Treinta y dos. Protegerte de mi

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Elisa Kennedy.

Siento como sus brazos se aferran a mí, al igual que todo mi aire se va, mi piel se erizo al sentir como algo tibio se posó en mi pecho, quería seguir sintiendo está sensación…

Escucho la respiración de Dalit, su pecho bajaba y subía delibera mente y extrañamente estaba sin poder moverme, solo me quede observado, aunque es más como si estuviera estudiando sus facciones. Nuestros cuerpos se rosaban y esto saco a Dalit de sus pensamientos, su cuerpo reaccionaba ante el pequeño y corto contacto de mi piel.

Mi caos es el principio, a penas me separe de él, nos incorporamos y nos sentamos en la cama, el me miro con cierto miedo, pero solo desvió la hacía a otro lado, sin pensarlo tomé su mentón y lo mire

-Dalit…-produzco

-no hace falta…, no digas nada– espeta – es solo que, estos sentimientos que tengo hacia ti, me hacen tener miedo.

- ¿Miedo? – produzco confundida

-Me da vergüenza admitirlo, pero te lo explicaré, ya que tengo una razón para sentirme así… Primero que nada, somos tan diferentes, tu eres tan deslumbrante para mí, eres más como una musa eso es claro, se que tarde o temprano podrás cambiar de opinión y sobre todo tus sentimientos. Por otro lado soy muy inseguro, tardo en contestar algo tan simple, algo que para mi me causa mucha dificultad, pero tu lo sabes, mi ultima relación fue un fracaso mi ex prometida se fue, tengo miedo de volver a iniciar y no ser un buen hombre para ti, soy insignificante y no tenga nada, ni estabilidad, ni una casa y hasta una vida estable, es todo lo que tengo…-se pone de pie y me da la espalda –No soy suficiente para ti Elisa…

Me puse de pie y le tome la mano, lo hice que me volteara a mirar, el silencio se sumerge en la habitación y poso mi mano en su mejilla, con mis dedos empiezo a tocar sus ojos, labios, bajar lentamente en el cuello, tocándolo con detalle y bajando a su pecho con cierta delicadeza, pero no quito la mirada de sus hermosos ojos oscuros.

- No digas que no eres suficiente, porque para mí, eres todo lo que quiero…-suspiro. Te deseo, te sueño y te alucino, cada célula de mi cuerpo respira por ti, siento que te llevas todo y tomo su mano y entrelazo sus dedos con los míos, sin más lo abracé conteniendo el aliento. Parece que corrí en un mar que era tan extenso, un sinfín de emociones que no podía navegar…

Por donde podía comenzar, me correspondió cuando sentí sus brazos apretarme la cintura y solo cerré los ojos y sentí como todo se volvía algo excitante y mi corazón solo latía por él, como mi mundo se rompía por todos lados, además que existía tal emoción …

-Quiero intentarlo Elisa. - Susurra en mi oído. Dalit intenta separarse.

-Solo quédate un rato más …-susurro, escondí mi rostro en su pecho, el aroma que emanaba era realmente acogedor un aroma dulce, los recuerdos parecen ser lejanos, pero no por mucho tiempo, porque el pasado siempre te arrastra y eso es lo que trato de hacer por ti, protegerte …pero no de tu pasado sino del mío, que puedo lastimarte más, aun así, te elige y tratare que funcione. ¿puedes soportarlo? Porque realmente quiero tenerte, ¿soy muy egoísta Dalit por desearte?

Dalit me saca de mis pensamientos y confiesa lo que ha estado viviendo está semana, y la vez que lo deje plantado. Me separo de él y lo veo tímido.

-Verás creo que ya te has dado cuenta no soy muy bueno con el alcohol, y ese día después de esperar por un tiempo salí de esa cafetería, destrozado e imaginando mil excusas sobre porque no habías llegado. Y al llegar a casa solo me esperaron extrañas noticias sobre Félix y su esposa; fuera de eso llegue ebrio en la playa…- Dalit acaricia mi mejilla. -Te imagine a lado de mí, fue cruel si te soy sincero, sentí como mi corazón se comprimía al no poder tocarte y que solo te ibas y desaparecías. Al día siguiente la resaca fue lo peor. - Dalit ríe al recordarlo. – Lo que trato de decir es que de verdad me vuelves loco, y espero ser parte de ti… buena parte de tu vida.

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