—Golpéalo más fuerte—vociferó Hedrigan a su hermano Arlen, quien intentaba, con un martillo, romper el domo de cristal que Heavenis había creado sobre los objetos de su madre—. Golpéalo como si quisieras romperlo, Arlen.
— ¡Eso intento, Hedrigan! —exclamó Arlen, enfurecido— ¡Pero también temo salir volando hasta el otro lado de la habitación si hago enojar a lo que sea que nos atacó!
Mientras los dos hermanos que compartían el puesto del líder de la familia peleaban entre ellos, Yahui y Esmeralda se mantenían sentados en el suelo del pasillo, y Samje tenía la cabeza de su hermana apoyada en el regazo, mientras se mantenían sentados en el suelo, incapaces de asimilar lo que estaba ocurriendo, podía parecer fantástico, pero para ellos era una historia de terror.
—Hermana—murmuró Samje, mientras acariciaba el cabello lacio de su hermana, quien derramaba una lágrima al sentirse culpable de que sus hermanos pelearan— ¿Qué fue lo que sentiste cuando viste a Arlen cerca de los objetos?
—Sentí miedo, no quería que volviera a salir dañado—susurró ella, borrándose una lágrima de su cara—. Así que quise protegerlo, fue cuando sentí una cosquilla en mi pecho que se movió hasta mis dedos y salió disparado ese rayo luminoso que creó ese domo de cristal.
— ¡Es demasiado duro! —Exclamó Hedrigan— ¡Esto no es cristal común y corriente, es diamante o algo por el estilo!
— ¡No inventes, genia! —vociferó Arlen sarcástico— ¡De verdad creí que eran un tipo de cristal normal! ¡Salió de los dedos de nuestra hermana luego de que un libro nos mantuviera prisioneros, obviamente no es un cristal normal!
— ¡Sigue gritándome y el próximo martillazo te llegará en la cabeza! —gritó Hedrigan.
Siguieron discutiendo.
— ¿Crees ser capaz de volver a sentir esa cosquilla? —Preguntó Samje, mientras seguía acariciando el cabello claro de su hermana.
—Claro que sí, de hecho, no he dejado de sentirla—confesó Heavenis—. Estoy luchando por hacerla desaparecer.
—Muy bien, pero ahora, concéntrate en ayudar a Arlen a deshacer ese domo de cristal—pidió Samje— ¿Crees que puedas hacerlo?
—Podría intentarlo—murmuró Heavenis, y estiró su mano con pocas ganas hacia el frente.
Al hacerlo, esa cosquilla que se movía dentro de ella, se movió hasta su brazo estirado, y ella notó como un brillo extraño resaltaba en sus venas, como si hubiera magia dentro de ella, la idea la aterró y le fascinó, todo al mismo tiempo.
Pudo sentir una pulsación extraña en su palma y sus dedos se contrajeron un poco involuntariamente, y en el momento en que eso ocurrió ella se concentró en lo que Samje le había dicho, debía ayudar a su hermano, debía deshacerse de aquello que ella misma había creado.
El cristal que cubría el agujero donde estaban las figuras extrañas de su madre se trizó y finalmente se convirtió en pequeño trozos flotantes que viajaron hasta la mano de Heavenis con rapidez, pero antes de llegar a ella mutaron en pequeñas esferas de luz blanquecina que se metieron en su cuerpo. Lo había logrado, el domo ya no estaba y era capaz de deshacer aquello que creaba si se concentraba lo suficiente.
— ¿Cómo hiciste eso? —preguntó Arlen, pálido de la sorpresa al ver más magia ocurriendo a su alrededor.
—Samje me ayudó—dijo Heavenis, tomando la mano de su hermano y sonriéndole a sus otros hermanos que se mostraban irritados con la presencia del otro.
(...)
Como dos huracanes llenos de furia, Hedrigan y Arlen, los dos hermanos que habían tomado el rol de líderes de la casa, tomaron sin miedo los artilugios mágicos que su madre tenía escondidos y los llevaron directamente a la chimenea.
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La Puerta Hacia Los Sueños: El Origen
FantasyHabía una vez una familia que se amaba, cuatro hermanos y dos padres. Había una vez una pareja de extraños que buscaron refugio en la casa de ésta familia, un hombre y una mujer. Había una vez un cazador de brujas que llegó al pueblo y puso todo de...