Hanemiya Kazutora era conocido en su instituto cómo alguien extraño, gran parte de sus compañeros sabía que venía de una familia disfuncional, no tenía muchos amigos, y no parecía sobresalir tanto en los estudios. Aún así, el chico parecía estar lle...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— Keisuke— Se levantó Mitsuya para acercarse a su compañero. — Disculpa que este en tu habitación a altas horas de la noche... sé que te disgusta mucho, pero estaba hablando un tema con Kazutora-Kun— Comentó con tranquilidad.
— ¿Hablando?—
— ¡Sí! Le estaba agradeciendo por Mikey, Mitsuya-Kun ha sido un gran apoyo para él— Sonrió. — Y también para mí— Agregó Kazutora.
Ni Kazutora ni Mitsuya lo notaron, pero Baji Inconscientemente hizo un gesto de molestia pura al escuchar aquello último, todo lo que quería en esos momentos era que Mitsuya se fuera de su habitación.
Pero prefería no decir nada o podría salir con algo grosero.
— Ya no me halagues...— Dijo Mitsuya algo apenado. — Bien, me iré, disculpa nuevamente las molestias Keisuke— Rascó su nuca. — Buenas noches chicos, descansen—
Mitsuya se fue dejando a ambos chicos a solas.
Hubo un silencio incómodo por algunos segundos, en dónde Kazutora no estaba completamente seguro de qué decir porque la mirada de Baji no le estaba agradando para nada.
— Y... ¿por qué te tardaste?—
— Estaba hablando con Kisaki— Respondió sin más.
La respuesta fue totalmente fría, y casi automática. Baji comenzó a acomodar un poco su largo cabello para dormir de una buena vez, sentía que se había estresado demasiado en muy poco.
— Ah, ¿Baji? ¿Estás bien? ¿Pasó algo con Kisaki?—
— Nada—
Kazutora hizo alguna clase de puchero, y se acercó demasiado al mayor invadiendo totalmente su espacio personal.
— ¿Qué pasa contigo? Yo no soy Mitsuya para que te acerques tanto— Comentó algo molesto.
El menor amplió los ojos sorprendido, al fin lo había entendido todo.
— Baji... ¿Estás celoso de Mitsuya-Kun?—
— ¿Qué mierda? claro que no—
Y sin más, todo lo que se escuchó en aquella habitación fueron fuertes carcajadas por parte del menor.
— ¡Ahora lo entiendo! Dios, no sabía que eras de esos—
— ¿¡De qué mierdas te ríes!? ¡Es muy tarde para que te rías de esa forma, animal!— Se quejó el mayor.
— ¡Lo siento!— Intentó controlar su risa para mirar al azabache. — Es que no puedo creer que te pusiste celoso—
— Mierda, ya te dije que no—
— Ajá— Sonrió burlesco.
Baji suspiró con pesadez y se quitó al menor de encima.
