Capítulo 21: Secretos y mentiras.

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Samje despertó a la mañana siguiente. No vio la carta en el momento porque estaba desconcertado al ver que su ventana, la cual él mismo había cerrado la noche anterior, ahora estaba abierta de par en par.

Además, había una risilla que se esparcía por el aire, era su hermana Hedrigan que caminaba por el sendero tomada de la mano de Yahui. Samje los vio alejarse hacia el bosque, asomado por la ventana, mientras pensaba en cómo la ventana podría haberse abierto sola durante la noche ¿Habría desarrollado algún poder mental para mover cosas sin tocarlas? Nunca lo sabría.

Era una mañana espléndida. Hedrigan se había encontrado con Yahui apenas abrió la puerta de su habitación. Idearon un día tranquilo y decidieron ir a caminar al bosque, en dónde podrían besarse sin tener miedo a que alguien los estuviera viendo.

Tampoco querían hacer sentir incomodos a los demás con sus actos de cariño, así que decidieron alejarse un momento para tener privacidad.

Desde la ventana de su habitación, Esmeralda los veía con un rostro serio pero que, detrás, ocultaba una sensación iracunda difícil de controlar. Ya no podía seguir compartiendo a Yahui, ellos se pertenecían mutuamente, y no dejaría que Hedrigan los alejara. Así que, desde una distancia prudente, los siguió hacia el bosque.

Hedrigan y Yahui, tomados de la mano y envueltos en risas y pequeños y cortos besos, pasaron por el campo de amapolas rojas que aún seguían vivas gracias al don de Yahui, y se comenzaron a acercar hacia el borde de los árboles, desde dónde se apreciaba un bello y verde bosque lleno de vida y frondosa naturaleza.

Una vez que perdieron la casona de vista, Yahui acorraló a Hedrigan contra el tronco de un viejo e imponente roble que crecía hacia el cielo.

Los labios del hombre se encontraron con los de ella, y las manos masculinas acariciaron las caderas de Hedrigan. Sentirse amada era vivir feliz y recién, a sus veintiséis años, lo estaba descubriendo, ya no quería dejarlo ir jamás.

Pero nada la prepararía para la bomba que caería y destrozaría ese pequeño deleite que vivió llamado enamoramiento.

Con una de sus rodillas, Yahui levantó el vestido de Hedrigan y acarició su entrepierna, haciéndola jadear de placer. Ella apegó más su cuerpo a la pierna del hombre, intentando que la sensación de placer creciera, pero lo único que sentía era la desesperación de su cuerpo exigiendo más placer.

Él le tocó el trasero y se lo masajeó con fuerza, ella lo gozó y apegó el cuerpo de Yahui más cerca al suyo. Nunca había tenido una experiencia sexual y sólo actuaba de acuerdo a lo que su cuerpo e instintos primitivos le decían.

El cabello, que cada vez se volvía más rojizo y brillante, se le soltó y cayó sobre su rostro, dándole un aspecto salvaje y demasiado atractivo que cautivó la mirada de Yahui, que, ahora, la miraba con más deseo que antes.

Alrededor del roble donde se besaban y tocaban comenzó a crecer la flor de la pasión, y lentamente se subió al tronco y trepó hasta cubrir las ramas del imponente árbol.

Entonces, Hedrigan tocó una de las flores por accidente, mientras Yahui le besaba con ardiente pasión el cuello; la flor se quemó y la muerte de aquel brote comenzó a propagarse por las demás flores que comenzaron a caer quemadas al suelo húmedo por las lluvias.

Ambos ignoraron el acto.

Estaban demasiado conectados, demasiado excitados como para notar cualquier otra cosa, como que, por ejemplo, Esmeralda los observaba con los ojos llenos de lágrimas detrás de un abeto.

Con cada beso desaparecía una prenda, hasta que, finalmente, los dos estaban desnudos uno frente al otro y consumaron su amor, mientras Esmeralda se contenía para no gritar de la ira y el dolor que sentía en el pecho; su corazón se estaba haciendo pedazos, este plan que tenían ambos se estaba saliendo de las manos... ¿O era acaso que Yahui de verdad se había enamorado de Hedrigan y la estaba olvidando para siempre?

La Puerta Hacia Los Sueños: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora