bienvenida

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"¿Él es el esposo?"

"Es un mozo, ojalá yo encontrará a alguien así, solo encuentro borrachos y tritones como tiburones, bah"

"¿De qué reino es?"

"Creo qué es humano"

"Esperen, parece que está despertando"

Unos cuchicheos hacían eco haciéndome despertar, me quejé cuando sentí ardor al respirar y un sabor fuerte en mi boca, me acomode en lo suave de la cama bajo mía, deberían haberme encontrado y seguramente estoy en un hospital, así que abrí los ojos y me tense en el lugar encontrando a unas mujeres viéndome fijamente, con la cara llena de escamas.

-Hola humano.

Me senté alejándome lo más que pude con una gran impresión.
-¿Cómo es que no estoy muerto?.

-Lo estás y este es el infierno- dijo una chica de pelo corto color rojo con pecas en su nariz.

-Eso no es verdad, estás vivo gracias al jefe- hablo una chica de pelo largo rubio y ojos azules.

El sabor en mi boca de repente se hizo mucho más fuerte y comencé a toser, rápidamente me pare y tome el florero más cercano, vomite agua en el, no entiendo como es que sigo vivo con esa cantidad de agua en mis pulmones.

Me desplome jadeante -¿Qué esta pasando?- iban a responder cuando una campana sonó y las chicas salieron.

-Hay ropa en los cajones, hasta pronto, ¡no mueras!

Escuche la puerta cerrarse, había voces cantando en los pasillos, era una habitación y lugar grande, de paredes beige y pinturas de cuadros color dorado. Hay un gran espejo y debajo un mueble con cajones.

Si tenían escamas en sus rostros ¿Porque no tienen cola de sirenas?

A este punto supongo que nada tiene lógica y es mejor no buscarla.

Casi muero, no puedo seguir mucho tiempo aquí con las probabilidades de que vuelva a suceder algo similar.

Me acerque a los muebles para ver el contenido de los cajones, eran camisas holgadas, chalecos, pantalones ajustados formales con todos exactamente siendo mi talla, me dio un escalofrío pensar que alguien estuvo observandome para hacer esto, pero el estilo de ropa es bonito, algo noble, pulcro y cómodo.

En el reflejo mis ojos están tan rojos, como si hubiera llorado por muchas horas y mi pecho con moretones. Pase mi mano por mi cuello sintiendo algo duro en la parte de la nuca y los hombros, me quejé cuando algo se desprendió de mi piel y al ver mi mano me encontré con unas escamas pequeñas.

Estan creciendo sobre mi cuerpo, cerré fuertemente los ojos negándome a pensar que me convertiría en un ser que no puede salir del agua o algo parecido y con la mano temblando arranqué las escamas que eran visibles...

Me lavé y con un cacho de tela cubrí la herida, termine de vestirme y salí de la habitación encontrándome con un silencio penunbral y una iluminación opaca que entraba desde las ventanas, de no ser por los focos seguramente sería exageradamente oscuro.

La sombra de la luz es extraña, me hizo pensar que el gran castillo está bajo el agua así que me acerque moviendo las delgadas cortinas y efectivamente afuera después de un prolongado espacio hay únicamente agua.

-¿Dónde me fui a meter?- un déjà-vu de los ojos morados me vino a la mente y de repente escuché unos pasos.

-¡Shuichi!- el pequeño chico con ropa más elegante a la vez que lo vi en la playa, de color blanco con un pañuelo negro sobre su pecho, el cabello peinado a diferencia de anoche que era crispado, corrió a mi con los brazos abiertos y abrazándome tiernamenre con unas mejillas sonrosadas y gesto de pura felicidad, su presencia tan energética se me hace tan anticlimatica.

Porqué no es normal lo que ha ocurrido, es tan alegre que mi tristeza parece fuera de lugar, y porqué sus hábitos cariñosos me apartan de la ansiedad, con algo tan cómodo que me hace sentir...desconfiado.
Extraño, ¿no?

