problemas

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Nos encontramos en el jardín secreto de Shuichi y él me mira preocupado.

No sé en qué momento llegamos.

—Shuichi ¿Me trajiste?

—Sí, ¿Cómo te sientes?

Me incorpore y mire a la ventana, es de noche.

—¿Tanto tiempo paso?— me asusté al saber que estuve inconsciente por todo un día, me masajee la cabeza —¿Me desmaye?

Shuichi no me respondió, pero su gesto no dice nada bueno.

Mire que hay rasguños en su brazo.
—¿Qué te paso?

Están las cosas que preparamos para la luna nueva justo aquí, no deberían estar aquí.

—Actuaste...cómo si no recordarás nada— me dijo, nada me preparo para lo que me diría después
—Pasaron dos días...estás perdiendo la memoria.

Sentí un golpe en el estómago de la angustia.

—Debemos ir cuanto antes a la isla.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde están Rantaro y Kaede?

—...En casa pero...no podemos ir ahí, nos encontraron.

Solo suenan los grillos entre tanto silencio, la luz de la luna es lo único que nos ilumina desde el techo roto. Me envolvi en la cobija que tengo a mi alrededor.

Parece que la suerte estaba jugando conmigo, justo cuando encuentro a Shuichi, todo está patas arriba...o quizás estaba destinado a estar todo patas arriba, pero Shuichi me ayuda a que no me rinda.

Escuche una envoltura y el pelinegro me pasó algo.

—Come, debes tener hambre.

Cada gesto de este chico, viene cargado de ternura. Tome el bollito y le di una mordida.

—Siento que iba a morir de hambruna, ¡Está riquísimo!

—Me alegra— Shuichi me sonrió y prendió una pequeña estufa con una tetera, parece que de verdad planeaba vivir en éste jardín.

El sonido del fuego es relajante, acogedor. Alcé la mirada y vi la luna, falta tan poco para que sea completamente negra.

—¿Cómo crees que sea...— me pregunto Shuichi —cuando hagamos una promesa al mar?

—Dicen que es muy bello, una ocasión de solo una vez. Asegúrate de mirarlo con atención.

Sirvió el agua en una taza y la puso en la pequeña mesa, a un lado mío —Me diste esto cuando no me recordabas.

En su mano trae mi tridente, me sorprendí —Nunca nadie lo había tocado ¿En qué lío nos metimos para que fuera necesario dártelo?

—Una situación complicada. Pero esto demuestra que incluso con lagunas, hay algo de tí que me recuerda...si fuiste capaz de confiar en mí de nuevo, creo que tenemos una esperanza a la cual aferrarnos.
Qqa
Me la acerco y yo negué.

—Quédatela— cerré su mano —quizás sea más útil si la llevas contigo.

Sonó el aparatito de Shuichi, su teléfono.

—Amami y Kaede ya están listos para crear una distracción. Mañana partimos a la isla.

***

Vagamos por los callejones, con los morrales sobre nuestros hombros y los rostros ocultos bajo una franela.

—Auch, Ouma, no es necesario que camines tan cerca de mí— se quejo el pelinegro cuando le pise.

—¿Qué? No sé de que hablas, está es una buena distancia.

En el agua [Saiouma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora