Luego de la inquietante visita recibida esa noche, Hedrigan pasó despierta gran parte de la madrugada limpiando la casa de todo aquello que pudiera verse mínimamente sospechoso; hierbas de todo tipo se fueron a la hoguera; libros de medicina con hierbas también desaparecieron, incluso se deshizo de algunas plantas con flores de colores llamativos que tenía colgadas cerca de la ventana por miedo a que creyeran que fueron manipuladas con magia para tener un pigmento tan brillante y bonito.
A medida que lo hacía su respiración se aceleraba y pronto comenzó a hiperventilarse a tal punto que se sintió mareada y tuvo que aferrarse al pasamano de la escalera para no caer al suelo. Sentía las pineras como hilos, pero de igual forma se las arregló para subir hasta su habitación, en donde se recostó y cayó dormida en un profundo sueño del que nadie podría haberla despertado.
Salvo que el placentero sueño se convirtió en una horrenda pesadilla que hizo que Hedrigan se arrepintiera de haberse ido a la cama.
En el sueño, ella recorría su casa, pero se sentía como una nueva persona, como si dentro de ella se hubiese despertado un ser poderoso que destruía todo lo que tocaba, incluso lo que miraba.
Los pasillos estaban iluminados por una cálida luz anaranjada, aunque no sabía desde dónde provenía aquella luminiscencia. Aun así siguió su camino, pero, a medida que avanzaba, se dio cuenta de que de sus manos se desprendía un extraño ectoplasma carmesí, se movía entre sus dedos pero provenía de su palma, y sus venas brillaban al interior de su brazo. Sabía que esa luz que provenía desde su interior estaba muy caliente, pero a ella no le hacía daño.
Por alguna razón que desconocía, acercó su mano a la pared de madera del pasillo, y al instante ésta se prendió fuego, pero no era una llama anaranjada, como la que todos conocemos, era una llama carmesí, al igual que el ectoplasma que salía de ella, y comenzaba a propagarse por la pared, hasta consumir gran parte del pasillo.
Prosiguió con su camino hasta llegar a las escaleras. Al instante pudo ver a su familia, parados junto a la puerta, y al pie de la escalera se encontraban Yahui y Esmeralda, ambos sonriéndole, pero algo andaba mal con ellos, parecían psicópatas, y estaban muy pálidos.
Yahui tenía una corona de ramas con hojas pobladas sobre su cabeza, mientras que Esmeralda tenía un halo de luz alrededor de su cuerpo. Todo era muy extraño, pero no sentía miedo, se sentía en casa, se sentía aceptada, como si ese sueño, que poco a poco se convertía en pesadilla, le estuviera diciendo que debía aceptar y abrazar a esa parte de ella que siempre se había esforzado por ocultar, que dejara salir a esa mujer que vivía dentro de ella y que peleaba por salir.
Hedrigan bajó las escaleras, entonces Yahui le extendió la mano. Instintivamente ella estiró la suya para estrechársela, pero se detuvo por el grito de su hermana.
Heavenis, desde la puerta, le pedía a gritos que no aceptara la mano de Yahui, que era un mentiroso y traidor. Samje se unió a la petición y rogó que no escuchara al hombre, incluso Arlen comenzó a llorar, pero no dijo ni una sola palabra, pero el solo hecho de verlo con lágrimas cayendo de sus ojos, fue suficiente para que Hedrigan sintiera terror, pues su hermano, desde la muerte de sus padres, nunca lloraba y eran muy pocas las razones o circunstancias que podían hacerlo lagrimear.
Algo andaba mal.
Ella no quería tomar la mano de Yahui, pero no tenía control sobre su cuerpo, era como si viera todo desde una ventana desde la cual no podía controlar nada de lo que pasara en el exterior.
Su mano se tocó con la de Yahui y finalmente sus dedos se entrelazaron. En el momento sintió una cosquilla en sus extremidades, nunca había tomado la mano de un hombre, menos de uno tan guapo.
En el momento en que su mano apretó la de Yahui, sus hermanos comenzaron a prenderse en llamas, y la casa y la tierra debajo de ellos se abrieron, y los consumió tan rápido que fue casi imposible para ella entender en el momento qué demonios había pasado. Sus hermanos estaban muertos y los vio quemarse mientras la tierra se los tragaba.
Por dentro, Hedrigan gritó del terror, pero por fuera permaneció inmutable.
Ahora era sólo ella con Esmeralda y Yahui, y la tierra, que se había abierto para consumir a sus hermanos, se comenzaba a cerrar nuevamente, dejando la casa intacta, como si nunca nada hubiera pasado.
Esmeralda se le acercó y puso sus manos en las caderas de ella. Hedirgan sintió mariposas en el estómago.
—Ahora todo será cómo siempre tuvo que haber sido—dijo Yahui, sonriéndole—. Es hora de que aceptes a la bruja que duerme dentro de ti.
—El poder que cargas dentro de ti es más grande que cualquiera que hayamos visto—dijo Esmeralda sin quitar sus manos de la cintura de Hedrigan—. Tus hermanos también son muy poderosos, pero ellos han elegido no confiar en su poder, tú sí, y tu marcarás la diferencia. Sólo debes aceptar la magia que yace en dormida en tu interior.
—Sé que puedas sentirla—susurró Yahui.
—Abraza la magia que corre por la sangre de los Crowell y todo fluirá a su debido tiempo—continuó Esmeralda.
Entonces Hedrigan despertó por el canto del gallo.
Al abrir los ojos se dio cuenta de que había sido todo una horrible pesadilla pero que parecía muy real. Estaba sudando y su respiración estaba agitada.
Afuera estaba amaneciendo, era el momento perfecto para levantarse y ocupar la cabeza en cualquier otra cosa que no sea esa horrible pesadilla que no la dejó descansar bien.
Se levantó de la cama y se hizo una coleta rápidamente mientras intentaba alejar el grito de sus hermanos mientras eran consumidos por las llamas que, al parecer, ella misma había conjurado en ese horrible sueño, pero entonces miró las sabanas de su cama y comenzó a cuestionarse si todo había sido una pesadilla o había sido real.
Las palmas de sus manos estaban plasmadas en las sabanas, pero no con manchas de sudor, sino con marcas de quemadura, las manos de Hedrigan habían quemado las sabanas mientras dormía. La tela estaba derretida y tostada en algunas zonas.
Era imposible, pero estaba ahí frente a ella.
Como si las emociones fuertes que sintió en la pesadilla hubiesen salido al mundo real.
O peor aún, como si esa magia fogosa carmesí que salía de sus manos en el sueño, hubiese encontrado una manera de romper la barrera de los sueños y se hubiese manifestado en el mundo real.
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La Puerta Hacia Los Sueños: El Origen
FantasyHabía una vez una familia que se amaba, cuatro hermanos y dos padres. Había una vez una pareja de extraños que buscaron refugio en la casa de ésta familia, un hombre y una mujer. Había una vez un cazador de brujas que llegó al pueblo y puso todo de...