-Me alegra que estés bien, es un problema que te desmayes a medio camino.

-¿Para qué me trajiste aquí?

-¿No es obvio? Para casarme contigo, no me gustan las iglesias de tierra, aquí es más bonito -su mirada se detuvo en mi cuello bendado -¿Qué te paso?- acerco su mano pero tomé su muñeca.

-Cuando dije que te quedaras el anillo no me refería a matrimonio.

Se hecho a reír -Aquí nadie viene por cuenta propia así que me hubiera dado igual tu respuesta.

Entonces es verdad que las sirenas roban a las personas, pero no para devorarlas sino para esto.

-¿No pudiste secuestrar a alguien más?

Solto una risita poniendo sus manos suavemente en su cintura, molesto por mi pregunta aguantando perfectamente su paciencia.

-Eres un soltero...- movió los dedos de su mano izquierda con el anillo de compromiso -No grosero, como los mamarrachos que me he encontrado, y...- con una mirada gatuna camino dando un círculo siendo yo el centro y paso sus manos por mi espalda, entendí a que se refería sin que lo hubiera dicho aún y me sentí nervioso.

-No hay mucha gente como tú que se deja atrapar tan fácilmente, Saihara, a los hombres les asusta el compromiso.

De nuevo estaba esa mirada satisfecha.

-Busca a alguien más, yo tengo otros planes.

-Medicina, supongo, tu ropa olía a clavo.

-Así es- frunci el seño -¿Huelo a clavo?

-No es problema, puedes seguir estudiando aqui y después ir a donde se te plazca conmigo- abrió una puerta que estaba algo alejada del lugar pero en el mismo pasillo, donde había enfermeras haciendo prácticas y saludaron a el "jefe", cerró sin dejarme ver más, es curioso que hay predominio de mujeres.

-¿Algo más?

-¿Mi familia?

-Cariño, te preocupan cosas fáciles, puedes hacer lo que quieras, ir a donde quieras mientras estés conmigo.

En verdad todo estaba preparado para que me quedara ahí, si hubiera querido matarme ya estaría muerto.

-¿O es que...te preocupa la persona a quien ibas a darle esto?- dijo, no quería pensar en eso ahora mismo -te rechazo ¿verdad?

-Eso no te incumbe.

Iba a contestarme cuando un grupo de sirenas, el mismo que me despertó se acerco para hablar con Kokichi.

Entonces fue el momento perfecto para que yo me fuera.

Vagando encontré la entrada del palacio y aunque las doncellas me dejaron salir con facilidad, en el jardín había una cúpula enorme que cubría el castillo y el pueblo tras las rejas, manteniendo alejada el agua y seco el interior, no estaba la salida ahí.

Me alejé para lograr ver mejor la forma de la cúpula y me di cuenta que mi única salida era desde adentro, había una conexión debajo del castillo y el océano justo en medio, esa podría ser la única o por lo menos la más cercana.

Me senté frustrado, con las miradas extrañadas de las mujeres que pasan por el camino.

Que ironía, estando solo me golpeaba nuevamente el sentimiento desolador de tristeza con unas lágrimas que secaba tan pronto como salían, estaba cansado de ver mi cara roja.

No recordaba ser tan llorón pero no puedo evitarlo, me siento muy triste.

La superficie ni siquiera se veía, no iba a poder escapar así; no sé nadar.

-¿Qué demonios hago?

Como si la respuesta hubiese estado esperándome, tras las rejas del castillo escuché un alboroto.

Me acerque y vi la gente amontonada, me hice paso y había una mujer desmayada.

- un médico, por favor.

Me dio de lleno aquella palabra pero mi corazón latió rápidamente, no hay nadie más que yo que pueda ayudar y de algún modo me asusta, es la primera vez que hago esto.

- Yo soy medico.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora