pasado

31 8 0
                                    

—Principe, ¡No deberías salir!— Ouma, haciendo caso omiso a su tutor. Salió tan rápido hacia la superficie.

Miró el trayecto de las sirenas dirigirse a tierra firme.

Kokichi es apenas un niño. Un niño que ama los cuentos que escucha de sus abuelos.

Ha escuchado que las sirenas se casan con humanos, los atraen con su canto y se enamoran perdidamente. Aunque muchos de ellos no regresen a tierra.

Las sirenas deben ser un secreto.

Entonces quiso ir a investigar. Ver con sus propios ojos como es que los humanos se enamoran.

Quedo maravillado al descubrir tierra firme, hay cosas tan distintas que los humanos construyeron. Desde las luces, hasta los sonidos.

Cuando regreso a casa supo una cruel verdad.

Las sirenas enamoran a los humanos con su voz, los tritones jamás van a tierra.

Ouma, al ser un principe, le fue inculcado la música, era uno de los pocos tritones quienes podían cantar.

Dicen que llevar mujeres al reino puede que corrompa su linaje y no nazca un niño de mar, sino, uno de tierra. Por ello los tritones jamás viajan.

Pero Ouma no lo entendió. Él no planeaba llevar a una mujer a su reino.

Se dio cuenta entonces, de la peor manera, que era distinto al resto.

Escapó al saber que su manera de pensar era errónea y volvio a la superficie, creyendo que sería la última vez que la visitaría porque su padre no le permitiría volver.

Pero entre las olas escucho un llanto.
El llanto de un niño, se acerco por mera curiosidad.

Tiene el cabello negro y las rodillas llenas de sangre, es un llanto muy triste para un niño.

—¿Estás bien?— pregunto Ouma y el niño limpio sus lágrimas para verle.

Se quedó callado.

—¿No sabes hablar?— pregunto Ouma al no recibir respuesta.

El niño de cabello negro volvió a llorar y Kokichi no supo que hacer.

Parece que tiene un alma muy triste el niño de cabello negro.

—¿Por qué estás aqui solo?— hablo por primera vez el pelinegro.

—Escape, no me agradan los adultos.

El niño sorbio su nariz —A mí tampoco.

Ouma sonrió —¡Génial! Entonces serás mi amigo— chapoteo en el agua con su aleta y el niño abrió los ojos como platos.

Se levantó de la impresión de ver que no es igual que él.

—¿Eres...una sirena?

A Ouma le gusto que le llamara "sirena" en lugar de "triton".

—¡Sí! Y mira, puedo hacer trucos— puso sus manos debajo del agua y de su mano brillo un resplandor morado.

El niño se sorprendió y sonrió. Se acerco con más confianza.

—No sabía que las sirenas existían.

—¡¿No?!— Ouma penso en algo —Quizás pueda enseñarte más sobre mi mundo si tú me enseñas del tuyo.

Tal y como dijeron, cada día traían cosas distintas con las que se asombraban.

Podían pasar horas hablando y Ouma decidió entonces que ese humano sería con el que le gustaría casarse. Era una meta sagrada para aquel tritón.

—Ouma, creo que no podré verte tan seguido.

—¿Por qué dices eso? ¿Acaso piensas abandonarme, Shuichi?— Kokichi le jalo los cabellos oscuros al niño.

—Ay, ¡No es eso! Tengo que estudiar, quiero salvar vidas...es probable que no vuelva aquí.

Ouma sintió su corazón con miedo.

—¿Es más importante que yo?

—Es...importante para mí...

Ouma hizo un puchero y sujeto la mano de Shuichi.

—¿Vas a volver?

Shuichi asintió.

—Prométeme que volverás.

Shuichi sonrió —Te prometo que volveré.

—¡Que volverás y que te casarás conmigo!

Shuichi no esperaba eso pero no sabe que significa.

Miró aquellos ojos violetas y con seguridad le dijo.

—Te prometo que volveré y que me casaré contigo.

Un luz brotó por las palmas de ambos y un a onda de esa luz, recorrió el mar entero.

—Eso fue una promesa al mar, de las más poderosas. De algún modo u otro nos encontraremos sin importar en donde estés.

Shuichi sonrió —Me alegra que sea así.

Un hombre le buscaba, se escucho su nombre desde lo lejos.

—¡Shuichi!

—Debo irme.

—Espera— Ouma tomo su mano para recordarle y asegurarse de tener su figura marcada en su mente para cuando lo volviera a encontrar.

—¿Qué pasa?— pregunto amablemente Shuichi.

Shuichi pensó que los ojos de Ouma son muy bonitos, de un color inusual, entre el violeta y el rojo.

—Vuelve a verme.

Ouma le acerco para darle un corto beso.

La cara de Shuichi se coloreo de rojo. No le dio tiempo a reaccionar cuando Ouma volvió a zambullirse en el mar.

El padre de la iglesia fea le llamó.

—Por todos los cielos, ¡Shuichi, ¿Por qué te vas sin avisar?!

—Eh...yo...

—Anda, hay que volver, creí que te habías perdido.

Shuichi no aparto los ojos del mar mientras caminaba, tenía la cabeza en las nubes.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora