1|Rosas blancas

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NINA HANNIGAN

Me gustaban muchas cosas en la vida, pero había pocas que me gustaran tanto o más que las flores y, sin duda, los minutos que pasaba cada mañana en la terracita de la cafetería Deschamps eran incomparables. No había nada mejor en el mundo que poder disfrutar de las deliciosas galletas de canela y azúcar que Kathrin preparaba junto al enérgico y buen café negro que hacía su marido Jean mientras el sol calentaba mi piel dejándome en una especie de limbo, imaginando que estaba en una de esas preciosas playas de Tahití, que tanto soñaba visitar, oyendo el sonido de las olas del mar.

—¿Otro día más pensando en tu futuro viaje a Tahití? —un acento francés inconfundible me devolvió a la realidad.

Abrí los ojos, encontrándome con la característica sonrisa que siempre tenía Kathrin en sus finos labios.

—Sabes que sí, Kat.

—Pronto podrás viajar a allí. Cuánto llevas ahorrando, ¿dos años?

—Casi, y aún no he reunido el dinero suficiente — apoyé mis codos sobre mis rodillas y ahuequé mis mejillas con las palmas de mis manos como una niña enfadada—. Debimos manejar mejor la abertura de la floristería y así podría haber empezado antes a ahorrar.

—No te pares a pensar en lo que podrías haber hecho antes, piensa en lo que puedes hacer ahora. Después de lo que ocurrió... es normal que ni tu ni tu hermana tuvierais la cabeza como para manejar bien la floristería, pero aunque el comienzo no fuera bueno, ahora el negocio va viento en popa, y sé que pronto conseguirás reunir todo el dinero y pasarás un tiempo maravilloso en Tahití cumpliendo tu sueño. La espera valdrá la pena —apretó ligeramente mi hombro.

—Me he deslomado trabajando y he hecho un arduo trabajo recortando y recopilado demasiados vales de descuento del súper para conseguir ahorrar para mi viaje y no morirme de hambre en el intento. Tiene que valer la pena, sé que la valdrá.

—Bien, ahora que he conseguido que estés más convencida de ello, creo que deberías ir a abrir la floristería antes de que llegue Kelsie.

—¡Se me ha echado el tiempo encima! —arrastré mi silla hacia atrás haciéndola chirriar desagradablemente y me levanté con rapidez.

—Siempre distrayéndote con las pequeñas cosas, Nina —comentó Jean saliendo con dos cafés en mano para servir a unos chicos que estaban sentados en la mesa de mi izquierda.

—¿Jean, me cobras? —comencé a buscar la cartera en mi gigantesco bolso pero Kathrin me detuvo.

—Invita la casa.

—Kat, no —detuve la búsqueda y la miré—. Ayer me dijiste lo mismo y accedí, pero hoy no. No puedo desayunar gratis cada día.

—Nina, —Jean apareció al lado de su mujer y pasó un brazo por encima de sus hombros—hazle caso, no te dejará pagar nada —suspiré.

—Está bien, pero —los señalé en forma de advertencia mientras andaba hacia atrás dirigiéndome al paso de peatones— cuando paséis luego por la floristería no voy a dejar que paguéis nada.

Los dos compartieron una mirada cómplice y asintieron brevemente, mirándome con una pizca de diversión en sus caras. Sabía que iban a negarse a que les regalara las semillas para su jardín, pero de ninguna manera dejaría que las pagaran.

Tras despedirme, mandándoles un saludo efusivo y unos cuantos besos al aire, me giré y anduve rápidamente hasta llegar al paso de peatones más cercano y cruzar a la calle en la que se encontraba la floristería que mi hermana y yo habíamos abierto hacía un par de años.

El Significado De Las Flores (Amores Eternos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora