuada -Puedes quedártelo- le dije mientras cubría mis ojos irritados, después de todo no tendría uso.

Devolví mi vista al mar y entonces me di cuenta que hay un brillo que no pertenece a la luna, había algo en el fondo. En la lejanía vi siluetas de personas y entrecerre los ojos pensando que mi vista está fallando.

-Sigues siendo una persona de pocas palabras- comentó el chico, pero no lo conozco de ningún lado.

-Lo lamento.

-No te disculpes, no dije que estuviera mal serlo, Shuichi.

Me disculpe por inercia ya que siempre es algo incómodo estar conmigo.
Más importante, ¿Por qué sabe mi nombre?

-¿Te conozco de algún lado?

El chico sonrió, sus labios abultados tienen un brillo opaco, pero es una sonrisa tan dulce que no importa.

Como aquellas personas que siempre están enojadas, y después descubres porque la mitad del tiempo están de ese modo, y cuando lo haces, es increíble verlos sonreír, se te olvidaría que el fin del mundo está cerca con una sonrisa como esa.

-Sí, que pena que no me recuerdes.

De niño viví aquí y realmente mo recuerdo a la mayoría de personas; algunas cambian tanto que no logro reconocerlas.

-Lo siento.

Se encogió de hombros.

-¿Te gusta mucho la playa?- me pareció interesante su pregunta -Permaneciste aquí todo el día, supuse que así es.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora