La mañana siguiente aún comentaban lo fascinante que se sintió usar sus dones para crear el ático invisible, estuvieron todo el día en esa nueva habitación, maravillados con el espacio, y con aquella ventana que daba al exterior.
También, como había dicho Esmeralda, había una pared en uno de los laterales, completamente de piedra sólida, en dónde podrían invocar la puerta como tenían planeado, pero eso lo dejarían para otro día, aún debían seguir conociendo sus poderes, y Yahui y Esmeralda, luego de la creación del ático invisible, se mostraron reacios a que siguieran usando sus dones durante lo que restaba de día, así que ellos obedecieron, confiaban en ellos.
Samje bajó corriendo la escalera, y gritó de la emoción cuando, al mirar hacia la casa, se percató de que el hechizo, efectivamente, había creado un ático invisible, pues, desde afuera, la casa seguía igual, no había alteración alguna en la casona de los Crowell. Los gritos del chico atrajeron a sus hermanos que, emocionados, también se le unieron en la celebración de que su primer hechizo hubiese salido tan bien.
Esa helada mañana, mientras el rocío aún no se levantaba y el alba bañaba los prados invadidos por esas rojas amapolas que Yahui había creado para Hedrigan, los hermanos se fueron reuniendo en la cocina para un delicioso desayuno que Heavenis y Hedrigan se habían esmerado en cocinar.
Todos parecían estar de un muy buen humor, era como si haber hecho un hechizo les hubiese unido aún más.
—Diablos, se me hará tarde—dijo Samje, tomando su abrigo de cuello alto.
— ¿Dónde vas?—preguntó Heavenis, en un tono preocupado.
—Tengo mis prácticas de medicina con el doctor Gideon, querida hermana—dijo Samje, en tono sereno—. Quizá ahora tengamos magia en la familia, pero yo sigo queriendo ser doctor, así que si me permiten, me retiro. Nos vemos en la tarde.
— ¿Pero qué sucederá si comienzas a flotar a medio camino? —vociferó Hedrigan, acercándose a la puerta antes de que su hermano pudiera salir.
—Yo iré con él—dijo Arlen, tomando su abrigo y sombrero alto—. Tengo reuniones de negocios en el pueblo, así que puedo encaminarlo.
—No necesito que me cuiden, ya no soy un bebé—Samje rodó los ojos.
—Oh, ya camina, bebé llorón—se burló Arlen, dándole una palmada en la parte trasera de la cabeza a su hermano menor, quien se quejó por el golpe.
Los dos hermanos desaparecieron dando un portazo. Era casi deprimente lo silenciosa que había quedado la morada, pero las hermanas sabían en qué distraerse mientras sus hermanos volvían de sus tareas.
Habían pasado tanto tiempo dedicándose a la magia que casi parecía triste darse cuenta que aún seguían en el mundo real, uno muy aburrido y gris, lleno de peligros y gente mala, pero lo peor, es que ese tal Antoine L'creux seguía en el pueblo atormentando a la gente e infectándola con su pensamiento destructivo.
—Tal parece que seremos Yahui, Esmeralda, tú y yo por hoy—dijo Heavenis a su hermana mayor.
—No cuentes con Yahui, dijo que debía ir al bosque a recolectar sabia de un árbol, no entendí muy bien cuál era el fin de esa tarea, pero sé que no volverá hasta dentro de varias horas, así que seremos sólo las tres de nosotras hoy en casa—dijo Hedrigan, sonriéndole a su hermana.
—Así que Yahui te dijo lo que haría—dijo Heavenis, mirando a su hermana de manera traviesa—. Pasan mucho tiempo a solas ustedes dos.
—Oh, por favor—Hedrigan soltó una risotada silenciosa—, no es lo que parece. Es un hombre muy atractivo, bien parecido, caballeroso, sensible, aventurero, inteligente y creativo, pero no podría jamás verlo con esos ojos.
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La Puerta Hacia Los Sueños: El Origen
FantasyHabía una vez una familia que se amaba, cuatro hermanos y dos padres. Había una vez una pareja de extraños que buscaron refugio en la casa de ésta familia, un hombre y una mujer. Había una vez un cazador de brujas que llegó al pueblo y puso todo de...