Un mes

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Lleve a Ouma a mi recamara y le preste ropa. Sobre mis hombros tengo una toalla y mi cabello gotea.

Me agache para ayudarle a ponerse los zapatos. Tiene una mirada triste.

Piensa en algo mientras su mirada está pérdida.

—¿Qué hará esa maldición?

Ouma apretó los labios —Algo estoy condenado a perder.

Pensé inmediatamente en su memoria, aquella laguna que se creo.

—Pero sólo quien puso la maldición puede quitarla— dijo con enojo —¡ni siquiera sé en qué momento paso!...— su rostro cambio con culpa al mirarme.

No le había visto molesto, me sorprendió un poco pero entiendo perfectamente como se siente.

—Perdón, Shuichi. Quería que te llevarás una mejor impresión de mi reino...quería que cuando me vieras, todo fuese mejor pero hay un problema tras otro.

—Está bien...hay remedio— saque el calendario de mi maleta y marque el día 17 —La siguiente luna llena será en cuatro semanas.

Ouma me miró —Demasiado tiempo.

—El suficiente para preparar todo.

Me hizo una mueca sin estar convencido.

—Estamos en esto juntos ¿No es suficiente?— le dije lo mismo que él alguna vez me dijo y se rió.

Me dió un pequeño golpe —No se vale utilizar mis mismas palabras, pero tienes razón ¿Qué planeas hacer?

Bajamos a la planta baja, Rantaro y Kaede están sentados en la mesa, aún no nos han notado. No tengo ni idea de cómo empezar pero no fue necesario.

Ouma puso sobre la mesa pequeñas conchitas de colores tornasol sobre la mesa.

—¿Qué son estas cosas? ¿Bisutería?— Rantaro tomo una en su mano y al instante la soltó.

Una burbuja salió de aquella pequeña almeja cerrada, floto sobre el aire y pudimos ver algo dentro de ella.

Era Amami cuando estaba pequeño, jugando con un perro en lo que parece un parque. La imagen es borrosa como si de un lente antiguo se hubiera grabado, se ve en tercera persona.

Se escucha en eco su risa y los ladridos del perro que salta por mirar la rama en la mano del niño.

Se reventó y nos quedamos asombrados por eso.

Era un recuerdo hermoso.

—Puedo darles esto y más a cambio de su ayuda.

—Eres una sirena— dijo Kaede sorprendida —Entonces el pescador tenía razón.

—No, no la tiene, no son tan crueles como dice que son— dije temiendo lo que la chica estaba pensando.

—Necesito que los pescadores se vayan del mar porque hacen daño a mi hogar...

—Esto no puede ser real, ¿Shuichi, fuiste capturado?

Sabía que iba a ser difícil. Entonces me tomé un momento en silencio para que la chica procesará la información.

—Estoy bien, sé que parece extraño y peligroso pero...estoy dispuesto a ayudar a su gente, siguen siendo similar a nosotros.

Kaede no se vio convencida —Lo conoces de unos días apenas, ¿Puedes confiar en alguien que no conoces?

—Yo ayudaré— dijo decidido el ojiverde.

—¡Amami!

—Aquel pescador era desagradable, lo que sea por quitaron de su puesto me parece divertido— dijo de manera divertida, como si no le importara en absoluto el asunto con las sirenas.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora