Arlen fue el primero de los hermanos en entrar en la habitación. Sus pies entraron en la recamara con paso apresurado, casi tropezándose consigo mismo. Su corazón saltaba de la preocupación, pero cuando vio a su hermana fue cuando entendió que todo estaba terriblemente mal.
Heavenis estaba flotando en el medio de la habitación, mientras que era envuelta por un halo de luz que provenía de un libro que yacía abierto en el piso de madera. Un viento torrencial volaba dentro de la habitación y lo recorría con violencia, dando vueltas una y otra vez por el mismo espacio.
Las hojas del libro brillaban cegadoramente y ese brillo se había extendido fuera del libro como un tentáculo que envolvió a Heavenis y no la dejaba ir.
Arlen sintió terror al ver que esa extraña luz se metía dentro del pecho de su hermana y esto estaba afectándola; le dolía o por lo menos parecía que estaba sufriendo.
— ¡Siento mi cuerpo helado! —Gritó Heavenis, mientras intentaba estirar su mano hacia su hermano, pero le era imposible, era como si no tuviera fuerzas—. Tengo mucho frío, hermano, ayúdame.
La voz de Heavenis parecía estar encerrada dentro de una cueva, pues se oía con mucho eco, como si se estuviera congelando por dentro y sus cuerdas vocales hicieran un esfuerzo por pasar la voz por la garganta cristalizada de la chica.
Arlen, sin pensarlo tanto, se abalanzó contra su hermana, intentando alejarla de esa luz, pero en cuanto su cuerpo estuvo cerca del de Heavenis un tentáculo de luz lo atrapó y lo hizo estamparse contra una de las paredes al otro lado de la habitación. En el momento en que Arlen azotó contra la pared, una bola de cristal, parecida a las que usan las adivinas en los parques de diversiones a los que solían ir cuando eran niños, comenzó a brillar de un color verde vivo, pronto la esfera se rompió en cientos de pequeños pedazos que volaron directamente al pecho de Arlen, clavándose como miles de dagas que mancharon su camisa de sangre; los pequeños trozos volvieron a brillar del mismo color y vibraron mientras Arlen gritaba de dolor, entonces se convirtieron en pequeñas partículas brillantes que se metieron por el torrente sanguíneo del chico y viajaron hasta su mente, haciendo que sus ojos brillaran de ese mismo color verde y potenciando lo que próximamente sería su don.
Samje, quien veía desde la puerta todo lo que ocurría, se internó en la habitación, pero en cuanto lo hizo comenzó a flotar, no pudo controlarlo, las ráfagas de viento eran demasiado fuertes como para que su delgado cuerpo pudiera mantenerse pegado al suelo. Dio vueltas por la habitación, guiado por el viento violento que daba vueltas sin cesar en la recamara, estampándose contra el candelabro en variadas ocasiones. Mientras giraba intentaba tomar la mano de su hermana, quien aún seguía clamando por ayuda. De un momento a otro el aire alrededor de Samje comenzó a brillar, pequeñas partículas que se apegaron a su cuerpo como luciérnagas que lo atacaban.
— ¡Déjenme en paz! —Gritaba Samje, mientras intentaba quitarse de encima esas luces pequeñas que se le pegaban en la piel.
Aquellas luminiscencias se apegaron a su cuerpo, hasta convertirlo en una forma humanoide brillante que daba vueltas por la habitación mientras gritaba de terror ya que sus ojos habían sido cegados por esas diminutas luces que lentamente se introducían en su cuerpo.
Hedrigan, Esmeralda y Yahui fueron los últimos en llegar a la habitación, y una inhalación de asombro fue todo lo que pudieron dar cuando vieron a tres personas con luminiscencias mágicas en sus cuerpos. Todo de lo que habían estado huyendo, todo lo que no querían aparentar se había ido a un pozo sin fondo ahora que tenían un libro de hojas brillantes aprisionando a tres integrantes de la familia Crowell.
Hedrigan dio un paso dentro de la habitación, pero sintió, al instante, una mano cálida que la tomaba por el brazo, al voltearse vio los ojos preocupados de Yahui, que la sostenían con una clara intención de mantenerla a salvo.
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La Puerta Hacia Los Sueños: El Origen
خيال (فانتازيا)Había una vez una familia que se amaba, cuatro hermanos y dos padres. Había una vez una pareja de extraños que buscaron refugio en la casa de ésta familia, un hombre y una mujer. Había una vez un cazador de brujas que llegó al pueblo y puso todo de...