Diez. La verdad oculta

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Dalit Settman

"Ainara Rossell" el nombre de mi ex prometida, la mujer que jure proteger, pensé que siempre estaría a mi lado fui un tonto ¿verdad? Me deje llevar por su espíritu, por su persona, y por su cariño, prometí que no te faltaría nada, que sería un soporte para ella, no tenía nada, hasta ahora, que he encontrado a alguien que me ha cegado por completo ¿Estará bien dejarme llevar otra vez? Ahora hice de ella mi Mosa, ya no mas de ti Ainara, pero porque siento que estoy siendo engañado si es ella todo lo que necesito, ahora en adelante solo pintare para aquella persona...

-Tú, nunca me dejaras, ¿Verdad...Elisa? – dije sosteniendo sus manos , ¿Por qué ahora eres tan distante?

..........

Dibujaba entre el gran lienzo, me ha llevado demasiado tiempo acabar, ya casi es la fecha de entrega, aunque llevo un gran avance, me senté en una de los escritorios y busque un chocolate, la dopamina subía mi estado de ánimo, al igual que la música, pero ahora ocupaba algo que comer, salí de aquel lugar y me dirigí al comedor, y vi a Elisa de lejos, pensaba por que no llevaba demasiado tiempo trabajando aquí, pero estaba equivocado, ella parecía solitaria...

Me acerque a ella, pidió un café con leche y una manzana, ella volteo y le sonreí, espero unos segundos y ella también me de vuelve una sonrisa.

-Buenos días señorita Elisa. – mientras platicábamos me había percatado, aun no somos tan cercano, pero aun así le he contado mis problemas ante esta chica, tal vez deje llevar demás mis pensamientos, ella se despide, me sentía mal, por ella, en mis primeras semanas la moleste con mis problemas emocionales, debía de disculparme con ella cuanto antes.

- ¿Le gustaría almorzar conmigo? – ella acepto y sentí alivio de su respuesta.

Nos sentamos en silencio, ella parece ser de las personas que suelen comer en silencio, no dije nada, no buscaba compararla ni nada, pero ella era diferente a Ainara, y eso me hizo sentir más cómodo, toque mi cuello y sujete un poco con fuerza...

- ¿Almuerza todos los días aquí? – ella sin dejar de ver su comida, y con una voz diferente me contesto.

– No, es la primera vez almorzando aquí. - me sorprendió saber eso

– Pensaba que muchas personas la querían invitarla. – aunque dijo que yo era el primero en invitarla porque accedió a mi invitación, no estoy seguro.

Regrese al estudio, y mire a mi alrededor lo que siempre hacia antes de entrar, de poco a poco me percataba de que me estaba volviendo un demente, agarre un lienzo pequeño y un lápiz he hice algunos garabatos, mientras dibujaba pensaba hasta donde podría llegar si la culpa me consumía. Mientras divaga en el boceto, tocaron la puerta.

-Oh es usted, ceo que la trae por aquí. - ...

MioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora