Hanemiya Kazutora era conocido en su instituto cómo alguien extraño, gran parte de sus compañeros sabía que venía de una familia disfuncional, no tenía muchos amigos, y no parecía sobresalir tanto en los estudios. Aún así, el chico parecía estar lle...
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Mikey se sentía completamente inseguro, la mayoría de las personas incluyendo a los clientes tenían otro aspecto, uno que jamás vió.
Los hombres no se veían totalmente desagradables, todo lo contrario, tenían un muy buen aspecto.
Pero aún así había algo que no le sentía bien, tuvo algunos solicitudes pero el habló con Mitsuya para que pudieran suspenderlo aunque sea por una semana, con la excusa de que él necesitaba adaptarse.
Aquello no se podía aprobar en el lugar, pero Mitsuya le entendió y pudo ayudarle y cubrir su espalda.
Mikey sabía que estaba en deuda con el mayor, y le recalcó que le iba a devolver el favor, si era con sexo iba a estar encantado en satisfacer al chico.
El rubio se encontraba en su cama releyendo un poco la carpeta que había tenido junto a Kazutora. Leía hasta el más mínimo detalle, en realidad lo hacía por su mejor amigo, era él quien estaba más entusiasmado con el lugar y con las cosas que podrían obtener. Mikey estaba consiente de sus palabras, que el mismo dijo que quería esperar hasta donde le llevaría todo aquello. Pero quizás en el fondo no estaba completamente seguro si realmente quería eso, quizás sólo accedió para acompañar a Hanemiya.
La ansiedad era inmensa.
Sus compañeros de habitación no eran del todo terribles, tenían una buena vibra y le conversaban un poco, pero el rubio no hacía más que evitar el contacto visual y evitar socializar.
Así que se encontraba solo en esa habitación, su mirada estaba casi pérdida y por algunos momentos se perdía de lo que estaba leyendo, así que parpadeaba varias veces para volver a releer y concentrarse, fallando en más de una ocasión.
— Pareces un cachorro recién adoptado confundido de su nuevo hogar— Una voz ajena resonó en la habitación.
La mirada de Manjiro se despegó rápidamente de el libro para mirar a la persona que estaba ahora delante de él.
Era una chico rubio y se veía un poco más alto que él.
Su vestimenta era extraña, más bien casual, y no hacía juego con el lugar.
Pues no era de marca ni nada sobresaliente.
A Mikey se le hizo algo patético, así que lo ignoró pensando que es un loco.
— ¿¡M-Me acabas de ignorar!?—
Una vez más volvió a mirarlo esta vez con su ceño fruncido.
— ¿Quién eres?—
— ¡Soy tu compañero de habitación!— Respondió rápidamente el otro rubio.
— Lo siento, olvido rápidamente las caras ajenas...— Se excusó.
— Mi nombre es Takemichi Hanagaki— El chico sonrió como si nada.
