Destierro

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Llegamos a tierra y Ouma parecía completamente humano. Si no fuera por sus ojos tan exóticos, pasaría desapercibido.

Su rostro tiene un gesto serio. Sus labios están rojos de tanto que los ha mordido. Está nervioso.

-Llegamos- me dijo, cuando notó que le mire.

Puedo ver a lo lejos un pueblo. Las personas trabajan recolectando algas. También puedo ver varias redes por el lugar.

Caminé con Ouma.

—Me han quitado lo que tenía.

Se quedó un momento

Recordar que esto es mi culpa, me hizo sentir mal...escape, preocupe a quienes me habían brindado confianza y al no regresar, comenzaron a buscarme.

—Ouma— el chico me miró y le tome De los hombros para acercarlo a mí y darle un abrazo —Lo lamento.

Me devolvió el abrazo y cerró sus ojos.

No me dejo ver su rostro pero supe que empezó a llorar.

Le abrace fuertemente.

—Todo estará bien, encontraremos una forma de arreglar esto.

Le tome del rostro y lo alcé para mirarlo.

Sus ojos, como estrellas, están tan tristes, cristalinos. Sus pestañas están empapadas.

Limpie sus mejillas, son suaves.

—No lo perdí todo— me dijo mientras pasaba mis dedos por debajo de sus ojos —Aún te tengo a tí.

Pareció dudar algo —¿Dijiste eso en la conferencia porque querías?...confesaste que fuiste tú quien me dió el anillo.

—Lo dije porque es verdad...tengo una promesa que cumplor— eso era lo que quería Ouma escuchar —Te ayudaré y estaré aquí para tí, así que no llores— le sonreí— estamos juntos en esto.

Se limpio las lágrimas y disfruto mi abrazo por un rato más.

No me gusta verle llorar.
Es insistente y terco, tiene una manera de decir las cosas que parece un niño mimado, pero es sincero y a luchado mucho, es lindo por donde lo veas.

No quiero que nadie vuelva a hacerlo llorar, prefiero esa sonrisa gatuna y traviesa.

Suspiro y finalmente se alejo de mí.

—¿Estás mejor?

Asintió —Sí.

Parece que recupero la fuerza que le faltaba, se paró seguro y con una mirada determinada.

La personas del lugar parecen conocer a Ouma, se acercaron para saludarlo. Ouma les hablo en su lengua y me miraron con asombro.

Sus rostros denotaron alegría y empezaron a festejar.

—¿Qué les dijiste?

—Qué hay un nuevo rey del mar.

No me sorprende, parece que lo gritaría a los cuatro mares si pudiese.

—¿Te refieres a tí mismo?

—¡Por supuesto!— dijo enseñando el anillo que le di a las personas quien lo miran con gran asombro.

—Pero no estamos casados ¿Les acabas de mentir?

Me miraron como si hubieran entendido lo que dije, se callaron al instante y tomaron mi mano para comprobar que no hay anillo.

Ouma pareció molestarse de que le quitara la atención.

—Tienes razón, aún no estamos casados, porque estamos comprometidos— volvieron a festejar.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora