Arlen abrió la ventana del segundo piso, no podía salir por la puerta principal, la gente estaba por llegar al camino de grava para llegar a la casa, si se acercaban lo suficiente la quemarían hasta que no quedara nada.
Pensó en bajar por las lianas que colgaban fuera de la colorida habitación de Samje, así que lo hizo, saldría por la parte de atrás y llegaría al establo para tomar su caballo e irse de ahí con la multitud enojada siguiéndolo.
Samje, pensó, ¿Dónde enterramos el cuerpo de mi hermano?
Ya no podía recordarlo, y le dolía no tener recuerdos de dónde habían dado sepulcro a Samje, ¿Dónde y cómo lo lloraría ahora? No quería conformarse con la idea de tener que mirar al cielo, esperando que su hermano lo viera desde ahí, como tuvo que hacerlo con sus padres.
Mientras bajaba por las lianas oyó un caballo relinchar, es como si el animal lo estuviera esperando para salir corriendo de ahí. Dio un salto y cayó con sus dos pies firmes sobre el césped.
Corrió a toda velocidad hacia su caballo y lo montó de un salto. El animal relinchó y se levantó en dos patas, como si estuviera anunciando que ese viaje sería uno bastante trágico.
El caballo galopó a toda velocidad hasta la parte delantera de la casa y se detuvo frenando tan violentamente que levantó una nube de polvo que ocultó su silueta y la de Arlen por varios segundos. Cuando la pared de humo se disipó quedó frente a frente a Gabrielle que, con miedo en la mirada, lideraba éste grupo de personas enojadas que buscaban venganza.
Ambos compartieron una mirada asesina.
Moviendo las correas del caballo con violencia, Arlen hizo que el animal volviera a correr a toda velocidad, es como si el corcel intuyera que su amo, quien dedicaba sus tiempos libres a estar con los caballos, estaba en un peligro de vida o muerte.
— ¡Síganlo! —Gritó Gabrielle— ¡Están huyendo por éste camino! ¡No se queden atrás!
Y la masa de personas armadas se movió con velocidad hacia la dirección en la que Arlen había desaparecido a caballo.
Se internó en los bosques, su corcel corría muy ágil y muy veloz a través de la espesa hierba que lastimaba el rostro de Arlen, cada rama era como un latigazo que lograba hacerle sangrar el rostro, pero no le importaba.
Quería que todo se detuviera, quería ver a sus hermanos, quería saber dónde había sido enterrado Samje, pero al mismo tiempo tenía mucha rabia ¿Por qué no podía recordar nada? ¿Dónde estaban sus hermanas? ¿Dónde estaba enterrado su hermano?
Comenzó a llorar mientras cabalgaba, no sabía si era por miedo o por pena, extrañaba a sus hermanos ¿O extrañaba a alguien más?
Podía sentir la turba en la nuca, gritándole, arrojando piedras, todo lo que pudiera imaginar. No podía creer que de una boca humana lograran salir tantos improperios al mismo tiempo, tan ofensivos, tan hirientes.
Sabía que podía hacer algo, antes podía hacer algo con su mente, pero ya lo había olvidado. La sensación que tenía era cuando sientes el aroma de algo y tu mente te dice que ya lo has olido anteriormente, pero no puedes recordar dónde por más que lo intentes.
Tomó varios atajos, varios caminos que parecían llevar a algún lado, pero no llevaban a nada, sólo más bosque, más verde y más frondoso. No reconocía el bosque por el que andaba, no reconocía nada, pero sabía que debía seguir adelante hasta perder a la multitud, de alguna manera sabía que la casa estaría bien y que no le ocurriría nada, pero tampoco sabía por qué estaba tan seguro.
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La Puerta Hacia Los Sueños: El Origen
FantasyHabía una vez una familia que se amaba, cuatro hermanos y dos padres. Había una vez una pareja de extraños que buscaron refugio en la casa de ésta familia, un hombre y una mujer. Había una vez un cazador de brujas que llegó al pueblo y puso todo de...