Nuevo comienzo

33 7 0
                                    

-¡Un médico! ¡Por favor!

Las personas parecen conmocionadas.

Así que me arme de valor y me meti entre la muchedumbre.

Me agache y acomode correctamente a la mujer, el hombre me miró mal por la benda con sangre en mi cuello y quizás también porque yo no tengo escamas escamas igual que él.

Las personas aquí tienen apariencias humanas pero hay algo que delata que no viven aquí, desde sus ojos, hasta su piel.

Vi rápidamente su estado y se me ocurren varias cosas. Pedí que me trajeran las cosas que necesito.

Al desmayarse tuvo una herida en su cadera, la cabeza no sufrió daño.

Después de unos segundos la mujer despertó.

Era sencillo, se desmayo por presión baja, la cual se subió después de comer, afortunadamente no fue muy grave.

Me agradeció el matrimonio y siguieron su camino después de que le dijera una breve platica sobre la dieta de la mujer, es muy probable que pueda tener anemia.

Al darme media vuelta me encontré con un puñado de gente reunida mirándome.

Me desconcertó.

-¿Está todo bien?- pregunté y empezaron a cuchichear "es humano" "no es de nuestro reino".

Agache la mirada apenado al escucharlos hablar de mí.

-¿Eres médico?- me pregunto una joven con gorra para el sol.

Asentí - Sí.

- El nuestro murió hace años- señaló y a lo lejos vi una fosa con una piedra enorme en la cual tallaron nombres.
-Se lo comió un tiburón.

-Es una pena- respondí reprimiendo en mi interior reírme, por alguna razón me resultó gracioso.

-Te pagaremos mucho si nos atiendes, no somos muchos.

Necesito irme, seguramente mi tren ya se fue, pero vi a todos, se supone que este era mi motivo para volverme médico.

Suspire, necesitan ayuda -Esta bien, hagan una fila y les atenderé.

Con el material limitado y cosas básicas, me las ingenie para aliviar los malestares de esta gente, y aún así, algunos síntomas me parecen extraños.

Algunos no son tan agradables, me miran sin pudor y como si fuese alguien extraño, no los culpo, no soy de aquí, pero me agobia de lo incómodo que es.

Termine agotado, ya es tarde cuando apenas dejaron de venir pacientes.

Me estire y la espalda me trono. Escuche que alguien se acerco y me pare recto para que no vea mi cansancio la persona que recién llego.

-¿Viene también a consulta?

No me dio tiempo a girárme cuando sentí a alguien abrazarme. Me empujó levemente y se sintió un tanto brusco como un golpe pero pacifico por su agarre.

Por el rabillo del ojo vi la cabellera morada de Ouma.

-¿Ouma?

No comprendo que hace aquí, pero al bajar la mirada y ver el anillo de compromiso tan pulcramente en su mano, sentí remordimiento.

Quizás me estuvo esperando a que volviera y se sintió a morir cuando no lo hice. Lo comprendo, yo igual me sentí fatal cuando me rechazaron.

-¿Quién te dijo?- pregunto con un tono de voz bajo.

-¿Quién me dijo qué?

-¡¿Quién te dijo que podías irte sin decir nada?!- su voz cambió a un enojo, ya no estaba tan mustio como antes.

Finalmente me soltó para encararme.

-No estoy lejos del castillo, literalmente estoy justo en frente...¡auch!

Me golpeó el costado.

-No debes salir si no estás conmigo ¿Acaso no lo sabes?- se puso las manos en la cara como si tuviera estrés -mi bendita reputación se verá manchada.

Definitivamente no le entiendo, tampoco sé que responderle, así que pensé que lo mejor sería cambiar de tema...

-...Aquí, en este lugar, hay tantas personas que necesitan ayuda...tenía planeado irme pero me quedé y les escuche- me senté frente a él -Solo faltas tú.

-No me siento mal.

-Anda, todos tienen por lo menos algún malestar.

Me miró como si fuese algo sin importancia, pero decidió seguirme el juego.

-Bien, supongo que tengo algo.

-Oigamoslo.

-Tú eres mi malestar, Shuichi.

-Vaya...¿Qué razón hay?

-¡No recuerdas nada sobre mí! Me hiere, te estuve buscando por mucho tiempo.

Que diga cosas tan serias deliberadamente me vuelve un manojo de nervios.

-Ejem...esta bien, ¿Qué tal si me hablas sobre eso?

Sonrió -Ahora no, es tarde, volvamos al castillo.

-Pensé que tenias una casa fuera del castillo- le pregunte mientras íbamos caminando por los pasillos.

-¿Acaso querías ir a mi casa?

Me rasque la nuca -Pues...no.

-Ajá, para tu suerte estamos en mi casa.

Me detuve un segundo para comprender lo que me acaba de decir...quizás el castillo es casa de muchas personas.

-Tienes cara de que no me crees- me descubrió.

-Es que no lo hago, a decir verdad.

-Pues mira y sorprendete.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora