Capítulo 11: Entrenamiento.

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Para Debbie fue muy difícil convencerse de que sus amigos no eran brujas que vendieron su alma al diablo, no era sencillo entender que un libro mágico le dio habilidades a cada uno y que ahora debían aprender a controlarlas. Se preguntó durante todo el trayecto a su morada sí haber tenido contado con ellos le habría dado alguna clase de poder a ella también, por lo que, llegando a su casa, intentó mover objetos con su mente, pero no logró nada más que llevarse un pequeño dolor de cabeza.

Hedrigan, por su parte, se preparó mentalmente para la travesía que sería llevar a Samje al pueblo sin que lograra volar hasta las nubes.

Eran las seis de la mañana y Hedrigan se estaba levantando, sabiendo que se encontrarían con Lord L'creux nuevamente en la misa del Padre FitzMaurice, odiando cada momento porque significaba que estaba cada vez más cerca de encontrárselo. Era un hombre tan desagradable.

Hedrigan se sentía un poco mal por Debbie, no se tomó muy a la ligera el tema de la magia en la familia, pero por lo menos entendió que no eran malos, y que, de haber podido, no habrían elegido ese destino para ellos como hermanos, habrían tomado un camino mucho más normal, común, un camino aburrido, con una vida aburrida sin nada que les haga sentir que el corazón les va a explotar.

Se encontraba abajo, preparando té caliente para los demás, cocinaba, así también mantenía la cabeza ocupada en otras cosas que no fueran esas partículas rojas y destructivas que ahora salían de sus dedos y palmas o esas raíces que podía sentir moviéndose bajo sus brazos de vez en cuando, pero, a ratos, pensaba en invocarlas, y jugar con ellas, aprender a conocerlas, a entender sus movimientos, cómo fluían, cómo se comportaban si las dejaba mucho rato sin hacer nada.

Y ahora, mientras cocinaba, se le vino a la cabeza algo que probablemente Arlen no habría apoyado, pero él no estaba ahí para decirle que no.

Se acercó a la tetera, que la esperaba llena de agua fría recién salida de un pozo cercano, el bronce brilló por los primeros rayos del sol que se asomaron detrás de los verdes árboles y Hedrigan acercó su rostro al objeto lleno de agua.

Estiró sus brazos y arqueando sus dedos le dio a sus manos una forma de garra, entonces sintió como una cosquilla nacía de su pecho y se movía con rapidez hasta la palma de su mano. No tardó mucho tiempo es ver como un carmesí brillante brotaba de sus dedos y palma, entonces pensó en lo que quería hacer, quería que su magia calentara el bronce e hirviera el agua al interior de la tetera.

Y tal como lo pensó sucedió. El humo rojizo de sus manos y dedos se movieron hasta el metal del objeto y lo calentaron al rojo vivo, ya podía oír las burbujas dentro que indicaban que el agua estaba en su punto de ebullición.

Sonrió orgullosa.

—Fascinante—oyó una voz masculina detrás de ella—. Simplemente fascinante.

Se volteó rápidamente dando un respingo y soltando un sonido agudo.

—Oh, no, lamento mucho haberla asustado, señorita Hedrigan, le juro que no fue mi intención, es sólo que...—dijo Yahui, viéndola directamente a los ojos—. El don que usted posee, es hermoso y letal al mismo tiempo.

—Sólo...sólo quería saber si era capaz de controlarlo—dijo, mientras sonreía y se sostenía el delantal de cocina entre sus dedos—. Creo que podré ser capaz de usarlo para el bien.

—No me imagino cómo una mujer como usted, podría llegar a usar tales dones para el mal—dijo Yahui, y se acercó un poco más a ella—. Espero que se lo tome como un cumplido cuando le digo que, cuando la veo directamente a los ojos puedo ver bondad, veo luz y compasión, es como si...todo lo bueno que hay en el mundo descasara en usted, me siento muy a gusto cuando usted está alrededor.

La Puerta Hacia Los Sueños: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora